Ninguna clase política en todo el mundo ha acumulado tanto fracaso en menos tiempo. Hace apenas dos décadas, la sociedad española veneraba a sus políticos, tenía una profunda fe en la democracia, luchaba por la prosperidad y estaba cargada de orgullo y esperanza en el futuro, pero hoy, por culpa de su miserable clase política, España es un país que teme romperse, cuestiona la democracia, desprecia a los políticos, se revuelca en la corrupción, el desempleo y la pobreza y carece de orgullo, esperanza y fe en el futuro.
Los autores de ese desastre son los políticos españoles, los que, sin merecerlo, disfrutan de mas privilegios que sus colegas del resto de Europa y los que cierran los ojos y los oídos, con impudicia y descaro, al profundo y masivo rechazo popular.
Heredaron del Franquismo una España que crecía, con ciudadanos que no pagaban impuestos, con gran capacidad industrial, con una tasa de desempleo baja, sin apenas corrupción y cada día mas fuerte, pero hoy, después de casi cuatro décadas de "democracia" degradada, es una inmunda e injusta pocilga plagada de desempleados y pobres, en retroceso, desindustrializada, casi en la ruina y víctima de dos plagas letales: la corrupción de su clase política y sus instituciones y el desarme moral, con los grandes valores en estado de ruina.
Los políticos que han controlado el timón del país son los grandes culpables del drama español, aunque el pueblo ha actuado como indigno cómplice apoyándolos en las urnas y soportando sus abusos e iniquidades.
El país construido por los falsos demócratas es desigual, injusto, corrupto y cada día mas pobre. Las estadísticas sitúan a España como líder internacional de casi todo lo sucio y mezquino: alcoholismo, corrupción, tráfico y consumo de drogas, fracaso y abandono escolar, baja calidad de la enseñanza, blanqueo de dinero, desprecio ciudadano a su clase política, auge de la delincuencia internacional, mentiras oficiales, creciente distancia entre ricos y pobres, Justicia domesticada por los políticos, que hasta se atreven a nombrar jueces y magistrados, promesas incumplidas por el poder político, número de aforados con privilegios, desprestigio de la justicia y otras muchas lacras, todas ellas impulsadas desde un poder político que hace mucho tiempo que dejó de ser ejemplar y se transformó en algo parecido a una horda delictiva, con partidos políticos cargados de causas abiertas en los tribunales de justicia por corrupción y abuso de poder.
España no es un paraíso fiscal, pero sí es un "basurero" fiscal, un país que recibe el dinero socio del mundo sin mirar demasiado cual es su origen y si llega manchado de delitos.
España es uno de los países del mundo con un Estado mas grueso y enfermo, plagado de políticos y de lastre inútil cobrando del Estado y ordeñando las arcas públicas. Con mas de 450.000 políticos cobrando dinero público, España tiene mas parásitos a cargo del Estado que Francia, Alemania e Inglaterra juntos. El pueblo pide a gritos que adelgacen el Estado, consciente de que su tamaño y la marea de políticos y enchufados ineptos que lo pueblan funciona como una losa de plomo que impide el progreso y la recuperación, pero los políticos simplemente dicen que no están dispuestos a renunciar a los fueros, privilegios y ventajas que les otorga la pocilga española que ellos han creado.
Ante el estupor de miles de observadores y analistas de todo el mundo y de buena parte de sus colegas políticos internacionales, esa desprestigiada manada de aprovechados españoles, en lugar de asumir el fracaso y de pedir perdón por su miserable "trabajo" y por la ruina causada a España, a sus instituciones y a sus ciudadanos, pide ahora que le renueven la confianza en las urnas, haciendo gala de un descaro y de una osadía sin límites, propia solo de aquellos a los que el poder ha chocho perder la lucidez y la mesura.
