España ha dominado medio mundo y ha sido el imperio más poderoso de la Historia entre los siglos XVI y XVIII, época en la que sus ejércitos fueron invencibles, en tierra y en el mar.
Aquellas victorias no han sido olvidadas por algunos países entonces derrotados, hoy poderosos, sobre todo por los anglosajones, cuyo odio a España es profundo y viejo.
Además de sus antiguos enemigos, fruto de las victorias y conquistas españolas, el actual gobierno de Pedro Sánchez, uno de los más sucios e ineptos de la Historia moderna del país, se ha buscado nuevos enemigos, internos y externos, y ha alimentado el desprestigio y el rechazo a España en el mundo.
Países como Argentina, Israel, Argelia, Marruecos, México, Rusia y otros tienen problemas con la España de Sánchez, además de Estados Unidos, potencia que no soporta los ataques de Sánchez a Donald Trump, la escasa inversión española en armamento y el hecho de que el sanchismo haya sentado a comunistas en el Consejo de Gobierno y les haya abierto las puertas a los secretos de la Alianza Atlántica y de la seguridad colectiva de Occidente.
Nadie habla de los riesgos y perjuicios que está padeciendo la España de Sánchez como consecuencia de su política internacional estúpida y descerebrada, pero son cuantiosos e incluyen pérdidas de contratos internacionales para las empresas españolas, marginación de grandes negocios y dificultades no reveladas en los ámbitos financieros, donde los anglos y el lobby judío tienen gran poder e influencia.
Pedro Sánchez es un flagelo y un castigo para España en numerosos ámbitos: en el futuro de España como nación unida y fuerte, en las finanzas internacionales, en la seguridad mundial, en los grandes foros, en los grandes negocios y en el prestigio e influencia de España, en general, además de ser el presidente de gobierno más odiado y rechazado por el pueblo español desde los tiempos de Godoy.
Algún día, cuando el sanchismo haya caído y se hayan levantado las alfombras que esconden secretos terribles, sabremos con precisión que la política de Sánchez ha costado a España muchos miles de millones de euros, además de pérdida de prestigio y de una alta cuota de seguridad.
Francisco Rubiales
Aquellas victorias no han sido olvidadas por algunos países entonces derrotados, hoy poderosos, sobre todo por los anglosajones, cuyo odio a España es profundo y viejo.
Además de sus antiguos enemigos, fruto de las victorias y conquistas españolas, el actual gobierno de Pedro Sánchez, uno de los más sucios e ineptos de la Historia moderna del país, se ha buscado nuevos enemigos, internos y externos, y ha alimentado el desprestigio y el rechazo a España en el mundo.
Países como Argentina, Israel, Argelia, Marruecos, México, Rusia y otros tienen problemas con la España de Sánchez, además de Estados Unidos, potencia que no soporta los ataques de Sánchez a Donald Trump, la escasa inversión española en armamento y el hecho de que el sanchismo haya sentado a comunistas en el Consejo de Gobierno y les haya abierto las puertas a los secretos de la Alianza Atlántica y de la seguridad colectiva de Occidente.
Nadie habla de los riesgos y perjuicios que está padeciendo la España de Sánchez como consecuencia de su política internacional estúpida y descerebrada, pero son cuantiosos e incluyen pérdidas de contratos internacionales para las empresas españolas, marginación de grandes negocios y dificultades no reveladas en los ámbitos financieros, donde los anglos y el lobby judío tienen gran poder e influencia.
Pedro Sánchez es un flagelo y un castigo para España en numerosos ámbitos: en el futuro de España como nación unida y fuerte, en las finanzas internacionales, en la seguridad mundial, en los grandes foros, en los grandes negocios y en el prestigio e influencia de España, en general, además de ser el presidente de gobierno más odiado y rechazado por el pueblo español desde los tiempos de Godoy.
Algún día, cuando el sanchismo haya caído y se hayan levantado las alfombras que esconden secretos terribles, sabremos con precisión que la política de Sánchez ha costado a España muchos miles de millones de euros, además de pérdida de prestigio y de una alta cuota de seguridad.
Francisco Rubiales
Comentarios: