
España tiene demasiados enemigos internos con poder. En esta imagen hoy seis.
Casi todos los españoles reconocen que el país necesita regenerarse con urgencia, pero en realidad no se ha dado ni un sólo paso sólido en ese sentido desde la muerte de Franco, hace medio siglo. Los partidos políticos españoles se sienten a gusto y seguros en la desastrosa situación actual, dominada por la corrupción, el abuso de poder, la ineficacia y la obscena impunidad de los gobernantes.
Muchos creemos que los partidos que han gobernado España en el último medio siglo y sus políticos ya no podrán regenerarse nunca porque cuando se traspasan demasiadas veces las líneas rojas, la corrupción les invade hasta las entrañas y se han habituado a la impunidad, al delito y a anteponer los intereses propios al bien común, ya no es posible el retorno a la decencia.
Millones de españoles están convencidos de que sus partidos políticos son nidos de delincuentes.Basta examinar la figura del presidente del Gobierno, cuya esposa y hermano están imputados, además de algunos de sus colaboradores más cercanos, para concluir que el poder político en España es una inmensa pocilga.
El PSOE y el PP son, después de la banda terrorista ETA, las dos organizaciones más delictivas de España, con cientos de políticos encarcelados, procesados, imputados o en espera de juicio.
Los recaudadores de los partidos, la gente que consigue dinero para financiar unas organizaciones que, al practicar descaradamente el clientelismo, necesitan grandes sumas de dinero fresco, gozan de un impunidad práctica y una protección absoluta. Todo el partido se pone al servicio de la captación de dinero.
Ningún gobierno español ha recaudado tantos impuestos como el de Sánchez y, sin embargo, la ruina presupuestaria de la era Sánchez deja un agujero de 265.000 millones, pese a sus impuestos masivos y abusivos.
Todos los políticos de esos partidos corruptos merecen ser acusados de robo y corrupción, aunque nunca hayan robado o violado las leyes, porque todos conocen el alma corrupta de sus partidos y las actividades sucias y delictivas de muchos de sus compañeros de filas, a los que nunca denuncian y siempre encubren. Eso, según las leyes vigentes, es delito de encubrimiento y los convierte en corruptos por complicidad.
En la práctica estamos votando a verdugos y delincuentes que nos roban y se enriquecen con el dinero de los ciudadanos. En eso consiste, básicamente la política española en la cumbre del poder, donde imperan los dos grandes partidos del país y sus socios envilecidos por el independentismo, el golpismo, el odio a España y el corazón mercenario.
Francisco Rubiales
Muchos creemos que los partidos que han gobernado España en el último medio siglo y sus políticos ya no podrán regenerarse nunca porque cuando se traspasan demasiadas veces las líneas rojas, la corrupción les invade hasta las entrañas y se han habituado a la impunidad, al delito y a anteponer los intereses propios al bien común, ya no es posible el retorno a la decencia.
Millones de españoles están convencidos de que sus partidos políticos son nidos de delincuentes.Basta examinar la figura del presidente del Gobierno, cuya esposa y hermano están imputados, además de algunos de sus colaboradores más cercanos, para concluir que el poder político en España es una inmensa pocilga.
El PSOE y el PP son, después de la banda terrorista ETA, las dos organizaciones más delictivas de España, con cientos de políticos encarcelados, procesados, imputados o en espera de juicio.
Los recaudadores de los partidos, la gente que consigue dinero para financiar unas organizaciones que, al practicar descaradamente el clientelismo, necesitan grandes sumas de dinero fresco, gozan de un impunidad práctica y una protección absoluta. Todo el partido se pone al servicio de la captación de dinero.
Ningún gobierno español ha recaudado tantos impuestos como el de Sánchez y, sin embargo, la ruina presupuestaria de la era Sánchez deja un agujero de 265.000 millones, pese a sus impuestos masivos y abusivos.
Todos los políticos de esos partidos corruptos merecen ser acusados de robo y corrupción, aunque nunca hayan robado o violado las leyes, porque todos conocen el alma corrupta de sus partidos y las actividades sucias y delictivas de muchos de sus compañeros de filas, a los que nunca denuncian y siempre encubren. Eso, según las leyes vigentes, es delito de encubrimiento y los convierte en corruptos por complicidad.
En la práctica estamos votando a verdugos y delincuentes que nos roban y se enriquecen con el dinero de los ciudadanos. En eso consiste, básicamente la política española en la cumbre del poder, donde imperan los dos grandes partidos del país y sus socios envilecidos por el independentismo, el golpismo, el odio a España y el corazón mercenario.
Francisco Rubiales
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