Pedro Sánchez, con la ayuda de sus socios corruptos comunistas, vascos y catalanes, ha aprobado, reformas para atacar, coaccionar y reprimir a la prensa crítica, que es la única prensa de verdad. Todo lo demás es sometimiento, propaganda, relaciones públicas o acuerdo comercial.
Las sociedades enfermas de totalitarismo están dominadas por legiones de esclavos de alma corrompida, que obedecen ciegamente al líder que los colma de dinero y privilegios. No es fácil que esos malditos "zombis" entiendan que la mentira es un arma de destrucción masiva.
El sanchismo es un hábil reclutador de esclavos y zombis en los caladeros de la prensa, las fuerzas militares y policiales, la justicia corrompida y las mareas de corruptos que inundan España. Con ellos a su lado, el sanchismo ha creado sus fuerzas de choque.
Cada día está más claro que Pedro Sánchez es un vulgar tirano impregnado de corrupción. La mentira y el acoso a la prensa libre son rasgos definitorios de la autocracia. Sus malas compañías representan la prueba definitiva de su fe totalitaria.
El tirano Sánchez sabe que la transparencia del gobierno y la libertad de información, dos valores ausentes de su ideología, constituyen las primeras defensas contra la tiranía. También sabe que él es un tirano y por eso proclama con tanta frecuencia su fe en una democracia que odia.
Sus obras son la gran denuncia irrefutable de que es un tirano camuflado: acoso a la Justicia, indulto a criminales, reparto desigual y arbitrario de los recursos del Estado, cambio de leyes para beneficio propio y de los suyos, mentiras en cascada, despilfarro, endeudamiento, impuestos abusivos y estar rodeado de familiares y colaboradores imputados, investigados o altamente sospechosos de corrupción.
Los ataques de la prensa internacional no son una prueba contra Sánchez, pero si reflejan su mala imagen y desprestigio mundial. Hasta "Le Monde", genuino portavoz de la izquierda progre, acaba de señalar el desgaste y el bloqueo de Pedro Sánchez por los escándalos de corrupción que le rodean.
Francisco Rubiales
Las sociedades enfermas de totalitarismo están dominadas por legiones de esclavos de alma corrompida, que obedecen ciegamente al líder que los colma de dinero y privilegios. No es fácil que esos malditos "zombis" entiendan que la mentira es un arma de destrucción masiva.
El sanchismo es un hábil reclutador de esclavos y zombis en los caladeros de la prensa, las fuerzas militares y policiales, la justicia corrompida y las mareas de corruptos que inundan España. Con ellos a su lado, el sanchismo ha creado sus fuerzas de choque.
Cada día está más claro que Pedro Sánchez es un vulgar tirano impregnado de corrupción. La mentira y el acoso a la prensa libre son rasgos definitorios de la autocracia. Sus malas compañías representan la prueba definitiva de su fe totalitaria.
El tirano Sánchez sabe que la transparencia del gobierno y la libertad de información, dos valores ausentes de su ideología, constituyen las primeras defensas contra la tiranía. También sabe que él es un tirano y por eso proclama con tanta frecuencia su fe en una democracia que odia.
Sus obras son la gran denuncia irrefutable de que es un tirano camuflado: acoso a la Justicia, indulto a criminales, reparto desigual y arbitrario de los recursos del Estado, cambio de leyes para beneficio propio y de los suyos, mentiras en cascada, despilfarro, endeudamiento, impuestos abusivos y estar rodeado de familiares y colaboradores imputados, investigados o altamente sospechosos de corrupción.
Los ataques de la prensa internacional no son una prueba contra Sánchez, pero si reflejan su mala imagen y desprestigio mundial. Hasta "Le Monde", genuino portavoz de la izquierda progre, acaba de señalar el desgaste y el bloqueo de Pedro Sánchez por los escándalos de corrupción que le rodean.
Francisco Rubiales







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