España es el único país del mundo donde se le pagan sueldos públicos a prostitutas para que forniquen con líderes socialistas.Es un bodrio de vicio y degradación plagado de injusticias, corrupciones, abusos y bajezas promovidas por el poder político y financiados con el dinero que los ciudadanos siempre pagan.
Algunos dicen que los políticos españoles son el colectivo que más droga consume y el mejor cliente de los que distribuyen cocaína u explotan prostitutas en el mundo. Es una terrible fama ganada a pulso en las últimas décadas, donde los socialistas llenaron los juzgados y acapararón centenares de denuncias por corrupción y abuso de poder.
Las revelaciones sobre el “contubernio” entre socialistas corruptos, prostitutas, drogas y orgias son escandalosas y describen a meretrices colocadas en empresas públicas, habitaciones de hoteles y paradores destrozadas tras largas sesiones de sexo y con restos de drogas, muchachas tuteladas por el Estado que han sido violadas y otros muchos abusos y suciedades que reflejan una degeneración muy alta en la clase política gobernante.
La degeneración socialista traspasa las fronteras del sexo y la droga para penetrar también en otras obscenidades de baja estofa ética como las comisiones ilegales, la malversación, la prevaricación, subvenciones y contratos amañados, regalos clandestinos, cuentas secretas en paraísos fiscales y el uso del poder para enriquecerse ilícitamente.
Hay signos visibles alarmantes que permiten imaginar la inmensidad de la montaña de excrementos que cubre la política socialista española, como el hecho, único en el mundo, de que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, tenga a su esposa, a su hermano, a su mano derecha actual (Santos Cerdán) y al anterior (José Luís Ábalos) a punto de entrar en prisión, imputados por corrupción.
Otro ejemplo que denota la bajeza del socialismo español y que sorprende al mundo es la imputación del Fiscal General del Estado, una figura que en democracia debería ser el gran freno y perseguidor de los corruptos, pero que en la España de Sánchez es poco más que un cómplice encubridor de delitos gubernamentales y del partido socialista.
Y lo que es todavía peor: ni el presidente ni sus colaboradores impregnados de corrupción dimiten y todos se protegen mutuamente como suele ser habitual en las mafias.
En lugar de arrepentirse y pedir perdón por su bajeza viciosa y corrupta, los gobernantes del sanchismo arremeten contra el poder judicial para maniatarlo y evitar que persiga sus abusos, desmanes y delitos.
La osadía del socialismo español y su falta de ética democrática llega a tanto que ahora pretenden aprobar una ley para desarmar a los jueces y entregar la investigación de los delitos a una fiscalía que en España es un simple departamento sometido del gobierno.
La cloaca de la política española está alcanzando con el gobierno de Sánchez dimensiones dantescas y un hedor que impregna a medio mundo.
Si es cierto que de la corrupción y los vicios del poder apenas llega a conocerse el diez por ciento de la realidad, como aseguran los expertos, entonces la política española gobernante puede ser la mayor letrina del universo.
Francisco Rubiales
Algunos dicen que los políticos españoles son el colectivo que más droga consume y el mejor cliente de los que distribuyen cocaína u explotan prostitutas en el mundo. Es una terrible fama ganada a pulso en las últimas décadas, donde los socialistas llenaron los juzgados y acapararón centenares de denuncias por corrupción y abuso de poder.
Las revelaciones sobre el “contubernio” entre socialistas corruptos, prostitutas, drogas y orgias son escandalosas y describen a meretrices colocadas en empresas públicas, habitaciones de hoteles y paradores destrozadas tras largas sesiones de sexo y con restos de drogas, muchachas tuteladas por el Estado que han sido violadas y otros muchos abusos y suciedades que reflejan una degeneración muy alta en la clase política gobernante.
La degeneración socialista traspasa las fronteras del sexo y la droga para penetrar también en otras obscenidades de baja estofa ética como las comisiones ilegales, la malversación, la prevaricación, subvenciones y contratos amañados, regalos clandestinos, cuentas secretas en paraísos fiscales y el uso del poder para enriquecerse ilícitamente.
Hay signos visibles alarmantes que permiten imaginar la inmensidad de la montaña de excrementos que cubre la política socialista española, como el hecho, único en el mundo, de que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, tenga a su esposa, a su hermano, a su mano derecha actual (Santos Cerdán) y al anterior (José Luís Ábalos) a punto de entrar en prisión, imputados por corrupción.
Otro ejemplo que denota la bajeza del socialismo español y que sorprende al mundo es la imputación del Fiscal General del Estado, una figura que en democracia debería ser el gran freno y perseguidor de los corruptos, pero que en la España de Sánchez es poco más que un cómplice encubridor de delitos gubernamentales y del partido socialista.
Y lo que es todavía peor: ni el presidente ni sus colaboradores impregnados de corrupción dimiten y todos se protegen mutuamente como suele ser habitual en las mafias.
En lugar de arrepentirse y pedir perdón por su bajeza viciosa y corrupta, los gobernantes del sanchismo arremeten contra el poder judicial para maniatarlo y evitar que persiga sus abusos, desmanes y delitos.
La osadía del socialismo español y su falta de ética democrática llega a tanto que ahora pretenden aprobar una ley para desarmar a los jueces y entregar la investigación de los delitos a una fiscalía que en España es un simple departamento sometido del gobierno.
La cloaca de la política española está alcanzando con el gobierno de Sánchez dimensiones dantescas y un hedor que impregna a medio mundo.
Si es cierto que de la corrupción y los vicios del poder apenas llega a conocerse el diez por ciento de la realidad, como aseguran los expertos, entonces la política española gobernante puede ser la mayor letrina del universo.
Francisco Rubiales
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