
Maria Jesús Montero, ministra de Hacienda, puesta por Sánchez para recaudar sin piedad porque, como él, es codiciosa y carece de ética y mesura
Sánchez, olvidándose del ecologismo, viaja en jet privado a Santiago de Compostela, mientras Feijóo viaja en AVE a Tarragona. Sánchez usa recursos públicos para un acto de partido, el congreso del PSOE gallego en Santiago.
El gobierno tiene cientos de capítulos superfluos y sin interés alguno para España en los que ahorrar, desde chiringuitos subvencionados para reforzar el poder socialista hasta subvenciones mafiosas y regalos a países extranjeros e instituciones, sin otro fin que reforzar el poder personal del dictador de la moncloa. Si suprimiera sólo la mitad de esos gastos, tendría dinero para el rearme que España necesita.
Regala dinero a sus aliados y a los países que necesita para sobrevivir en el poder o proyectar imagen de solidaridad, como Marruecos y otros del continente africano y Oriente próximo, pero es rácano y miserable con los españoles en general, sobre todo con los que han votado a la derecha y han dejado al socialismo fuera del poder, como Valencia, Extremadura, Andalucía, Castilla León y otras autonomías.
Con los vuelos del Falcon causa escándalo porque utiliza el avión personal para desplazamientos absurdos, que podrían realizarse en tren o por carretera, con diez veces menos coste.
Tiene más guardaespaldas que cualquier dirigente de Europa, incluído Putin y hasta el presidente de Estados Unidos y sus desplazamientos por carretera los realiza con decenas de coches de escolta.
Una vez, el pasado año, cometió el error de acudir al programa El Hormiguero, el de mayor audiencia en la televisión nocturna, con más de 90 guardaespaldas y quedó en ridículo y evidencia ante toda la nación cuando el conductor de ese programa, Pablo Motos, lo reveló a su audiencia, que se quedó estupefacta.
Desde entonces, reserva a Moto un espacio de lujo entre sus enemigos personales y hasta ha ordenado a Televisión Española que cree un programa (La Revuelta), conducido por un sanchista sometido, para hundir al Hormiguero.
El turismo español, boyante y cada año más nutrido, aporta mieles de millones de euros en recaudación fiscal y en otros conceptos, pero las cuentas del turismo son todavía más opacas que el resto y muchos expertos españoles creen que muchos millones se fugan a las redes de corrupción.
Alardea ante las cámaras de televisión de que "España va como un cohete" en economía, pero, aunque es cierto que está creciendo sólidamente, ese crecimiento apenas se nota en la riqueza del pueblo y en la calidad de los servicios. De hecho, España es el país europeo en el que menos ha crecido la renta per cápita en los últimos siete años, precisamente los de Sánchez en el poder.
Ningún país del planeta necesita tanto como España un plan de profunda austeridad, imprescindible para reducir la deuda atronadora que Sánchez ha contraído en los mercados, a pesar de que es la nación que impone a ciudadanos y empresas impuestos más desproporcionados e injustos, algunos de ellos anticonstitucionales por ser confiscatorios.
Ahora prepara la restauración en todo el territorio español de uno de los impuestos más injustos y descabellados, el de las herencias, considerado confiscatorio por miles de expertos e inexistente en la mayoría de los países desarrollados, que muchos gobiernos autonómicos habían bonificado, aliviando así la carga fiscal y eliminando la injusticia de pagar dos o tres veces por los mismos ingresos.
Ese impuesto fue masivamente protestado hace cuatro años por el pueblo en las calles, pero al sátrapa eso no le importa, porque es un yonqui del poder, el lujo, el disfrute y la ostentación.
Francisco Rubiales
El gobierno tiene cientos de capítulos superfluos y sin interés alguno para España en los que ahorrar, desde chiringuitos subvencionados para reforzar el poder socialista hasta subvenciones mafiosas y regalos a países extranjeros e instituciones, sin otro fin que reforzar el poder personal del dictador de la moncloa. Si suprimiera sólo la mitad de esos gastos, tendría dinero para el rearme que España necesita.
Regala dinero a sus aliados y a los países que necesita para sobrevivir en el poder o proyectar imagen de solidaridad, como Marruecos y otros del continente africano y Oriente próximo, pero es rácano y miserable con los españoles en general, sobre todo con los que han votado a la derecha y han dejado al socialismo fuera del poder, como Valencia, Extremadura, Andalucía, Castilla León y otras autonomías.
Con los vuelos del Falcon causa escándalo porque utiliza el avión personal para desplazamientos absurdos, que podrían realizarse en tren o por carretera, con diez veces menos coste.
Tiene más guardaespaldas que cualquier dirigente de Europa, incluído Putin y hasta el presidente de Estados Unidos y sus desplazamientos por carretera los realiza con decenas de coches de escolta.
Una vez, el pasado año, cometió el error de acudir al programa El Hormiguero, el de mayor audiencia en la televisión nocturna, con más de 90 guardaespaldas y quedó en ridículo y evidencia ante toda la nación cuando el conductor de ese programa, Pablo Motos, lo reveló a su audiencia, que se quedó estupefacta.
Desde entonces, reserva a Moto un espacio de lujo entre sus enemigos personales y hasta ha ordenado a Televisión Española que cree un programa (La Revuelta), conducido por un sanchista sometido, para hundir al Hormiguero.
El turismo español, boyante y cada año más nutrido, aporta mieles de millones de euros en recaudación fiscal y en otros conceptos, pero las cuentas del turismo son todavía más opacas que el resto y muchos expertos españoles creen que muchos millones se fugan a las redes de corrupción.
Alardea ante las cámaras de televisión de que "España va como un cohete" en economía, pero, aunque es cierto que está creciendo sólidamente, ese crecimiento apenas se nota en la riqueza del pueblo y en la calidad de los servicios. De hecho, España es el país europeo en el que menos ha crecido la renta per cápita en los últimos siete años, precisamente los de Sánchez en el poder.
Ningún país del planeta necesita tanto como España un plan de profunda austeridad, imprescindible para reducir la deuda atronadora que Sánchez ha contraído en los mercados, a pesar de que es la nación que impone a ciudadanos y empresas impuestos más desproporcionados e injustos, algunos de ellos anticonstitucionales por ser confiscatorios.
Ahora prepara la restauración en todo el territorio español de uno de los impuestos más injustos y descabellados, el de las herencias, considerado confiscatorio por miles de expertos e inexistente en la mayoría de los países desarrollados, que muchos gobiernos autonómicos habían bonificado, aliviando así la carga fiscal y eliminando la injusticia de pagar dos o tres veces por los mismos ingresos.
Ese impuesto fue masivamente protestado hace cuatro años por el pueblo en las calles, pero al sátrapa eso no le importa, porque es un yonqui del poder, el lujo, el disfrute y la ostentación.
Francisco Rubiales
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