
Muchos pensamos que si España no estuviera en Europa e insertada en el mundo occidental, donde al menos en teoría se respetan las libertades y los derechos, algunos periodistas estarían presos o habrían sufrido tortura o perecido por enfrentarse a la corrupción de los gobiernos.
El periodismo libre y veraz es uno de los principales recursos de la democracia para evitar que los gobiernos se deslicen hacia la tiranía.
Tanto o más mérito que los periodistas veraces tienen los ciudadanos periodistas voluntarios, que aprovechan las redes sociales para difundir las verdades que el poder político quiere ocultar.
Esa defensa de la verdad convierte al periodista en el gran enemigo de los corruptos y de los tiranos.
El periodismo libre es luz y taquígrafos, precisamente lo que detestan aquellos gobiernos corruptos que se sientan a gusto en las sombras.
Del mismo modo, el gran enemigo del periodista libre y democrático es el político, que siempre intenta impedir la libertad de informar la verdad.
Los verdaderos periodistas saben que el periodismo democrático consiste, precisamente, en publicar y difundir aquello que los poderosos no quieren que difundas.
Los grandes periodistas democráticos de la Historia no han dejado de aconsejar a los jóvenes periodistas que empiezan que jamás se fíen de lo que digan los gobiernos porque suelen mentir al menos nueve de cada diez veces.
Otros recursos de la democracia para controlar a los gobiernos son la competencia entre partidos, las elecciones libres, la soberanía popular y la separación de los poderes básicos del Estado, sobre todo de la Justicia, que tiene que ser libre y sin control alguno de los gobiernos.
Pero el principal problema de la política actual es que muchos gobiernos, contaminados de marxismo, han demolido la democracia y la han privado de sus defensas, recursos y cautelas.
Una de las piezas democráticas desmontadas por el poder es el periodismo libre, sustituido por el periodismo comprado y sometido, aquel que en lugar de publicar y difundir la verdad difunde lo que quiere el poder.
Aquellos gobiernos que se basan en la mentira y el asesinato de la democracia, aquellos que compran periodistas para que oculten verdades y mientan, son antidemocráticos, pierden la legitimidad, aunque hayan sido elegidos en las urnas y deben ser derrocados por el pueblo en rebeldía pacífica y por el sistema legal.
En España, no cabe duda alguna de que el sanchismo, aunque posea una mayoría parlamentaria, ha perdido la legitimidad democrática por su obsesión por la mentira, sus tendencias autoritarias, su acoso a la Justicia, su abuso de poder y, sobre todo, por apoyarse en la corrupción.
Algo parecido ocurrió con el PP en tiempos de Rajoy, cuyo gobierno también se alejó muchos kilómetros de la limpieza democrática.
Combatir pacíficamente a los corruptos es el principal deber no sólo de los periodistas libres y veraces, sino también de todo ciudadano español demócrata.
El aislamiento, el descrédito y el fracaso de los periodistas al servicio de la mentira gubernamental es un fenómeno positivo para la democracia, esperanzador y el claro síntoma de que la impunidad de los corruptos se desmorona.
Francisco Rubiales
El periodismo libre y veraz es uno de los principales recursos de la democracia para evitar que los gobiernos se deslicen hacia la tiranía.
Tanto o más mérito que los periodistas veraces tienen los ciudadanos periodistas voluntarios, que aprovechan las redes sociales para difundir las verdades que el poder político quiere ocultar.
Esa defensa de la verdad convierte al periodista en el gran enemigo de los corruptos y de los tiranos.
El periodismo libre es luz y taquígrafos, precisamente lo que detestan aquellos gobiernos corruptos que se sientan a gusto en las sombras.
Del mismo modo, el gran enemigo del periodista libre y democrático es el político, que siempre intenta impedir la libertad de informar la verdad.
Los verdaderos periodistas saben que el periodismo democrático consiste, precisamente, en publicar y difundir aquello que los poderosos no quieren que difundas.
Los grandes periodistas democráticos de la Historia no han dejado de aconsejar a los jóvenes periodistas que empiezan que jamás se fíen de lo que digan los gobiernos porque suelen mentir al menos nueve de cada diez veces.
Otros recursos de la democracia para controlar a los gobiernos son la competencia entre partidos, las elecciones libres, la soberanía popular y la separación de los poderes básicos del Estado, sobre todo de la Justicia, que tiene que ser libre y sin control alguno de los gobiernos.
Pero el principal problema de la política actual es que muchos gobiernos, contaminados de marxismo, han demolido la democracia y la han privado de sus defensas, recursos y cautelas.
Una de las piezas democráticas desmontadas por el poder es el periodismo libre, sustituido por el periodismo comprado y sometido, aquel que en lugar de publicar y difundir la verdad difunde lo que quiere el poder.
Aquellos gobiernos que se basan en la mentira y el asesinato de la democracia, aquellos que compran periodistas para que oculten verdades y mientan, son antidemocráticos, pierden la legitimidad, aunque hayan sido elegidos en las urnas y deben ser derrocados por el pueblo en rebeldía pacífica y por el sistema legal.
En España, no cabe duda alguna de que el sanchismo, aunque posea una mayoría parlamentaria, ha perdido la legitimidad democrática por su obsesión por la mentira, sus tendencias autoritarias, su acoso a la Justicia, su abuso de poder y, sobre todo, por apoyarse en la corrupción.
Algo parecido ocurrió con el PP en tiempos de Rajoy, cuyo gobierno también se alejó muchos kilómetros de la limpieza democrática.
Combatir pacíficamente a los corruptos es el principal deber no sólo de los periodistas libres y veraces, sino también de todo ciudadano español demócrata.
El aislamiento, el descrédito y el fracaso de los periodistas al servicio de la mentira gubernamental es un fenómeno positivo para la democracia, esperanzador y el claro síntoma de que la impunidad de los corruptos se desmorona.
Francisco Rubiales
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