Hay razones y motivos mas que suficientes en España para que el pueblo se revuelva contra los políticos que le malgobiernan y les obliguen a salir del poder, sustituyéndolos por gente diferente, decente, con valores y con fe en la democracia. Esa rebeldía frente a la iniquidad y la injusticia es la que debería plasmarse en las urnas, en la próxima cita electoral, si la sociedad quiere regenerarse.
Los autores de ese desastre son los políticos españoles, los que, sin merecerlo, disfrutan de mas privilegios que sus colegas del resto de Europa y los que cierran los ojos y los oídos, con impudicia y descaro, al profundo y masivo rechazo popular.
Heredaron del Franquismo una España que crecía, con ciudadanos que no pagaban impuestos, con gran capacidad industrial, con una tasa de desempleo baja, sin apenas corrupción y cada día mas fuerte, pero hoy, después de casi cuatro décadas de "democracia" degradada, es una inmunda e injusta pocilga plagada de desempleados y pobres, en retroceso, desindustrializada, casi en la ruina y víctima de dos plagas letales: la corrupción de su clase política y sus instituciones y el desarme moral, con los grandes valores en estado de ruina.
Los políticos que han controlado el timón del país son los grandes culpables del drama español, aunque el pueblo ha actuado como indigno cómplice apoyándolos en las urnas y soportando sus abusos e iniquidades.
El país construido por los falsos demócratas es desigual, injusto, corrupto y cada día mas pobre. Las estadísticas sitúan a España como líder internacional de casi todo lo sucio y mezquino: alcoholismo, corrupción, tráfico y consumo de drogas, fracaso y abandono escolar, baja calidad de la enseñanza, blanqueo de dinero, desprecio ciudadano a su clase política, auge de la delincuencia internacional, mentiras oficiales, creciente distancia entre ricos y pobres, Justicia domesticada por los políticos, que hasta se atreven a nombrar jueces y magistrados, promesas incumplidas por el poder político, número de aforados con privilegios, desprestigio de la justicia y otras muchas lacras, todas ellas impulsadas desde un poder político que hace mucho tiempo que dejó de ser ejemplar y se transformó en algo parecido a una horda delictiva, con partidos políticos cargados de causas abiertas en los tribunales de justicia por corrupción y abuso de poder.
España no es un paraíso fiscal, pero sí es un "basurero" fiscal, un país que recibe el dinero socio del mundo sin mirar demasiado cual es su origen y si llega manchado de delitos.
España es uno de los países del mundo con un Estado mas grueso y enfermo, plagado de políticos y de lastre inútil cobrando del Estado y ordeñando las arcas públicas. Con mas de 450.000 políticos cobrando dinero público, España tiene mas parásitos a cargo del Estado que Francia, Alemania e Inglaterra juntos. El pueblo pide a gritos que adelgacen el Estado, consciente de que su tamaño y la marea de políticos y enchufados ineptos que lo pueblan funciona como una losa de plomo que impide el progreso y la recuperación, pero los políticos simplemente dicen que no están dispuestos a renunciar a los fueros, privilegios y ventajas que les otorga la pocilga española que ellos han creado.
Ante el estupor de miles de observadores y analistas de todo el mundo y de buena parte de sus colegas políticos internacionales, esa desprestigiada manada de aprovechados españoles, en lugar de asumir el fracaso y de pedir perdón por su miserable "trabajo" y por la ruina causada a España, a sus instituciones y a sus ciudadanos, pide ahora que le renueven la confianza en las urnas, haciendo gala de un descaro y de una osadía sin límites, propia solo de aquellos a los que el poder ha chocho perder la lucidez y la mesura.
Hay razones y motivos mas que suficientes en España para que el pueblo se revuelva contra los políticos que le malgobiernan y les obliguen a salir del poder, sustituyéndolos por gente diferente, decente, con valores y con fe en la democracia. Esa rebeldía frente a la iniquidad y la injusticia es la que debería plasmarse en las urnas, en la próxima cita electoral, si la sociedad quiere regenerarse.
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