
Hasta que el gran corrupto no esté encarcelado, los españoles decentes estarán angustiados y en pie de guerra
Es tan evidente que Pedro Sánchez es un corrupto de inmensa bajeza que no se entiende que haya gente que le siga y le vote. Sus amigos y colaboradores son marranos de la estofa de Ábalos. Koldo, Santos Cerdán y otros similares. Dime con quién andas y te diré quién eres.
El presidente manchego García Page, el más crítico de los dirigentes socialistas españoles, alerta de la corrupción que rodea al PSOE: «Me preocupa más lo que intuyo que queda por conocer».
La gente, sorprendida y asustada porque la corrupción del PSOE parece no tener fondo, se pregunta cómo el socialismo español ha podido caer tan bajo. Al principio procuraba salvar al líder Sánchez, pero ahora ya no puede hacerlo. Sus mentiras no cuelan, sus lágrimas no son creíbles, su hipocresía sobrecoge por su bajeza, su corrupción es temible y sus secuaces le obedecen con la misma devoción que la mafia de Chicago obedecía a Al Capone.
Los pocos socialistas honrados que quedan y se atreven a hablar claro dicen que el desastre empezó cuando el partido eligió como secretario general a un tramposo sin ética que había sido sorprendido falseando votos en una urna clandestina, detrás de una cortina.
Después de esa elección, se abrieron de par en par las puertas de la basura y los excrementos.
Los últimos informes de la UCO y las filtraciones de sus enemigos demuestran que Sánchez ha estado desde el principio al tanto de todas las suciedades y abusos de su partido. Él es un jefe que quiere controlarlo todo, incluso la maldad, y eso le ha perdido porque las mentiras tienen las patas cortas y la verdad siempre termina por imponerse.
Hoy, Sánchez es ya un muerto viviente que no dimite porque tiene miedo de ir a la cárcel y que resiste clavando sus colmillos, como un jabalí acorralado.
Algunos miembros del PSOE que conservan resquicios de dignidad, incapaces de soportar tanta vileza, empiezan a desertar. Es el principio del fin de un ser peligroso que se ha apoderado de España y del que los españoles tienen que librarse por razón de supervivencia, además de reformar las leyes y normas para evitar que en el futuro otro Sánchez llegue al poder para aplastar la patria.
Francisco Rubiales
El presidente manchego García Page, el más crítico de los dirigentes socialistas españoles, alerta de la corrupción que rodea al PSOE: «Me preocupa más lo que intuyo que queda por conocer».
La gente, sorprendida y asustada porque la corrupción del PSOE parece no tener fondo, se pregunta cómo el socialismo español ha podido caer tan bajo. Al principio procuraba salvar al líder Sánchez, pero ahora ya no puede hacerlo. Sus mentiras no cuelan, sus lágrimas no son creíbles, su hipocresía sobrecoge por su bajeza, su corrupción es temible y sus secuaces le obedecen con la misma devoción que la mafia de Chicago obedecía a Al Capone.
Los pocos socialistas honrados que quedan y se atreven a hablar claro dicen que el desastre empezó cuando el partido eligió como secretario general a un tramposo sin ética que había sido sorprendido falseando votos en una urna clandestina, detrás de una cortina.
Después de esa elección, se abrieron de par en par las puertas de la basura y los excrementos.
Los últimos informes de la UCO y las filtraciones de sus enemigos demuestran que Sánchez ha estado desde el principio al tanto de todas las suciedades y abusos de su partido. Él es un jefe que quiere controlarlo todo, incluso la maldad, y eso le ha perdido porque las mentiras tienen las patas cortas y la verdad siempre termina por imponerse.
Hoy, Sánchez es ya un muerto viviente que no dimite porque tiene miedo de ir a la cárcel y que resiste clavando sus colmillos, como un jabalí acorralado.
Algunos miembros del PSOE que conservan resquicios de dignidad, incapaces de soportar tanta vileza, empiezan a desertar. Es el principio del fin de un ser peligroso que se ha apoderado de España y del que los españoles tienen que librarse por razón de supervivencia, además de reformar las leyes y normas para evitar que en el futuro otro Sánchez llegue al poder para aplastar la patria.
Francisco Rubiales
Comentarios: