Los que votan a Sánchez deberían meditar que la masonería está feliz con Sánchez en el poder. El comunismo también. Y el narcotráfico. Y las mafias. Y también la corrupción internacional. Todo lo indecente adora a Sánchez.
Las malas compañías contagian miseria y maldad y el análisis del sanchismo lo demuestra cada día. Entre sus "amigos" deleznables destacan: dictadores de países cuyos ciudadanos son aplastados y asesinados, como Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros; partidos comunistas de todo el mundo; totalitarios; narcoestados; oligarcas y autócratas; separatistas como sus socios vascos y catalanes; adictos al odio como los golpistas catalanes; mercenarios, corruptos, traficantes; gestores mundiales del dinero negro; regímenes totalitarios y ajenos a los derechos humanos, como el de China; los marroquíes, país gobernado por un sátrapa corrupto, y un largo etcétera de basura y suciedad mundial.
El periplo del PSOE bajo el mandato de Sánchez, que se inició con un intento de pucherazo que fue descubierto, ha envilecido a ese partido y lo ha situado claramente en el "Eje del mal" del siglo XXI.
La composición del gobierno de Sánchez habla por si sola. Un partido decente y democrático no puede gobernar gracias a los votos de golpistas, separatistas, mercenarios vascos sin ética y partidos que odian a España y quieren destruirla.
Una simple mirada al sanchismo basta para discernir que se trata de basura contaminada por el totalitarismo y la corrupción.
También son indicativos de la bajeza sanchista su odio a los jueces independientes, el cambio de leyes para facilitar delitos como la corrupción, el indulto a delincuentes catalanes condenados por la Justicia, la protección y amparo al tránsfuga Puigdemont, también condenado por las leyes, su acoso a los periodistas veraces y su protección indecente a los que violan las fronteras y penetran en España por la fuerza, a los okupas, ladrones de viviendas, corruptos y delincuentes de todas las estofas y variedades.
Pero quizás sean la opacidad y la mentira los rasgos más sucios de un gobierno que oculta sus miserias, que son muchas, que miente para ganar votos, que compra a la prensa para que imponga la mentira, que ocupa instituciones y empresas para dominarlas, que realiza vuelos sospechosos en aviones oficiales, casi siempre a República Dominicana, sin informar de su carga y destino, que prostituye órganos vitales como la Fiscalía General y el Tribunal Constitucional, que se endeuda de manera suicida, que ensucia las concesiones, subvenciones y contratos públicos, que derrocha sin límites y que utiliza el dinero público con arbitrariedad y sin decoro.
El sanchismo refleja en su gobierno el lumpen, el hampa, la división, el odio y la trifulca.
La más contundente prueba de su bajeza es que la familia más cercana al presidente Sánchez (esposa y hermano) y sus colaboradores más inmediatos (Ábalos, Santos Cerdán, el Fiscal General, etc.) están al borde del juicio y posible prisión.
Francisco Rubiales
Las malas compañías contagian miseria y maldad y el análisis del sanchismo lo demuestra cada día. Entre sus "amigos" deleznables destacan: dictadores de países cuyos ciudadanos son aplastados y asesinados, como Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros; partidos comunistas de todo el mundo; totalitarios; narcoestados; oligarcas y autócratas; separatistas como sus socios vascos y catalanes; adictos al odio como los golpistas catalanes; mercenarios, corruptos, traficantes; gestores mundiales del dinero negro; regímenes totalitarios y ajenos a los derechos humanos, como el de China; los marroquíes, país gobernado por un sátrapa corrupto, y un largo etcétera de basura y suciedad mundial.
El periplo del PSOE bajo el mandato de Sánchez, que se inició con un intento de pucherazo que fue descubierto, ha envilecido a ese partido y lo ha situado claramente en el "Eje del mal" del siglo XXI.
La composición del gobierno de Sánchez habla por si sola. Un partido decente y democrático no puede gobernar gracias a los votos de golpistas, separatistas, mercenarios vascos sin ética y partidos que odian a España y quieren destruirla.
Una simple mirada al sanchismo basta para discernir que se trata de basura contaminada por el totalitarismo y la corrupción.
También son indicativos de la bajeza sanchista su odio a los jueces independientes, el cambio de leyes para facilitar delitos como la corrupción, el indulto a delincuentes catalanes condenados por la Justicia, la protección y amparo al tránsfuga Puigdemont, también condenado por las leyes, su acoso a los periodistas veraces y su protección indecente a los que violan las fronteras y penetran en España por la fuerza, a los okupas, ladrones de viviendas, corruptos y delincuentes de todas las estofas y variedades.
Pero quizás sean la opacidad y la mentira los rasgos más sucios de un gobierno que oculta sus miserias, que son muchas, que miente para ganar votos, que compra a la prensa para que imponga la mentira, que ocupa instituciones y empresas para dominarlas, que realiza vuelos sospechosos en aviones oficiales, casi siempre a República Dominicana, sin informar de su carga y destino, que prostituye órganos vitales como la Fiscalía General y el Tribunal Constitucional, que se endeuda de manera suicida, que ensucia las concesiones, subvenciones y contratos públicos, que derrocha sin límites y que utiliza el dinero público con arbitrariedad y sin decoro.
El sanchismo refleja en su gobierno el lumpen, el hampa, la división, el odio y la trifulca.
La más contundente prueba de su bajeza es que la familia más cercana al presidente Sánchez (esposa y hermano) y sus colaboradores más inmediatos (Ábalos, Santos Cerdán, el Fiscal General, etc.) están al borde del juicio y posible prisión.
Francisco Rubiales
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