Sánchez y los suyos no deberían sentirse orgullosos de haber ganado estas elecciones porque sus métodos han sido miserables. Han logrado la victoria con la estrategia del miedo, esgrimiendo el fantasma de una extrema derecha que solo es una derecha radical, utilizando los mismos métodos que los tiranos. Pero ellos, sin problemas morales ni remordimientos, han abrazado el poder y se sienten eufóricos con el botín logrado, que se repartirán entre sus seguidores y clientes durante al menos cuatro años.
La campaña electoral pasada ha demostrado que la política española ha caído tan bajo que sólo un fuego del cielo, como el que cayó sobre Sodoma, podría limpiarla. La ética de las izquierdas españolas parece haber desaparecido. Es como si nunca hubieran perdonado a Franco haberlos vencido en la guerra civil y, como lobos rabiosos, buscan ahora la revancha, utilizando cualquier camino o método.
La nueva campaña electoral, la de las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo, ha sido opaca y engañosa porque se ha hablado más de fobias y filias, de odio y de partidos que de ideas y proyectos. El PSOE, vencedor en las generales, oculta sus intenciones y se empeña en no revelar con quien gobernará, ocultando así a los ciudadanos una información vital y violando el principio de la transparencia, obligatorio en las democracias.
Esa izquierda española, tan escasa de valores y méritos, puede vencer unas elecciones sólo utilizando trucos y falsedades y porque la derecha, capitaneada por Mariano Rajoy y Soraya Saenz de Santamaría en los últimos años, ha caído casi igual de bajo y, en manos ahora de Casado, está indefensa.
El miedo a la extrema derecha ha sido utilizado sin decoro y con falsedad escandalosa. Resulta que esa extrema derecha, presentada ante el pueblo ignorante como peligrosa, destructiva y temible, plantea reformas tan necesarias como el control de la inmigración desordenada que entra en España como una invasión, la protección de las familias, la justicia y la igualdad en unas leyes de género que están desequilibradas porque aplastan al varón, el retorno a la cordura en las comunidades autónomas, convertidas en una fuente de corrupción, disgregación y confrontaciones entre españoles, el castigo duro para los que quieren romper España, más dureza judicial para acabar con la corrupción y una ley electoral justa y equilibrada donde cada voto valga lo mismo, se deposite en Cataluña, en Madrid o en Valencia. Si eso es, como dicen Sánchez y los suyos, fascismo, que venga Dios y nos convierta a todos en ese tipo de fascistas para poder disfrutar de una España regenerada, de la que enorgullecernos.
Resulta que los miembros de ese partido "perseguido", llamado VOX, no han cometido ni un solo acto violento durante las dos campañas, ni ha reventado un solo mitin, mientras que las izquierdas radicales sí han destrozado mítines y han repartido mamporros fascistas sin que nadie las acuse.
Para vergüenza de la democracia y de esos partidos que se proclaman democráticos, se ha organizado, con la ayuda de los medios de comunicación sometidos, un boicot a VOX intensamente antidemocrático y de corte nazi. Esos mismos medios de comunicación, muchos de ellos públicos o dependientes de la publicidad institucional y de los favores del gobierno para subsistir, han colaborado con la izquierda en esas grandes mentiras y suciedades que han llevado a Sánchez hasta el poder, sin mencionar siquiera la violencia ejercida en las calles por grupos de izquierda.
Bajo el grito de ¡Cuidado, que viene la extrema derecha! han asustado a la gente inculta y obtenido una victoria que, además, está bajo sospecha después de que millones de ciudadanos sospechen que ha existido algún tipo de pucherazo.
En los países más democráticos del mundo está prohibido aliarse con partidos si antes no ha sido comunicada a la ciudadanía la posibilidad de que se produzca esa alianza, pero en España, donde la democracia real ha sido brutalmente adulterada, los partidos, sobre todo el PSOE, oculta deliberadamente al pueblo con quien piensa gobernar, dando por supuesto que los vencedores tienen derecho a gobernar como quieran y con quien quieran.
En la nueva campaña para autonómicas, municipales y europeas, el PSOE mantiene los mismos métodos sucios y antidemocráticos. Han utilizado el féretro de Rubalcaba para fabricar un santo socialista que nada tiene que ver con la realidad, organizando un sepelio fastuoso con dinero público sólo para que Sánchez gane votos.
