¿Que es peor ser gobernado por corruptos o por cobardes? Es preferible la corrupción porque ese vicio se reprime y se cura con leyes severas, pero la cobardía es una lacra del alma sin remedio, que se conserva hasta la tumba.
La cobardía quizás sea el principal déficit de la clase política española y afecta no sólo al actual gobierno sino también a los anteriores, sobre todo al del socialista Zapatero, que fue un destado ejemplar de cobarde inepto.
Los independentistas preparan una enorme provocación en Madrid, en la final de la Copa del Rey, a la que acudirán dispuestos a demostrar ante el mundo, a través de las cámaras, cuanto odian a España. Pretenden que la pitada y la algarabía sean superiores a las del pasado año, cuando el rey y los símbolos de la nación fueron humillados en el encuentro Barcelona Atlético de Bilbao.
Hay constancia de que las policías vasca y catalana han requisado Banderas españolas en los estadios de San Mames y el Nou Camp, diciéndoles a los aficionados que esas banderas están prohibidas en esos estadios porque incitan al odio. Muchos aficionados españoles han tenido que sufrir esa humillación, contraria a la Constitución, sin que los cobardes que gobernaban movieran un dedo.
El mismo fútbol club Barcelona ha prohibido la entrada de símbolos políticos en su estadio, pero ahora, con hipocresía y descaro, exige que sus seguidores exhiban en Madrid las banderas de la independencia catalana.
Hoy, en la capital de España, ante millones de espectadores de muchos países, los cobardes que controlan el poder en España van a permitir una humillación colectiva de la nación y una vejación de sus símbolos e instituciones, a pesar de que la Constitución exige respeto, del mismo modo que han soportado con cobardía y silencio vergonzoso que el idioma español sea perseguido en Cataluña y que los que no son independentistas sufran represalias y marginaciones, anticonstitucionales y vergonzosas para una nación civilizada.
Todo eso que se ha hecho y se sigue haciendo en la Cataluña nacionalista sí que es incitación a la violencia, injusticia degradante, violación de la Constitución y exhibición expresa de odio y desprecio a todo un país y a sus ciudadanos.
La cobardía de los gobernantes españoles no solo se manifiesta en la acomplejada y envilecida relación con los independentistas, sino en otros muchos ámbitos y actuaciones, como la fácil convivencia con los corruptos, la incapacidad para adelgazar un Estado tan grueso y costoso que está asfixiando la economía, la política fiscal, que exprime a las clases medias y trabajadoras, mientras permite que los ricos acumulen cada día mas dinero y riquezas, la debilidad ante los terroristas y sus líderes, a los que se les permite ser tratados como héroes, la obsesión del poder por acobardar, manipular, confundir y degradar a la ciudadanía, sin otro objetivo que gobernar más fácilmente sobre rebaños asustados, y una larga lista de desmanes e injusticias, todas ellas con la cobardía y la falta de brío y rigor como denominador común.
Y los cobardes siguen reculando, mientras España y los españoles de bien son vejados.
Francisco Rubiales
La cobardía quizás sea el principal déficit de la clase política española y afecta no sólo al actual gobierno sino también a los anteriores, sobre todo al del socialista Zapatero, que fue un destado ejemplar de cobarde inepto.
Los independentistas preparan una enorme provocación en Madrid, en la final de la Copa del Rey, a la que acudirán dispuestos a demostrar ante el mundo, a través de las cámaras, cuanto odian a España. Pretenden que la pitada y la algarabía sean superiores a las del pasado año, cuando el rey y los símbolos de la nación fueron humillados en el encuentro Barcelona Atlético de Bilbao.
Hay constancia de que las policías vasca y catalana han requisado Banderas españolas en los estadios de San Mames y el Nou Camp, diciéndoles a los aficionados que esas banderas están prohibidas en esos estadios porque incitan al odio. Muchos aficionados españoles han tenido que sufrir esa humillación, contraria a la Constitución, sin que los cobardes que gobernaban movieran un dedo.
El mismo fútbol club Barcelona ha prohibido la entrada de símbolos políticos en su estadio, pero ahora, con hipocresía y descaro, exige que sus seguidores exhiban en Madrid las banderas de la independencia catalana.
Hoy, en la capital de España, ante millones de espectadores de muchos países, los cobardes que controlan el poder en España van a permitir una humillación colectiva de la nación y una vejación de sus símbolos e instituciones, a pesar de que la Constitución exige respeto, del mismo modo que han soportado con cobardía y silencio vergonzoso que el idioma español sea perseguido en Cataluña y que los que no son independentistas sufran represalias y marginaciones, anticonstitucionales y vergonzosas para una nación civilizada.
Todo eso que se ha hecho y se sigue haciendo en la Cataluña nacionalista sí que es incitación a la violencia, injusticia degradante, violación de la Constitución y exhibición expresa de odio y desprecio a todo un país y a sus ciudadanos.
La cobardía de los gobernantes españoles no solo se manifiesta en la acomplejada y envilecida relación con los independentistas, sino en otros muchos ámbitos y actuaciones, como la fácil convivencia con los corruptos, la incapacidad para adelgazar un Estado tan grueso y costoso que está asfixiando la economía, la política fiscal, que exprime a las clases medias y trabajadoras, mientras permite que los ricos acumulen cada día mas dinero y riquezas, la debilidad ante los terroristas y sus líderes, a los que se les permite ser tratados como héroes, la obsesión del poder por acobardar, manipular, confundir y degradar a la ciudadanía, sin otro objetivo que gobernar más fácilmente sobre rebaños asustados, y una larga lista de desmanes e injusticias, todas ellas con la cobardía y la falta de brío y rigor como denominador común.
Y los cobardes siguen reculando, mientras España y los españoles de bien son vejados.
Francisco Rubiales
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