
El grito de "Sanchez dimisión" atraviesa España de extremo a extremo.
En democracia, las urnas te dan la legitimidad inicial, que debe renovarse cada día. Al mentir, engañar, violar la Constitución, adoptar decisiones injustas y atacar el sistema judicial, esa legitimidad se pierde.
Cuando un gobernante o un gobierno pierden la legitimidad democrática, luchar por expulsarles del poder, usando métodos pacíficos, no sólo es lícito sino que se convierte en un deber para todo demócrata.
Hay miles de textos de juristas y pensadores de prestigio mundial que defienden el derecho del pueblo a luchar contra el gobernante inicuo. Uno de esos textos es nada menos que la Constitución de los Estados Unidos de América, considerada como un modelo universal de democracia.
Hay demasiados síntomas en España que certifican la ausencia de democracia en el gobierno de Pedro Sánchez, autor de decisiones tan anticonstitucionales como los indultos y amnistías a verdaderos delincuentes, los ataques al sistema judicial para someterlo al poder Ejecutivo, la ocupación de instituciones que en democracia deben ser independientes y libres, el uso perverso del dinero público, el derroche desmedido en el gasto público, el endeudamiento suicida de la nación, el reparto desigual y arbitrario de los bienes y recursos del Estado, la mentira elevada a política oficial del gobierno, la compra de medios de comunicación para que mientan y oculten la verdad, el amparo a la corrupción y otras muchas barbaridades antidemocráticas, entre ellas el sistemático asesinato de las defensas y cautelas de la democracia.
Sánchez ha estafado a sus votantes y eso, según numerosos autores de prestigio, es suficiente para perder la legitimidad. Tras la moción de censura que le dio el poder no convocó las elecciones que había prometido. Después fraguó alianzas con partidos con los que había prometido no aliarse y desde que gobierna ha mentido casi un millar de veces, además de ocultar verdades, desmontar leyes que defendían el país de la corrupción, comprar votos con concesiones y dinero público y rodearse de rufianes y sinvergüenzas, a los que ha entregado importantes poderes y misiones de gobierno.
A la lista de abusos y desmanes hay que agregar la pérdida de prestigio de España en el concierto mundial y el vergonzoso hecho de ser el presidente de gobierno más rechazado por su pueblo en toda Europa.
Los abucheos en las calles y grandes concentraciones, presididos por el ofensivo grito de "Pedro Sánchez, hijo de pu...", son una prueba irrefutable de que es un fracasado como dirigente demócrata y que está fuera de la democracia porque la mayoría de su pueblo no le quiere y desconfía de él.
La democracia es un sistema de gobierno basado en la confianza de los administrados en sus administradores. Si esa confianza falla, la democracia deja de existir.
La mayoría de los españoles hace mucho que perdieron la confianza en Sánchez, del que piensan tan mal que hasta creen que practica el fraude electoral.
Un político en ese estado es un fantoche ridículo, cualquier cosa menos un líder democrático legítimo.
Francisco Rubiales
Cuando un gobernante o un gobierno pierden la legitimidad democrática, luchar por expulsarles del poder, usando métodos pacíficos, no sólo es lícito sino que se convierte en un deber para todo demócrata.
Hay miles de textos de juristas y pensadores de prestigio mundial que defienden el derecho del pueblo a luchar contra el gobernante inicuo. Uno de esos textos es nada menos que la Constitución de los Estados Unidos de América, considerada como un modelo universal de democracia.
Hay demasiados síntomas en España que certifican la ausencia de democracia en el gobierno de Pedro Sánchez, autor de decisiones tan anticonstitucionales como los indultos y amnistías a verdaderos delincuentes, los ataques al sistema judicial para someterlo al poder Ejecutivo, la ocupación de instituciones que en democracia deben ser independientes y libres, el uso perverso del dinero público, el derroche desmedido en el gasto público, el endeudamiento suicida de la nación, el reparto desigual y arbitrario de los bienes y recursos del Estado, la mentira elevada a política oficial del gobierno, la compra de medios de comunicación para que mientan y oculten la verdad, el amparo a la corrupción y otras muchas barbaridades antidemocráticas, entre ellas el sistemático asesinato de las defensas y cautelas de la democracia.
Sánchez ha estafado a sus votantes y eso, según numerosos autores de prestigio, es suficiente para perder la legitimidad. Tras la moción de censura que le dio el poder no convocó las elecciones que había prometido. Después fraguó alianzas con partidos con los que había prometido no aliarse y desde que gobierna ha mentido casi un millar de veces, además de ocultar verdades, desmontar leyes que defendían el país de la corrupción, comprar votos con concesiones y dinero público y rodearse de rufianes y sinvergüenzas, a los que ha entregado importantes poderes y misiones de gobierno.
A la lista de abusos y desmanes hay que agregar la pérdida de prestigio de España en el concierto mundial y el vergonzoso hecho de ser el presidente de gobierno más rechazado por su pueblo en toda Europa.
Los abucheos en las calles y grandes concentraciones, presididos por el ofensivo grito de "Pedro Sánchez, hijo de pu...", son una prueba irrefutable de que es un fracasado como dirigente demócrata y que está fuera de la democracia porque la mayoría de su pueblo no le quiere y desconfía de él.
La democracia es un sistema de gobierno basado en la confianza de los administrados en sus administradores. Si esa confianza falla, la democracia deja de existir.
La mayoría de los españoles hace mucho que perdieron la confianza en Sánchez, del que piensan tan mal que hasta creen que practica el fraude electoral.
Un político en ese estado es un fantoche ridículo, cualquier cosa menos un líder democrático legítimo.
Francisco Rubiales
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