La gran pregunta que emerge del "caso Gürtel" es si el PSOE de Zapatero logrará finalmente su propósito de aplastar al PP y cerrarle el paso hacia la victoria electoral en 2012, consiguiendo así que Zapatero, un pésimo gobernante, nefasto para España, acceda a un tercer mandato.
El PSOE de Zapatero, cuyo rasgo dominante es que ansía el poder por encima de todo, intentó dinamitar al Partido Popular después de derrotarlo en 11 de marzo de 2004, presentándolo ante los españoles como un partido de mentirosos arrogantes, insensible a los deseos del pueblo y poco democrático.
Como no pudo lograr su objetivo, entonces intentó aislarlo y cerrarle cualquier posibilidad de alianza con otros partidos, para lo cual cerró pactos, algunos de ellos inconfesables, con los pequeños partidos nacionalistas, a pesar de las teóricas diferencias ideológicas, otorgándoles más poder del que les correspondía, estimulando su nacionalismo disgregador y permitiéndoles que practicaran niveles intolerabloes y nauseabundos de el chantaje antidemocrático e insolidario.
Al fallarles también esa "jugada" y al ver que el PP, a pesar de todo, ganó las elecciones en Galicia y dominó en las "europeas", Zapatero y sus adláteres volcaron todo su esfuerzo en la "tarea" de demostrar a los españoles que el PP es un partido tan corrupto o más que el mismo PSOE, para lo cual movilizaron todas sus piezas, que no son pocas. Algunos observadores y analistas creen que, incluso, utilizaron recursos del Estado, como sectores de las fuerzas de inteligencia y seguridad, que, en democracia, deben ser escrupulosamente neutrales.
La historia dirá si el "caso Gürtel" acabará o no con el PP o si, como algunos creen, tendrá poca influencia en los electores o, incluso, generará un efecto contrario en la sociedad, que a veces decide proteger y arropar al débil frente al fuerte, a la víctima frente al cazador.
Ocurra lo que ocurra, el PP debe aprender de una vez una lección vital: el PSOE es un adversario peligroso capaz de utilizar muchos recursos para lograr su anhelo de controlar el poder, incluso algunos que en una verdadera democracia son impensables. En consecuencia, al PP no le queda otro camino que le conduzca al poder que el de la regeneración de la democracia, empezando por sus propias filas.
La derecha española debe asumir de una vez por todas que, pareciéndose al PSOE y dirigido por chorizos con gomina, jamás llegará al poder en una España que quiere retornar a la decencia. Ante un panorama de corrupción generalizada, es probable que los españoles digan aquello de que "más vale malo conocido que .." y sigan votando al PSOE.
Para enfrentarse al PSOE, la derecha española tiene que hacerse demócrata, adoptar un modelo de partido distinto al que diseñó José María Aznar, sin semidioses intocables al frente, ajeno al leninismo, capaz de tolerar el libre debate interno y de premiar el mérito por encima del servilismo, un partido de hombres y mujeres libres y honrados, como exige la democracia.
El caso Gürtel, por mucha agresión del PSOE que esconda, es un caso de corrupción real que, además, tiene problemas estéticos de pésimo gusto, con gente pija de gomina que recibe regalos a cambio de contratos, con dirigentes implicados que no merecen el privilegios de dirigir a un pueblo digno.
Limpien ustedes su partido y abracen sin cautelas la regeneración de la democracia, aquella que Aznar traicionó después de haberla prometido en su campaña electoral de 1996, una traición que decepcionó a muchos demócratas españoles, a los cuales la derecha humilló con aquel Pacto por la Justicia, impulsado por Aznar, que permitió a los grandes partidos políticos nombrar a los grandes magistrados y entrar a saco en los tribunales de justicia.
Sin democracia, el PSOE siempre gana, porque su leninismo sin escrúpulos, vertical y autoritario lo convierte en una maquinaria de poder casi invencible.
La realidad de España a principios del siglo XXI es todo un drama: Desde la izquierda y desde la derecha, la democracia ha sido asesinada y sustituida, secretamente y con nocturnidad, por una oligocracia de partidos que gestiona un Estado como si fuera de su propiedad, que predomina ilícitamente sobre los ciudadanos y la sociedad civil y que sabe coexistir sin trumas con la currupción y la mentira.
Únicamente un partido que crea de verdad en la democracia y la ponga en práctica, que otorgue valor al ciudadano, a la libertad, a las ideas, al debate y a la decencia, podra derrotar al PSOE, el cual se sentiría obligado a refundarse, si es que quiere volver a gobernar.
