
Pedro Sánchez, cuando sea expulsado del gobierno, dejará como herencia una España destrozada que tardará décadas en recuperarse, con la Justicia acosada, el periodismo comprado, la verdad asesinada, la democracia acuchillada, con las calles llenas de delincuentes, dividida, llena de odio, con Cataluña y el País Vasco envilecidos, con el nacionalismo separatista lleno de fuerza, con una deuda casi impagable, que oprimirá a las futuras generaciones, con los territorios de África en peligro, con nuevos y peligrosos enemigos, sin aliados fiables, con la colonia de Gibraltar consolidada y en manos británicas, con un brutal desempleo maquillado, con la obligación de devolver a Europa los fondos robados o mal empleados y con un pueblo desmoralizado que habrá perdido la ilusión, la esperanza y la confianza en sus dirigentes y en el futuro.
La herencia de Sánchez será demoledora, pero quizás merecida porque el pueblo español ha permitido, con su cobardía, ser gobernado por un corrupto psicópata dañino y depredador salvaje.
Si la deuda de los ciudadanos con España, por haber permitido que un miserable ocupe el poder, es enorme, la del PSOE será terrible e insoportable. Ese partido es el que ha encumbrado al gran corrupto y el que lo ha sostenido durante años y le aplaudía mientras aplastaba a España y a su desgraciado pueblo.
España empleará muchos años en enderezar lo que el sanchismo ha torcido y en recuperar lo que los sanchistas le han robado, desde la dignidad a la decencia, además de mucho dinero, incluyendo la honradez, el prestigio y el futuro.
Sánchez nos dejará una Corona desprestigiada por la cobardía y pasividad del Rey ante el desastre, unas fuerzas armadas corrompidas y sometidas al poder, que renunció a la defensa de España cuando el sanchismo la aplastaba, unas fuerzas de seguridad que dedicaron su mayor esfuerzo a la defensa del gobierno, no del pueblo, y una estructura política y moral viciadas y demolidas a golpe de delitos del poder ocultos, robos y mentiras.
La industria casi desmontada, la pesca casi arruinada, la agricultura maltratada, ni una sola vivienda social construida, fondos europeos desaparecidos, vuelos al Caribe de los aviones del Estado sin que se conozca la carga y un sanchismo dueño de una nación con sus ciudadanos secuestrados, tras perder la confianza en la democracia y sin una gota de confianza en sus líderes políticos.
La España destrozada será la herencia socialista más cruel, la que le costará a ese partido su práctica desaparición en el futuro, cuando se descubra la aterradora dimensión de los daños y canalladas perpetrados por el sanchismo.
Francisco Rubiales
La herencia de Sánchez será demoledora, pero quizás merecida porque el pueblo español ha permitido, con su cobardía, ser gobernado por un corrupto psicópata dañino y depredador salvaje.
Si la deuda de los ciudadanos con España, por haber permitido que un miserable ocupe el poder, es enorme, la del PSOE será terrible e insoportable. Ese partido es el que ha encumbrado al gran corrupto y el que lo ha sostenido durante años y le aplaudía mientras aplastaba a España y a su desgraciado pueblo.
España empleará muchos años en enderezar lo que el sanchismo ha torcido y en recuperar lo que los sanchistas le han robado, desde la dignidad a la decencia, además de mucho dinero, incluyendo la honradez, el prestigio y el futuro.
Sánchez nos dejará una Corona desprestigiada por la cobardía y pasividad del Rey ante el desastre, unas fuerzas armadas corrompidas y sometidas al poder, que renunció a la defensa de España cuando el sanchismo la aplastaba, unas fuerzas de seguridad que dedicaron su mayor esfuerzo a la defensa del gobierno, no del pueblo, y una estructura política y moral viciadas y demolidas a golpe de delitos del poder ocultos, robos y mentiras.
La industria casi desmontada, la pesca casi arruinada, la agricultura maltratada, ni una sola vivienda social construida, fondos europeos desaparecidos, vuelos al Caribe de los aviones del Estado sin que se conozca la carga y un sanchismo dueño de una nación con sus ciudadanos secuestrados, tras perder la confianza en la democracia y sin una gota de confianza en sus líderes políticos.
La España destrozada será la herencia socialista más cruel, la que le costará a ese partido su práctica desaparición en el futuro, cuando se descubra la aterradora dimensión de los daños y canalladas perpetrados por el sanchismo.
Francisco Rubiales
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