Los españoles tienen un gravísimo problema con Pedro Sánchez, un asombroso, peligroso y nocivo ser desequilibrado y obsesionado con el poder.
Sánchez es un admirador secreto de Fidel Castro y de Hugo Chávez, dos dictadores repugnantes, manchados por la tortura y la sangre.
Sánchez quedó impresionado por un hecho histórico de enorme importancia, que marcó para siempre su concepción de la política. Ocurrió así: Hugo Chávez acudió a La Habana y le dijo a Fidel que venía a despedirse porque iba a perder pronto el poder, justo en las próximas elecciones, pues tenía todas las encuestas en contra, lo que anticipaba una derrota rotunda en la urnas. Fidel lo miró y le dijo: “No seas huevón. Cuando un revolucionario consigue el poder, no lo pierde jamás”.
Chaves, aleccionado, regresó a Caracas y ganó las elecciones haciendo todo tipo de trampas.
Sánchez piensa exactamente lo mismo y, dada su catadura moral, es más que probable que imite a Hugo Chaves y gane siempre las elecciones en España, como sea.
Su descaro y osadía no tienen límites. En medio de la actual vorágine de la corrupción socialista y acosado por el delito y los jueces, ha dicho que no habrá adelanto electoral, que las elecciones serán en 2027 y que él se presentará como candidato socialista.
Siguiendo las instrucciones de Fidel, Hugo Chávez se apoderó de todo el poder en Venezuela e instauró una tiranía blindada e invencible: colocó a los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) bajo su control personal, domesticó el periodismo, sometió por miedo y con dinero a sus ministros y cargos principales, corrompió las fuerzas armadas con dinero y controlando los ascensos y los servicios de inteligencia, e infundió una mezcla hipnótica de miedo y esperanza en la población, a la que puso mayoritariamente de su lado con mentiras y promesas falsas.
El español Sánchez está siguiendo los pasos de Chávez con una fidelidad pasmosa, pero adaptando hábilmente el proceso de destrucción de la democracia y el control del poder a las circunstancias de España, que es un país insertado en la Unión Europea y la OTAN, territorios teóricamente democráticos.
Y en esa ruta estamos hoy, con un Sánchez convertido en un ser peligroso, corrupto y desalmado que avanza, cada día un poco más, hacia una dictadura repugnante, sin hacer caso a sus dramas y carencias, que lo sitúan como el dirigente de Europa más rechazado y odiado por su pueblo, como el líder occidental más corrupto y como un corredor de fondo siniestro, lanzado en carrera veloz hacia la tiranía.
Francisco Rubiales
Sánchez es un admirador secreto de Fidel Castro y de Hugo Chávez, dos dictadores repugnantes, manchados por la tortura y la sangre.
Sánchez quedó impresionado por un hecho histórico de enorme importancia, que marcó para siempre su concepción de la política. Ocurrió así: Hugo Chávez acudió a La Habana y le dijo a Fidel que venía a despedirse porque iba a perder pronto el poder, justo en las próximas elecciones, pues tenía todas las encuestas en contra, lo que anticipaba una derrota rotunda en la urnas. Fidel lo miró y le dijo: “No seas huevón. Cuando un revolucionario consigue el poder, no lo pierde jamás”.
Chaves, aleccionado, regresó a Caracas y ganó las elecciones haciendo todo tipo de trampas.
Sánchez piensa exactamente lo mismo y, dada su catadura moral, es más que probable que imite a Hugo Chaves y gane siempre las elecciones en España, como sea.
Su descaro y osadía no tienen límites. En medio de la actual vorágine de la corrupción socialista y acosado por el delito y los jueces, ha dicho que no habrá adelanto electoral, que las elecciones serán en 2027 y que él se presentará como candidato socialista.
Siguiendo las instrucciones de Fidel, Hugo Chávez se apoderó de todo el poder en Venezuela e instauró una tiranía blindada e invencible: colocó a los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) bajo su control personal, domesticó el periodismo, sometió por miedo y con dinero a sus ministros y cargos principales, corrompió las fuerzas armadas con dinero y controlando los ascensos y los servicios de inteligencia, e infundió una mezcla hipnótica de miedo y esperanza en la población, a la que puso mayoritariamente de su lado con mentiras y promesas falsas.
El español Sánchez está siguiendo los pasos de Chávez con una fidelidad pasmosa, pero adaptando hábilmente el proceso de destrucción de la democracia y el control del poder a las circunstancias de España, que es un país insertado en la Unión Europea y la OTAN, territorios teóricamente democráticos.
Y en esa ruta estamos hoy, con un Sánchez convertido en un ser peligroso, corrupto y desalmado que avanza, cada día un poco más, hacia una dictadura repugnante, sin hacer caso a sus dramas y carencias, que lo sitúan como el dirigente de Europa más rechazado y odiado por su pueblo, como el líder occidental más corrupto y como un corredor de fondo siniestro, lanzado en carrera veloz hacia la tiranía.
Francisco Rubiales
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