Ya viene el cortejo de políticos sin crédito ni valores. La caravana ruidosa de mentiras y promesas falsas se acerca en este mayo electoral español, tramposo y prostituido por mítines, engaños, cartelería, duelos verbales, titulares de plástico y falsos debates.
Previamente a llenar las ciudades de papeles inútiles y de gritos, los partidos políticos se han repartido mas de 80 millones de euros, procedente de nuestros impuestos, para sufragar la campaña. Ellos saben que mas del 80 por ciento de los españoles quieren que los partidos no reciban dinero público, pero les da igual porque piensan que los ciudadanos son tontos y fácilmente manipulables. Ellos saben que mas del 60 por ciento de la poblición no quiere que España sea un Estado plagado de autonomías, cada una de ellas con sus gobiernos, parlamentos y miles de políticos cobrando del erario, pero a ellos les da igual porque saben que somos tan imbéciles que hasta los que rechazan las autonomías votarán en las elecciones autonómicas, sancionando con su voto el abuso y la irracionalidad de un Estado incosteable, con mas políticos a su cargo que los que tienen Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos.
Han llenado el país de vergüenza con sus escándalos de corrupción y de abuso de poder. Hay miles de políticos con un pie en los tribunales de Justicia, imputados o investigados por corrupción y delitos varios. Si tuvieran que sentarse en el banquillo los políticos que se han enriquecido de manera inexplicable, ejerciendo cargos públicos, España estaría llena de tribunales especiales, que tendrían que celebrar sus vistas en las calles y plazas. Han despilfarrado, endeudado al país hasta límites extremos, generado desempleo y ruina y con su gestión alocada, torpe y arbitraria han hecho de España un país herido, sin prestigio y con su economía convertida en un problema para el mundo.
Algunos, rebosando alienación y arrogancia, hasta se atreven a decir en campaña que ya no hay crisis en España, hiriendo así a los millones de españoles sin trabajo que luchan cada día por escapar del abrazo de la pobreza y la desesperación. Otros condenan al adversario olvidando que ellos han sido los padres de la corrupción, mientras que el resto, simplemente, se limita a mentir, como han hecho siempre.
A esos políticos nos disponemos a entregar nuestro voto el día 24 de mayo. El voto es el único poder que le han dejado al ciudadano en la falsa y degradada democracia española, pero nosotros, en lugar de utilizar esa exigua gota de poder para limpiar el país y castigar la arrogancia torpe, obtusa y delictiva, lo vamos a emplear para convertir a los verdugos en estrellas rutilantes de los medios, en cargos electos, en los elegidos por el pueblo para que sigan fabricando lodo e injusticia.
España se está cubriendo de vergüenza en estos días previos al drama del 24 de mayo, al que los políticos llaman "fiesta de la democracia", cuando en realidad debería ser una jornada de duelo porque el mal vencerá al bien y el país habrá desperdiciado una ocasión única para enderezar su rumbo, desterrar la desvergüenza y recuperar la democracia, la dignidad y la decencia de un pueblo convertido en un gran establo de bovinos.
La cosa está muy clara para los demócratas españoles y para la gente decente. Solo hay dos opciones dignas: o se hace un último acto de fe y de ingenuidad votando a partidos limpios que no estén manchados por el pasado y que prometan acabar con la injusticia, la corrupción y el abuso, o se adopta ante las urnas la actitud digna del rebelde indignado que ansía la regeneración, practicando la protesta y el rechazo a la degradación de España con un voto en blanco, un voto nulo o una abstención consciente y ciudadana.
No hay otra manera de ser decente y patriota el día 24.
Previamente a llenar las ciudades de papeles inútiles y de gritos, los partidos políticos se han repartido mas de 80 millones de euros, procedente de nuestros impuestos, para sufragar la campaña. Ellos saben que mas del 80 por ciento de los españoles quieren que los partidos no reciban dinero público, pero les da igual porque piensan que los ciudadanos son tontos y fácilmente manipulables. Ellos saben que mas del 60 por ciento de la poblición no quiere que España sea un Estado plagado de autonomías, cada una de ellas con sus gobiernos, parlamentos y miles de políticos cobrando del erario, pero a ellos les da igual porque saben que somos tan imbéciles que hasta los que rechazan las autonomías votarán en las elecciones autonómicas, sancionando con su voto el abuso y la irracionalidad de un Estado incosteable, con mas políticos a su cargo que los que tienen Francia, Alemania y Gran Bretaña juntos.
Han llenado el país de vergüenza con sus escándalos de corrupción y de abuso de poder. Hay miles de políticos con un pie en los tribunales de Justicia, imputados o investigados por corrupción y delitos varios. Si tuvieran que sentarse en el banquillo los políticos que se han enriquecido de manera inexplicable, ejerciendo cargos públicos, España estaría llena de tribunales especiales, que tendrían que celebrar sus vistas en las calles y plazas. Han despilfarrado, endeudado al país hasta límites extremos, generado desempleo y ruina y con su gestión alocada, torpe y arbitraria han hecho de España un país herido, sin prestigio y con su economía convertida en un problema para el mundo.
Algunos, rebosando alienación y arrogancia, hasta se atreven a decir en campaña que ya no hay crisis en España, hiriendo así a los millones de españoles sin trabajo que luchan cada día por escapar del abrazo de la pobreza y la desesperación. Otros condenan al adversario olvidando que ellos han sido los padres de la corrupción, mientras que el resto, simplemente, se limita a mentir, como han hecho siempre.
A esos políticos nos disponemos a entregar nuestro voto el día 24 de mayo. El voto es el único poder que le han dejado al ciudadano en la falsa y degradada democracia española, pero nosotros, en lugar de utilizar esa exigua gota de poder para limpiar el país y castigar la arrogancia torpe, obtusa y delictiva, lo vamos a emplear para convertir a los verdugos en estrellas rutilantes de los medios, en cargos electos, en los elegidos por el pueblo para que sigan fabricando lodo e injusticia.
España se está cubriendo de vergüenza en estos días previos al drama del 24 de mayo, al que los políticos llaman "fiesta de la democracia", cuando en realidad debería ser una jornada de duelo porque el mal vencerá al bien y el país habrá desperdiciado una ocasión única para enderezar su rumbo, desterrar la desvergüenza y recuperar la democracia, la dignidad y la decencia de un pueblo convertido en un gran establo de bovinos.
La cosa está muy clara para los demócratas españoles y para la gente decente. Solo hay dos opciones dignas: o se hace un último acto de fe y de ingenuidad votando a partidos limpios que no estén manchados por el pasado y que prometan acabar con la injusticia, la corrupción y el abuso, o se adopta ante las urnas la actitud digna del rebelde indignado que ansía la regeneración, practicando la protesta y el rechazo a la degradación de España con un voto en blanco, un voto nulo o una abstención consciente y ciudadana.
No hay otra manera de ser decente y patriota el día 24.
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