España ha alcanzado un acuerdo con la OTAN para destinar el 2.1% de su PIB a defensa, en lugar del 5 por ciento que asumirán los restante miembros. Se trata de un acuerdo que, aunque Sánchez y sus voceros lo nieguen, devalúa a España como socio y margina al las Fuerzas Armadas de España en la Alianza Atlántica.
Sánchez no puede aceptar el 5 por ciento de gasto militar que le exige la OTAN por dos razones fundamentales: porque sus socios no aprobarían nunca ese gasto y porque al asumirlo tendría que afrontar la austeridad que él odia como despilfarrador manirroto.
La OTAN ha preferido prescindir del consenso y conceder a España un status de segundo nivel, convirtiéndolo en un socio devaluado, antes que tener que soportar el discurso de Sánchez en la próxima cumbre, enervante, anti Trump y falsamente pacifista y progresista.
España dejará de participar, a partir de ahora, en las grandes misiones de la OTAN, lo que implica perder importantes experiencias y fondos para los militares españoles que se desplazan a lugares de peligro.
El voto español en la OTAN también perderá peso y su influencia será mínima, tras señalarse como el socio díscolo de la defensa atlántica.
Pero el aspecto más grave del acuerdo alcanzado quizás haya sido las nuevas mentiras y estafas de Pedro Sánchez a la hora de explicar el acuerdo a sus ciudadanos, a los que ha mentido diciendo que aceptar el 5 % traería consigo rebajas en las pensiones (de hasta el 40 por ciento), subidas dramáticas de impuestos y reducción drástica en los gastos de sanidad, educación y servicios sociales, sin mencionar que el dinero necesario para las armas podría conseguirlo el gobierno si practicara un poco de austeridad y prescindiera de los cientos de miles de políticos que sobran, de los miles de asesores contratados de manera innecesaria, si redujera los ministerios ociosos y superfluos y si eliminada los miles de chiringuitos creados y subvencionados para conseguir votos para el socialismo.
El truco de Sánchez, su nueva estafa, ha consistido en engañar de nuevo a su pueblo con mentiras sucias y corruptas, negándose a asumir una austeridad necesaria y urgente para la nación, cada día más endeudada y lanzada por las rutas del derroche y el crecimiento del gasto del Estado.
Francisco Rubiales
Sánchez no puede aceptar el 5 por ciento de gasto militar que le exige la OTAN por dos razones fundamentales: porque sus socios no aprobarían nunca ese gasto y porque al asumirlo tendría que afrontar la austeridad que él odia como despilfarrador manirroto.
La OTAN ha preferido prescindir del consenso y conceder a España un status de segundo nivel, convirtiéndolo en un socio devaluado, antes que tener que soportar el discurso de Sánchez en la próxima cumbre, enervante, anti Trump y falsamente pacifista y progresista.
España dejará de participar, a partir de ahora, en las grandes misiones de la OTAN, lo que implica perder importantes experiencias y fondos para los militares españoles que se desplazan a lugares de peligro.
El voto español en la OTAN también perderá peso y su influencia será mínima, tras señalarse como el socio díscolo de la defensa atlántica.
Pero el aspecto más grave del acuerdo alcanzado quizás haya sido las nuevas mentiras y estafas de Pedro Sánchez a la hora de explicar el acuerdo a sus ciudadanos, a los que ha mentido diciendo que aceptar el 5 % traería consigo rebajas en las pensiones (de hasta el 40 por ciento), subidas dramáticas de impuestos y reducción drástica en los gastos de sanidad, educación y servicios sociales, sin mencionar que el dinero necesario para las armas podría conseguirlo el gobierno si practicara un poco de austeridad y prescindiera de los cientos de miles de políticos que sobran, de los miles de asesores contratados de manera innecesaria, si redujera los ministerios ociosos y superfluos y si eliminada los miles de chiringuitos creados y subvencionados para conseguir votos para el socialismo.
El truco de Sánchez, su nueva estafa, ha consistido en engañar de nuevo a su pueblo con mentiras sucias y corruptas, negándose a asumir una austeridad necesaria y urgente para la nación, cada día más endeudada y lanzada por las rutas del derroche y el crecimiento del gasto del Estado.
Francisco Rubiales
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