El miedo crece y es ya uno de los grandes protagonistas de la vida de los españoles y de una sociedad cada vez menos democrática, mas sectaria y más amenazada en sus libertades y derechos.
La gente oculta sus preferencias políticas como si fueran vergonzantes: ni revela la emisora que escucha o el periódico que lee. Ya no se puede ir tranquilo con un periódico conservador bajo del brazo porque siempre hay alguien que te dice: ¿Cómo te atreves a leer ese periódico? ¿Es que eres de derechas? Si, por el contrario, llevas "El País", te acusan de ser de izquierdas y percibes el rechazo de la derecha.
El empresario se siente obligado a esconder sus ideas políticas ante sus clientes. Si manifiestas claramente tus ideas, te expones al rechazo.
"¡Malditos sean los políticos y su sectarismo. Están convirtiendo la sociedad en un asco!", sentenciaba no hace mucho un empresario cordobés tras asistir a una conferencia de Antonio Garrigues Walker, que tocó en su discurso la creciente fuerza del miedo en la vida cotidiana española.
Pero el miedo no sólo se palpa en el mundo de los negocios, sino que avanza imparable y envuelve con su manto negro otras manifestaciones de la vida social y cultural, como la familia, los matrimonios, las fiestas, los debates, los foros, las comidas de trabajo y hasta la convivencia y la amistad.
Si habla un conferenciante de derecha en un foro, no acuden los de izquierdas, ni siquiera los empresarios, para que no les vean. Ocurre lo mismo cuando el conferenciante es de izquierda; los de derecha desaparecen, siempre por puro miedo.
Algunos se niegan ya a aparecer en público con personas significativas de un bando u otro.
Un gran jurista español, asesor de grandes empresas, nos contaba recientemente que sus clientes le consultan con frecuencia si deben acudir o no a actos organizados por el Partido Popular o por el PSOE, ante el miedo a que lo vean y lo consideren partidario de un partido u otro. "Ne me atrevo a señalarme porque después, cuando vas a un concurso público, no te lo dan", afirmaba uno de esos empresarios.
Los españoles hemos pasado demasiado velozmente desde la pobreza a la prosperidad y eso nos ha hecho cobardes. Estamos dispuestos a todo con tal de no perder comodidades y privilegios. Esa cobardía es la razón principal de que el miedo domine nuestras vidas.
Los culpables de que el miedo esté penetrando hasta la médula de la sociedad española no son sólo los políticos y sus partidos, cada día más sectarios e intolerantes, sino los propios ciudadanos, cada día más cobardes, incapaces de defender sus libertades y de plantarle cara al sucio poder político, que está destruyendo la sociedad.
Por estas razones, criticar y combatir desde la ciudadanía y con métodos pacíficos a la clase política española, sobre todo a los que gobiernan, es la máxima expresión de dignidad y decencia en la España corrupta e injusta del presente.
Francisco Rubiales
La gente oculta sus preferencias políticas como si fueran vergonzantes: ni revela la emisora que escucha o el periódico que lee. Ya no se puede ir tranquilo con un periódico conservador bajo del brazo porque siempre hay alguien que te dice: ¿Cómo te atreves a leer ese periódico? ¿Es que eres de derechas? Si, por el contrario, llevas "El País", te acusan de ser de izquierdas y percibes el rechazo de la derecha.
El empresario se siente obligado a esconder sus ideas políticas ante sus clientes. Si manifiestas claramente tus ideas, te expones al rechazo.
"¡Malditos sean los políticos y su sectarismo. Están convirtiendo la sociedad en un asco!", sentenciaba no hace mucho un empresario cordobés tras asistir a una conferencia de Antonio Garrigues Walker, que tocó en su discurso la creciente fuerza del miedo en la vida cotidiana española.
Pero el miedo no sólo se palpa en el mundo de los negocios, sino que avanza imparable y envuelve con su manto negro otras manifestaciones de la vida social y cultural, como la familia, los matrimonios, las fiestas, los debates, los foros, las comidas de trabajo y hasta la convivencia y la amistad.
Si habla un conferenciante de derecha en un foro, no acuden los de izquierdas, ni siquiera los empresarios, para que no les vean. Ocurre lo mismo cuando el conferenciante es de izquierda; los de derecha desaparecen, siempre por puro miedo.
Algunos se niegan ya a aparecer en público con personas significativas de un bando u otro.
Un gran jurista español, asesor de grandes empresas, nos contaba recientemente que sus clientes le consultan con frecuencia si deben acudir o no a actos organizados por el Partido Popular o por el PSOE, ante el miedo a que lo vean y lo consideren partidario de un partido u otro. "Ne me atrevo a señalarme porque después, cuando vas a un concurso público, no te lo dan", afirmaba uno de esos empresarios.
Los españoles hemos pasado demasiado velozmente desde la pobreza a la prosperidad y eso nos ha hecho cobardes. Estamos dispuestos a todo con tal de no perder comodidades y privilegios. Esa cobardía es la razón principal de que el miedo domine nuestras vidas.
Los culpables de que el miedo esté penetrando hasta la médula de la sociedad española no son sólo los políticos y sus partidos, cada día más sectarios e intolerantes, sino los propios ciudadanos, cada día más cobardes, incapaces de defender sus libertades y de plantarle cara al sucio poder político, que está destruyendo la sociedad.
Por estas razones, criticar y combatir desde la ciudadanía y con métodos pacíficos a la clase política española, sobre todo a los que gobiernan, es la máxima expresión de dignidad y decencia en la España corrupta e injusta del presente.
Francisco Rubiales








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