Con su legalidad bajo sospecha y con su carácter democrático ausente, la Constitución Española permite el abuso y la iniquidad antidemocrática del sanchismo
Había tanta ganas de democracia en aquellos tiempos que el pueblo aceptó una constitución falseada y desarmada, hecha a medida de los partidos y de los políticos, ajena al ciudadano y con muy escasos controles al poder.
Es también una constitución bañada en sangre, pues su primera piedra fue el magnicidio de Carrero Blanco, perpetrado por terroristas enemigos de España y quien sabe cuantos enemigos más. Aquella gentuza adicta al poder y al privilegios sabía que el almirante asesinado nunca habría permitido una constitución adulterada como la que fue sancionada.
Culpables de aquella gran estafa que nos coló un bodrio partitocrático en lugar de una democracia, fueron el Rey, el gobierno y los principales partidos, sobre todo UCD, el Partido Comunista, Alianza Popular y el PSOE. Más tarde, con el mismo espíritu de bajeza y estafa, se incorporó al club de los tramposos el PP, sucesor de Alianza Popular.
Con esa Constitución, incapaz, como es obvio al observar el sanchismo, de frenar a los corruptos y sinvergüenzas, los políticos abrieron la puerta a la esencia del mal, que entró en España entre aplausos del ingenuo y engañado pueblo.
Millones de españoles nos indignamos y asqueamos hoy al contemplar el país que nos han construido nuestros políticos y no nos resignamos a soportarlo sin lucha, a vivir en una nación que está en manos de gente sucia y sin principios, que miente cada día, indulta a delincuentes, cobra impuestos abusivos, vive rodeada de corruptos imputados, ataca a la Justicia, castra las instituciones, acuchilla la democracia y hasta provoca sospechas de fraude cada vez que se abren las urnas.
Por culpa de esa clase política podrida se han gestado en el útero del poder político español los sectarios populistas, los psicopáticos y las masas de fanáticos que los sostienen, criminales, violadores, violentos, censuradores, represores, odiadores, todos formando una secta masiva de gente enferma e inmune a la bondad y a la grandeza.
Si la España actual es una pocilga, los políticos son al mismo tiempo los que la han construido y la piara que la habita.
Nuestros políticos de los dos grandes partidos (PSOE y PP), unidos a los nacionalismos del odio a España, catalanes y vascos, prostituidos por el abuso y la corrupción y responsables de haber malgobernado España en las últimas décadas, pueden ser considerados ya por los demócratas y gente decente, sin miedo ni reservas, como enemigos a los que hay que erradicar para regenerar y limpiar la nación que ellos han degradado y llenado de injusticias y maldades.
La explicación del extraordinario crecimiento actual de VOX, partido que acoge a los desencantados, frustrados y víctimas del poder político español, sólo se encuentra tras contemplar la obra de los que han gobernado España desde la muerte del generalísimo.
Francisco Rubiales
Es también una constitución bañada en sangre, pues su primera piedra fue el magnicidio de Carrero Blanco, perpetrado por terroristas enemigos de España y quien sabe cuantos enemigos más. Aquella gentuza adicta al poder y al privilegios sabía que el almirante asesinado nunca habría permitido una constitución adulterada como la que fue sancionada.
Culpables de aquella gran estafa que nos coló un bodrio partitocrático en lugar de una democracia, fueron el Rey, el gobierno y los principales partidos, sobre todo UCD, el Partido Comunista, Alianza Popular y el PSOE. Más tarde, con el mismo espíritu de bajeza y estafa, se incorporó al club de los tramposos el PP, sucesor de Alianza Popular.
Con esa Constitución, incapaz, como es obvio al observar el sanchismo, de frenar a los corruptos y sinvergüenzas, los políticos abrieron la puerta a la esencia del mal, que entró en España entre aplausos del ingenuo y engañado pueblo.
Millones de españoles nos indignamos y asqueamos hoy al contemplar el país que nos han construido nuestros políticos y no nos resignamos a soportarlo sin lucha, a vivir en una nación que está en manos de gente sucia y sin principios, que miente cada día, indulta a delincuentes, cobra impuestos abusivos, vive rodeada de corruptos imputados, ataca a la Justicia, castra las instituciones, acuchilla la democracia y hasta provoca sospechas de fraude cada vez que se abren las urnas.
Por culpa de esa clase política podrida se han gestado en el útero del poder político español los sectarios populistas, los psicopáticos y las masas de fanáticos que los sostienen, criminales, violadores, violentos, censuradores, represores, odiadores, todos formando una secta masiva de gente enferma e inmune a la bondad y a la grandeza.
Si la España actual es una pocilga, los políticos son al mismo tiempo los que la han construido y la piara que la habita.
Nuestros políticos de los dos grandes partidos (PSOE y PP), unidos a los nacionalismos del odio a España, catalanes y vascos, prostituidos por el abuso y la corrupción y responsables de haber malgobernado España en las últimas décadas, pueden ser considerados ya por los demócratas y gente decente, sin miedo ni reservas, como enemigos a los que hay que erradicar para regenerar y limpiar la nación que ellos han degradado y llenado de injusticias y maldades.
La explicación del extraordinario crecimiento actual de VOX, partido que acoge a los desencantados, frustrados y víctimas del poder político español, sólo se encuentra tras contemplar la obra de los que han gobernado España desde la muerte del generalísimo.
Francisco Rubiales







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