
Aunque oficialmente se diga que todo lo ocurrido quedó perfectamente aclarado con la sentencia y con los autores condenados, existe un general convencimiento de que eso no es así, de que aún no se conoce la realidad de lo ocurrido y, lo que es peor, de que existe una gran conspiración entre los grandes partidos y las élites para que la verdad, que debe ser terrible, nunca se conozca.
No merecen ni olvido ni perdón quienes conspiraron para provocar un cambio de régimen en España, alterando el resultado normal de unas elecciones, matando a 192 personas al volar los trenes de Atocha.
Todos los criminales seréis juzgados, tarde o temprano.
Nada menos que 21 años sin justicia para las víctimas y 21 años con nuestros malditos y degenerados políticos engañando a su pueblo y a la Historia.
La lista de irregularidades, sospechas y fallos cometidos es enorme: desguace apresurado de los trenes dinamitados, impidiendo así un análisis minucioso de los indicios y pruebas; investigación superficial y apresurada; abandono prematuro de pesquisas importantes, una vez conocido el resultado de las elecciones, que ganó por sorpresa el PSOE, con el nefasto Zapatero al frente; los precintados últimos restos de un foco de explosión del 11-M, que teóricamente estaban custodiados y puestos a disposición del juzgado 6 de la Audiencia Nacional, fueron sustraídos inexplicablemente; y continuas versiones manipuladas en los medios, claramente destinadas a crear confusión y caos que impidieran el descubrimiento de la verdad, entre otras muchas cosas extrañas.
Es como si una poderosa mano y una mente pervertida hubieran unido su esfuerzo para impedir que la verdad fuera conocida.
Circularon versiones de todo tipo, todas sin pruebas ni soportes lógicos: que si fueron los servicios secretos de Marruecos, que si fueron los franceses, que si fue ETA, que si se trató de un atentado islamista, que si fué el partido ganador de las elecciones, etc., etc..
Lo que es evidente es que lo que rodea a los atentados de Atocha corrobora la ausencia de democracia, la baja calidad ética de la política española y la bajeza corrupta de los que controlan el poder.
Francisco Rubiales
No merecen ni olvido ni perdón quienes conspiraron para provocar un cambio de régimen en España, alterando el resultado normal de unas elecciones, matando a 192 personas al volar los trenes de Atocha.
Todos los criminales seréis juzgados, tarde o temprano.
Nada menos que 21 años sin justicia para las víctimas y 21 años con nuestros malditos y degenerados políticos engañando a su pueblo y a la Historia.
La lista de irregularidades, sospechas y fallos cometidos es enorme: desguace apresurado de los trenes dinamitados, impidiendo así un análisis minucioso de los indicios y pruebas; investigación superficial y apresurada; abandono prematuro de pesquisas importantes, una vez conocido el resultado de las elecciones, que ganó por sorpresa el PSOE, con el nefasto Zapatero al frente; los precintados últimos restos de un foco de explosión del 11-M, que teóricamente estaban custodiados y puestos a disposición del juzgado 6 de la Audiencia Nacional, fueron sustraídos inexplicablemente; y continuas versiones manipuladas en los medios, claramente destinadas a crear confusión y caos que impidieran el descubrimiento de la verdad, entre otras muchas cosas extrañas.
Es como si una poderosa mano y una mente pervertida hubieran unido su esfuerzo para impedir que la verdad fuera conocida.
Circularon versiones de todo tipo, todas sin pruebas ni soportes lógicos: que si fueron los servicios secretos de Marruecos, que si fueron los franceses, que si fue ETA, que si se trató de un atentado islamista, que si fué el partido ganador de las elecciones, etc., etc..
Lo que es evidente es que lo que rodea a los atentados de Atocha corrobora la ausencia de democracia, la baja calidad ética de la política española y la bajeza corrupta de los que controlan el poder.
Francisco Rubiales
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