La relación entre los gobiernos y la libertad individual siempre ha sido tormentosa.
Históricamente, algunos estados han buscado consolidar poder mediante el control de la información, la educación y las narrativas culturales, lo que puede limitar el pensamiento crítico y la autonomía de los ciudadanos.
Esto se observaba antes en sistemas autoritarios donde la propaganda, la censura y la coerción son herramientas comunes para mantener a la población sumisa, pero en el presente ese mal se extiende e infecta a países que habían sido libres y celosos de sus libertades y derechos.
Ejemplos claros incluyen regímenes totalitarios del siglo XX como la Alemania nazi o la URSS bajo Stalin, donde el adoctrinamiento masivo se utilizó para el control social.
Sin embargo, no todos los gobiernos operan así. En democracias, aunque imperfectas, existen mecanismos como la libertad de prensa, el acceso a la educación plural y los derechos individuales que buscan fomentar ciudadanos críticos. Aun así, incluso en estos sistemas, la libertad individual retrocede y aumentan los riesgos de esclavitud.
La manipulación mediática, la polarización y el exceso de burocracia erosionan la libertad de pensamiento. El auge de la desinformación en redes sociales, el control de los medios, sobre todo de la televisión y la dependencia de algoritmos para filtrar contenido generan cobardía y esclavitud, al mismo tiempo que taponan las ideas.
A lo largo de la historia, diversos regímenes han utilizado estrategias para limitar la libertad de pensamiento y fomentar la sumisión de sus ciudadanos.
Aquí van algunos ejemplos: Alemania nazi (1933-1945), la Unión Soviética bajo Stalin (1924-1953), la China bajo Mao (1949-1976) y Corea del Norte (1948-presente), quizás el más potente ejemplo actual, junto con Cuba, de Estado que opera como una "fábrica de esclavos".
La necesidad de fomentar la ciudadanía libre frente al totalitarismo y las tendencias esclavizantes es hoy una urgencia vital para la Humanidad.
Hay países en el mundo que están plenamente sumergidos en la ignominia totalitaria, donde sus gobiernos son enemigos del hombre y de la libertad, como Cuba, Corea del Norte, China, Venezuela y otros. Los hay también que aunque posean una fachada democrática, han caído en manos de personajes corruptos y sin escrúpulos que los conducen hacia la esclavitud y el desastre, entre los que sobresale la España de Pedro Sánchez.
Para evitar el drama de la esclavitud humana, hay que fomentar la Educación crítica y plural. Hay que potenciar el Acceso a la información libre y a medios independientes, protegiendo la libertad, que es crucial. Proteger la libertad de prensa es decisivo e imprescindible. Hay que defender un servicio abierto de Internet. Hay que lograr la participación cívica activa y la presencia de ciudadanos en las organizaciones de base, fomentando movimientos ciudadanos, como los que surgieron durante la Primavera Árabe. Hay que empoderar a las personas para exigir transparencia y rendición de cuentas. Hay que reforzar la educación cívica y la protección de los disidentes que denuncien abusos y corrupciones y proteger también a organizaciones internacionales y grupos dedicados al control de los gobiernos y a la defensa de la libertad y la ciudadanía libre, como Amnistía Internacional y otras, capaces de amplificar las voces de quienes desafían a los regímenes opresivos.
Especial importancia tiene promover una cultura donde cuestionar a la autoridad no sea visto como subversivo, sino como un acto de responsabilidad cívica y democrática. Esto puede lograrse a través del arte, la literatura y los medios, que históricamente han desafiado narrativas dominantes (por ejemplo, las obras de George Orwell o las sátiras políticas en democracias modernas).
Los gobiernos y sus propagandistas se han empeñado en hacernos olvidar que la democracia es, por encima de todo, un sistema para que los ciudadanos y sus instituciones controlen a sus respectivos gobiernos y les impidan deslizarse hacia la tiranía.
A los tiranos y canallas les interesa que la democracia sea entendida sólo como un sistema para elegir gobiernos.
El verdadero desafío consiste en fomentar la libertad individual por encima de todo.
Los estados pueden manipular la información y el miedo para controlar a sus ciudadanos. Sin embargo, a través de la educación, el acceso a información, la participación cívica y la protección de derechos, es posible construir sociedades donde los ciudadanos no solo sean libres, sino también capaces de pensar por sí mismos y de controlar a los políticos y sus bajezas.
Hay que lograr que los ciudadanos no soporten a los sátrapas, los neutralicen, los castiguen y que el pueblo sea el único agente activo del destino de la Humanidad.
