La expresión de un tirano
Cuando un gobierno se esfuerza en dividir y enfrentar a sus ciudadanos, no cabe duda de que ese gobierno no merece gobernar y debe ser derrocado, aunque haya sido elegido en las urnas, sobre todo si existen pruebas de corrupción institucionalizada y fundadas sospechas de fraude electoral en el recuento de votos.
La España de Sánchez retrocede en todos los rankings mundiales que miden la libertad, la democracia, el Estado de Derecho, el respeto a la verdad y el buen gobierno.
El último fracaso: Sánchez hunde la libertad económica y empresarial: España cae al puesto 31 de los 38 de la OCDE y se sitúa entre los países desarrollados con menos libertad económica.
Pero el descenso es patente y dramático en la calidad de la democracia española, claro reflejo de que hay un tirano gobernando la nación.
El gobierno de Pedro Sánchez ha sido criticado por diversos analistas y observadores políticos por exhibir déficits democráticos que erosionan los principios de la separación de poderes y la imparcialidad institucional. En particular, se acusa a Sánchez de una colonización sistemática de las instituciones clave, transformando lo que debería ser un sistema equilibrado en un aparato partidista centralizado, donde el poder ejecutivo interfiere en el judicial y otros órganos independientes.
Esta dinámica debilita la democracia constitucional al priorizar el control político sobre la justicia y la neutralidad, lo que ha llevado a España a ser calificada como una "democracia defectuosa" en índices internacionales como el de The Economist, especialmente desde 2021, coincidiendo con su mandato.
Analistas y expertos en psicología política han descrito su perfil como narcisista y con elementos psicopáticos, como la falta de empatía, la manipulación y una búsqueda obsesiva de control, según diagnósticos no clínicos pero recurrentes en obras como Pedro Sánchez y el Síndrome de Narciso, de Luis Haranburu Altuna, o análisis en medios como COPE y OK Diario.
Decenas de expertos destacan su capacidad para sobrevivir políticamente mediante pactos controvertidos, como la amnistía a líderes independentistas catalanes en 2023, vista por opositores y publicaciones internacionales como The Economist y The Guardian como una violación de la Constitución para mantener el poder, erosionando la fe en el Estado de derecho y fomentando la polarización extrema.
Algunos de sus críticos argumentan que esta táctica no solo ignora el principio de alternancia democrática, sino que transforma el gobierno en un mecanismo de perpetuación personal, similar al "síndrome de Hybris" detectado en líderes ebrios de poder, donde el desprecio por las normas institucionales se convierte en rutina.
Otro aspecto antidemocrático de Sánchez es su erosión sistemática de los contrapesos institucionales, como el uso excesivo de decretos-leyes para legislar sin pasar por el Parlamento, lo que ha llevado a España a ser considerada como uno de los 20 países en riesgo de autocratización desde 2018, con una intensa caída en el índice de democracia liberal.
A estas alturas, sólo los fanáticos sanchistas llenos de odio al adversario y los que se benefician de su corrupción lo defienden. El resto de los españoles y de los demócratas del mundo lo desprecian, del mismo modo que despreciaron también a Fidel Castro, a Ceaucescu o al tirano asesino Stalin.
Francisco Rubiales
La España de Sánchez retrocede en todos los rankings mundiales que miden la libertad, la democracia, el Estado de Derecho, el respeto a la verdad y el buen gobierno.
El último fracaso: Sánchez hunde la libertad económica y empresarial: España cae al puesto 31 de los 38 de la OCDE y se sitúa entre los países desarrollados con menos libertad económica.
Pero el descenso es patente y dramático en la calidad de la democracia española, claro reflejo de que hay un tirano gobernando la nación.
El gobierno de Pedro Sánchez ha sido criticado por diversos analistas y observadores políticos por exhibir déficits democráticos que erosionan los principios de la separación de poderes y la imparcialidad institucional. En particular, se acusa a Sánchez de una colonización sistemática de las instituciones clave, transformando lo que debería ser un sistema equilibrado en un aparato partidista centralizado, donde el poder ejecutivo interfiere en el judicial y otros órganos independientes.
Esta dinámica debilita la democracia constitucional al priorizar el control político sobre la justicia y la neutralidad, lo que ha llevado a España a ser calificada como una "democracia defectuosa" en índices internacionales como el de The Economist, especialmente desde 2021, coincidiendo con su mandato.
Analistas y expertos en psicología política han descrito su perfil como narcisista y con elementos psicopáticos, como la falta de empatía, la manipulación y una búsqueda obsesiva de control, según diagnósticos no clínicos pero recurrentes en obras como Pedro Sánchez y el Síndrome de Narciso, de Luis Haranburu Altuna, o análisis en medios como COPE y OK Diario.
Decenas de expertos destacan su capacidad para sobrevivir políticamente mediante pactos controvertidos, como la amnistía a líderes independentistas catalanes en 2023, vista por opositores y publicaciones internacionales como The Economist y The Guardian como una violación de la Constitución para mantener el poder, erosionando la fe en el Estado de derecho y fomentando la polarización extrema.
Algunos de sus críticos argumentan que esta táctica no solo ignora el principio de alternancia democrática, sino que transforma el gobierno en un mecanismo de perpetuación personal, similar al "síndrome de Hybris" detectado en líderes ebrios de poder, donde el desprecio por las normas institucionales se convierte en rutina.
Otro aspecto antidemocrático de Sánchez es su erosión sistemática de los contrapesos institucionales, como el uso excesivo de decretos-leyes para legislar sin pasar por el Parlamento, lo que ha llevado a España a ser considerada como uno de los 20 países en riesgo de autocratización desde 2018, con una intensa caída en el índice de democracia liberal.
A estas alturas, sólo los fanáticos sanchistas llenos de odio al adversario y los que se benefician de su corrupción lo defienden. El resto de los españoles y de los demócratas del mundo lo desprecian, del mismo modo que despreciaron también a Fidel Castro, a Ceaucescu o al tirano asesino Stalin.
Francisco Rubiales







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