La verdad de que Rubalcaba, un hombre con luces y sombras, despreciaba a Pedro Sánchez, con el que ni siquiera se hablaba, ha sido ocultada por el PSOE y por sus medios de prensa sometidos, toda una conspiración funeraria en la que han caído como imbéciles los demás partidos, incluido el desorientado y agonizante PP, acuchillado por Rajoy hasta dejarlo para el arrastre.
Francisco Rubiales
La campaña electoral pasada ha demostrado que la política española ha caído tan bajo que sólo un fuego del cielo, como el que cayó sobre Sodoma, podría limpiarla. La ética de las izquierdas españolas parece haber desaparecido. Es como si nunca hubieran perdonado a Franco haberlos vencido en la guerra civil y, como lobos rabiosos, buscan ahora la revancha, utilizando cualquier camino o método.
La nueva campaña electoral, la de las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo, ha sido opaca y engañosa porque se ha hablado más de fobias y filias, de odio y de partidos que de ideas y proyectos. El PSOE, vencedor en las generales, oculta sus intenciones y se empeña en no revelar con quien gobernará, ocultando así a los ciudadanos una información vital y violando el principio de la transparencia, obligatorio en las democracias.
Esa izquierda española, tan escasa de valores y méritos, puede vencer unas elecciones sólo utilizando trucos y falsedades y porque la derecha, capitaneada por Mariano Rajoy y Soraya Saenz de Santamaría en los últimos años, ha caído casi igual de bajo y, en manos ahora de Casado, está indefensa.
El miedo a la extrema derecha ha sido utilizado sin decoro y con falsedad escandalosa. Resulta que esa extrema derecha, presentada ante el pueblo ignorante como peligrosa, destructiva y temible, plantea reformas tan necesarias como el control de la inmigración desordenada que entra en España como una invasión, la protección de las familias, la justicia y la igualdad en unas leyes de género que están desequilibradas porque aplastan al varón, el retorno a la cordura en las comunidades autónomas, convertidas en una fuente de corrupción, disgregación y confrontaciones entre españoles, el castigo duro para los que quieren romper España, más dureza judicial para acabar con la corrupción y una ley electoral justa y equilibrada donde cada voto valga lo mismo, se deposite en Cataluña, en Madrid o en Valencia. Si eso es, como dicen Sánchez y los suyos, fascismo, que venga Dios y nos convierta a todos en ese tipo de fascistas para poder disfrutar de una España regenerada, de la que enorgullecernos.
Resulta que los miembros de ese partido "perseguido", llamado VOX, no han cometido ni un solo acto violento durante las dos campañas, ni ha reventado un solo mitin, mientras que las izquierdas radicales sí han destrozado mítines y han repartido mamporros fascistas sin que nadie las acuse.
Para vergüenza de la democracia y de esos partidos que se proclaman democráticos, se ha organizado, con la ayuda de los medios de comunicación sometidos, un boicot a VOX intensamente antidemocrático y de corte nazi. Esos mismos medios de comunicación, muchos de ellos públicos o dependientes de la publicidad institucional y de los favores del gobierno para subsistir, han colaborado con la izquierda en esas grandes mentiras y suciedades que han llevado a Sánchez hasta el poder, sin mencionar siquiera la violencia ejercida en las calles por grupos de izquierda.
Bajo el grito de ¡Cuidado, que viene la extrema derecha! han asustado a la gente inculta y obtenido una victoria que, además, está bajo sospecha después de que millones de ciudadanos sospechen que ha existido algún tipo de pucherazo.
En los países más democráticos del mundo está prohibido aliarse con partidos si antes no ha sido comunicada a la ciudadanía la posibilidad de que se produzca esa alianza, pero en España, donde la democracia real ha sido brutalmente adulterada, los partidos, sobre todo el PSOE, oculta deliberadamente al pueblo con quien piensa gobernar, dando por supuesto que los vencedores tienen derecho a gobernar como quieran y con quien quieran.
En la nueva campaña para autonómicas, municipales y europeas, el PSOE mantiene los mismos métodos sucios y antidemocráticos. Han utilizado el féretro de Rubalcaba para fabricar un santo socialista que nada tiene que ver con la realidad, organizando un sepelio fastuoso con dinero público sólo para que Sánchez gane votos.
La verdad de que Rubalcaba, un hombre con luces y sombras, despreciaba a Pedro Sánchez, con el que ni siquiera se hablaba, ha sido ocultada por el PSOE y por sus medios de prensa sometidos, toda una conspiración funeraria en la que han caído como imbéciles los demás partidos, incluido el desorientado y agonizante PP, acuchillado por Rajoy hasta dejarlo para el arrastre.
Francisco Rubiales
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