Nuestros partidos deberían aprender, de una vez, a ser demócratas. España y millones de españoles hastiados de corrupción y de indecencia se lo agradeceríamos.
El PSOE de Zapatero, cuyo rasgo dominante es que ansía el poder por encima de todo, intentó dinamitar al Partido Popular después de derrotarlo en 11 de marzo de 2004, presentándolo ante los españoles como un partido de mentirosos arrogantes, insensible a los deseos del pueblo y poco democrático.
Como no pudo lograr su objetivo, entonces intentó aislarlo y cerrarle cualquier posibilidad de alianza con otros partidos, para lo cual cerró pactos, algunos de ellos inconfesables, con los pequeños partidos nacionalistas, a pesar de las teóricas diferencias ideológicas, otorgándoles más poder del que les correspondía, estimulando su nacionalismo disgregador y permitiéndoles que practicaran niveles intolerabloes y nauseabundos de el chantaje antidemocrático e insolidario.
Al fallarles también esa "jugada" y al ver que el PP, a pesar de todo, ganó las elecciones en Galicia y dominó en las "europeas", Zapatero y sus adláteres volcaron todo su esfuerzo en la "tarea" de demostrar a los españoles que el PP es un partido tan corrupto o más que el mismo PSOE, para lo cual movilizaron todas sus piezas, que no son pocas. Algunos observadores y analistas creen que, incluso, utilizaron recursos del Estado, como sectores de las fuerzas de inteligencia y seguridad, que, en democracia, deben ser escrupulosamente neutrales.
La historia dirá si el "caso Gürtel" acabará o no con el PP o si, como algunos creen, tendrá poca influencia en los electores o, incluso, generará un efecto contrario en la sociedad, que a veces decide proteger y arropar al débil frente al fuerte, a la víctima frente al cazador.
Ocurra lo que ocurra, el PP debe aprender de una vez una lección vital: el PSOE es un adversario peligroso capaz de utilizar muchos recursos para lograr su anhelo de controlar el poder, incluso algunos que en una verdadera democracia son impensables. En consecuencia, al PP no le queda otro camino que le conduzca al poder que el de la regeneración de la democracia, empezando por sus propias filas.
La derecha española debe asumir de una vez por todas que, pareciéndose al PSOE y dirigido por chorizos con gomina, jamás llegará al poder en una España que quiere retornar a la decencia. Ante un panorama de corrupción generalizada, es probable que los españoles digan aquello de que "más vale malo conocido que .." y sigan votando al PSOE.
Para enfrentarse al PSOE, la derecha española tiene que hacerse demócrata, adoptar un modelo de partido distinto al que diseñó José María Aznar, sin semidioses intocables al frente, ajeno al leninismo, capaz de tolerar el libre debate interno y de premiar el mérito por encima del servilismo, un partido de hombres y mujeres libres y honrados, como exige la democracia.
El caso Gürtel, por mucha agresión del PSOE que esconda, es un caso de corrupción real que, además, tiene problemas estéticos de pésimo gusto, con gente pija de gomina que recibe regalos a cambio de contratos, con dirigentes implicados que no merecen el privilegios de dirigir a un pueblo digno.
Limpien ustedes su partido y abracen sin cautelas la regeneración de la democracia, aquella que Aznar traicionó después de haberla prometido en su campaña electoral de 1996, una traición que decepcionó a muchos demócratas españoles, a los cuales la derecha humilló con aquel Pacto por la Justicia, impulsado por Aznar, que permitió a los grandes partidos políticos nombrar a los grandes magistrados y entrar a saco en los tribunales de justicia.
Sin democracia, el PSOE siempre gana, porque su leninismo sin escrúpulos, vertical y autoritario lo convierte en una maquinaria de poder casi invencible.
La realidad de España a principios del siglo XXI es todo un drama: Desde la izquierda y desde la derecha, la democracia ha sido asesinada y sustituida, secretamente y con nocturnidad, por una oligocracia de partidos que gestiona un Estado como si fuera de su propiedad, que predomina ilícitamente sobre los ciudadanos y la sociedad civil y que sabe coexistir sin trumas con la currupción y la mentira.
Únicamente un partido que crea de verdad en la democracia y la ponga en práctica, que otorgue valor al ciudadano, a la libertad, a las ideas, al debate y a la decencia, podra derrotar al PSOE, el cual se sentiría obligado a refundarse, si es que quiere volver a gobernar.
Nuestros partidos deberían aprender, de una vez, a ser demócratas. España y millones de españoles hastiados de corrupción y de indecencia se lo agradeceríamos.







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