El socialismo no es una ideología equivocada: es el enemigo ancestral de la humanidad, un veneno teocrático que promete paraíso y entrega gulags, hambrunas y fosas comunes; desde los campos de la muerte de Pol Pot hasta los millones devorados por el maoísmo, desde la Cuba esclavizada hasta la Venezuela reducida a esqueleto, siempre con el mismo ritual: confiscar la libertad, saquear la propiedad, aniquilar al disidente en nombre de una igualdad que solo iguala en la miseria; mata el espíritu emprendedor, castra la innovación, convierte al ciudadano en siervo del Estado omnipotente.
El "pánico rojo", ("Red Scare" en inglés), tiene su origen en el siglo XX y se desarrolló, sobre todo, en Estados Unidos, desde donde se ha extendido por buena parte de las democracias y los países que aman la libertad y temen las dictaduras socialistas.
Se refiere a un período de intensa histeria anticomunista y miedo irracional al socialismo o al comunismo en Estados Unidos. Surgió en un contexto de tensiones globales, como la Revolución Rusa de 1917, que instaló un gobierno bolchevique y propagó ideas marxistas por el mundo.
En EE.UU., este temor se tradujo en una persecución generalizada de supuestos "agitadores rojos" o simpatizantes de izquierda, alimentada por el miedo a que el capitalismo estadounidense fuera subvertido por influencias extranjeras. Fue un fenómeno social y político que combinaba propaganda, vigilancia estatal y linchamientos verbales, convirtiendo cualquier crítica al sistema en sospecha de traición.
El pánico rojo tuvo dos olas principales. La primera, entre 1919 y 1920, conocida como la "Primera Red Scare", ocurrió tras la Primera Guerra Mundial y la huelgas laborales masivas, donde el gobierno de Woodrow Wilson y el fiscal general A. Mitchell Palmer lideraron redadas que arrestaron a miles de inmigrantes y activistas sin cargos formales, deportando a cientos bajo la Ley de Exclusión de Anarquistas. La segunda, en la década de 1950 durante la Guerra Fría, fue orquestada por el senador Joseph McCarthy, quien acusó a funcionarios gubernamentales, artistas y intelectuales de ser comunistas infiltrados. Esta era de "macartismo" destruyó carreras, como las de los guionistas de Hollywood en la Lista Negra, y consolidó un clima de paranoia que priorizaba la lealtad ideológica sobre la evidencia.
Hoy en día, el "pánico rojo" se evoca para describir el persistente miedo al socialismo, acentuado tras el fracaso de la URSS y al contemplar los estragos que esa doctrina ha causado en países como Cuba, Venezuela y otros.
El pánico rojo es el principal culpable, junto con el fracaso de las viejas derechas tradicionales, del potente resurgimiento de las ideologías de derecha radical, sobre todo en Europa, y el intenso rechazo a dirigentes socialistas, casi siempre corruptos y antidemocráticos, como el español Pedro Sánchez, rechazado y abucheado en todo el país por las masas de españoles que aman la libertad y a su patria, a la que consideran amenazada por las ideologías de izquierda.
Aunque el comunismo como ideología ha perdido terreno global, su sombra persiste en narrativas que asocian el socialismo con progreso, ignorando que es justamente lo contrario: regreso a la esclavitud y la barbarie.
Muchos expertos creen que Cuba permanece esclava del socialismo porque Estados Unidos y algunas de las las élites que dominan el mundo occidental creen que ese país es un eficaz escaparate que demuestra hasta donde puede llegar el socialismo cuando alcanza el poder.
Cuba es una vacuna universal contra el socialismo. Basta contemplar a su pueblo, esclavo, humillado por una camarilla de tiranos y hambriento, para repudiar las ideologías de izquierda y sentir un "pánico rojo" que muchos, con razón, consideran saludable y curativo.
Francisco Rubiales
El "pánico rojo", ("Red Scare" en inglés), tiene su origen en el siglo XX y se desarrolló, sobre todo, en Estados Unidos, desde donde se ha extendido por buena parte de las democracias y los países que aman la libertad y temen las dictaduras socialistas.
Se refiere a un período de intensa histeria anticomunista y miedo irracional al socialismo o al comunismo en Estados Unidos. Surgió en un contexto de tensiones globales, como la Revolución Rusa de 1917, que instaló un gobierno bolchevique y propagó ideas marxistas por el mundo.
En EE.UU., este temor se tradujo en una persecución generalizada de supuestos "agitadores rojos" o simpatizantes de izquierda, alimentada por el miedo a que el capitalismo estadounidense fuera subvertido por influencias extranjeras. Fue un fenómeno social y político que combinaba propaganda, vigilancia estatal y linchamientos verbales, convirtiendo cualquier crítica al sistema en sospecha de traición.
El pánico rojo tuvo dos olas principales. La primera, entre 1919 y 1920, conocida como la "Primera Red Scare", ocurrió tras la Primera Guerra Mundial y la huelgas laborales masivas, donde el gobierno de Woodrow Wilson y el fiscal general A. Mitchell Palmer lideraron redadas que arrestaron a miles de inmigrantes y activistas sin cargos formales, deportando a cientos bajo la Ley de Exclusión de Anarquistas. La segunda, en la década de 1950 durante la Guerra Fría, fue orquestada por el senador Joseph McCarthy, quien acusó a funcionarios gubernamentales, artistas y intelectuales de ser comunistas infiltrados. Esta era de "macartismo" destruyó carreras, como las de los guionistas de Hollywood en la Lista Negra, y consolidó un clima de paranoia que priorizaba la lealtad ideológica sobre la evidencia.
Hoy en día, el "pánico rojo" se evoca para describir el persistente miedo al socialismo, acentuado tras el fracaso de la URSS y al contemplar los estragos que esa doctrina ha causado en países como Cuba, Venezuela y otros.
El pánico rojo es el principal culpable, junto con el fracaso de las viejas derechas tradicionales, del potente resurgimiento de las ideologías de derecha radical, sobre todo en Europa, y el intenso rechazo a dirigentes socialistas, casi siempre corruptos y antidemocráticos, como el español Pedro Sánchez, rechazado y abucheado en todo el país por las masas de españoles que aman la libertad y a su patria, a la que consideran amenazada por las ideologías de izquierda.
Aunque el comunismo como ideología ha perdido terreno global, su sombra persiste en narrativas que asocian el socialismo con progreso, ignorando que es justamente lo contrario: regreso a la esclavitud y la barbarie.
Muchos expertos creen que Cuba permanece esclava del socialismo porque Estados Unidos y algunas de las las élites que dominan el mundo occidental creen que ese país es un eficaz escaparate que demuestra hasta donde puede llegar el socialismo cuando alcanza el poder.
Cuba es una vacuna universal contra el socialismo. Basta contemplar a su pueblo, esclavo, humillado por una camarilla de tiranos y hambriento, para repudiar las ideologías de izquierda y sentir un "pánico rojo" que muchos, con razón, consideran saludable y curativo.
Francisco Rubiales







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