Francisco Rubiales
Históricamente, algunos estados han buscado consolidar poder mediante el control de la información, la educación y las narrativas culturales, lo que puede limitar el pensamiento crítico y la autonomía de los ciudadanos.
Esto se observaba antes en sistemas autoritarios donde la propaganda, la censura y la coerción son herramientas comunes para mantener a la población sumisa, pero en el presente ese mal se extiende e infecta a países que habían sido libres y celosos de sus libertades y derechos.
Ejemplos claros incluyen regímenes totalitarios del siglo XX como la Alemania nazi o la URSS bajo Stalin, donde el adoctrinamiento masivo se utilizó para el control social.
Sin embargo, no todos los gobiernos operan así. En democracias, aunque imperfectas, existen mecanismos como la libertad de prensa, el acceso a la educación plural y los derechos individuales que buscan fomentar ciudadanos críticos. Aun así, incluso en estos sistemas, la libertad individual retrocede y aumentan los riesgos de esclavitud.
La manipulación mediática, la polarización y el exceso de burocracia erosionan la libertad de pensamiento. El auge de la desinformación en redes sociales, el control de los medios, sobre todo de la televisión y la dependencia de algoritmos para filtrar contenido generan cobardía y esclavitud, al mismo tiempo que taponan las ideas.
A lo largo de la historia, diversos regímenes han utilizado estrategias para limitar la libertad de pensamiento y fomentar la sumisión de sus ciudadanos.
Aquí van algunos ejemplos: Alemania nazi (1933-1945), la Unión Soviética bajo Stalin (1924-1953), la China bajo Mao (1949-1976) y Corea del Norte (1948-presente), quizás el más potente ejemplo actual, junto con Cuba, de Estado que opera como una "fábrica de esclavos".
La necesidad de fomentar la ciudadanía libre frente al totalitarismo y las tendencias esclavizantes es hoy una urgencia vital para la Humanidad.
Hay países en el mundo que están plenamente sumergidos en la ignominia totalitaria, donde sus gobiernos son enemigos del hombre y de la libertad, como Cuba, Corea del Norte, China, Venezuela y otros. Los hay también que aunque posean una fachada democrática, han caído en manos de personajes corruptos y sin escrúpulos que los conducen hacia la esclavitud y el desastre, entre los que sobresale la España de Pedro Sánchez.
Para evitar el drama de la esclavitud humana, hay que fomentar la Educación crítica y plural. Hay que potenciar el Acceso a la información libre y a medios independientes, protegiendo la libertad, que es crucial. Proteger la libertad de prensa es decisivo e imprescindible. Hay que defender un servicio abierto de Internet. Hay que lograr la participación cívica activa y la presencia de ciudadanos en las organizaciones de base, fomentando movimientos ciudadanos, como los que surgieron durante la Primavera Árabe. Hay que empoderar a las personas para exigir transparencia y rendición de cuentas. Hay que reforzar la educación cívica y la protección de los disidentes que denuncien abusos y corrupciones y proteger también a organizaciones internacionales y grupos dedicados al control de los gobiernos y a la defensa de la libertad y la ciudadanía libre, como Amnistía Internacional y otras, capaces de amplificar las voces de quienes desafían a los regímenes opresivos.
Especial importancia tiene promover una cultura donde cuestionar a la autoridad no sea visto como subversivo, sino como un acto de responsabilidad cívica y democrática. Esto puede lograrse a través del arte, la literatura y los medios, que históricamente han desafiado narrativas dominantes (por ejemplo, las obras de George Orwell o las sátiras políticas en democracias modernas).
Los gobiernos y sus propagandistas se han empeñado en hacernos olvidar que la democracia es, por encima de todo, un sistema para que los ciudadanos y sus instituciones controlen a sus respectivos gobiernos y les impidan deslizarse hacia la tiranía.
A los tiranos y canallas les interesa que la democracia sea entendida sólo como un sistema para elegir gobiernos.
El verdadero desafío consiste en fomentar la libertad individual por encima de todo.
Los estados pueden manipular la información y el miedo para controlar a sus ciudadanos. Sin embargo, a través de la educación, el acceso a información, la participación cívica y la protección de derechos, es posible construir sociedades donde los ciudadanos no solo sean libres, sino también capaces de pensar por sí mismos y de controlar a los políticos y sus bajezas.
Hay que lograr que los ciudadanos no soporten a los sátrapas, los neutralicen, los castiguen y que el pueblo sea el único agente activo del destino de la Humanidad.
Francisco Rubiales








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