Las denunciadas violaciones y abusos sexuales perpetrados por soldados de Naciones Unidas y por cooperantes y miembros de ONGs en países pobres de África y de otras zonas depauperadas del mundo demuestran hasta que punto este mundo está corrompido y hasta donde ha llegado el fracaso de nuestros políticos ante el reto de construir un mundo mejor.
Los informes de la ONG británica "Save the Children" son espeluznantes y, gracias a ellos, ha quedado demostrado que las fuerzas teorícamente más fiables, pacíficas y solidarias del planeta, los cascos azules de Naciones Unidas y los cooperantes y miembros de diferentes ONGs que trabajan en las zonas más deprimidas del planeta, están corrompidas, violan y obtienen favores sexuales de niños a cambio de alimentos y regalos.
Los informes denuncian casos concretos en Haití, Sudan y Costa de Marfil, reflejando la existencia de todo un submundo depravado que se mueve precisamente en los ámbitos teoricamente más nobles y solidarios de la Humanidad, entre las tropas pacificadoras de la ONU y entre los voluntarios de ONGs dedicadas a hacer el bien y a socorrer a los más humildes y desposeidos.
El informe de 2008, de especial dureza, reflejaba ya una tendencia que no ha parado de crecer hasta hoy y que demuestra que la más vulgar y delictiva corrupción ha venido operando en otros territorios donde tuvieron que intervenir las fuerzas de paz y las ONGs de socorro, como Camboya (1992), Bosnia (2000), Eritrea (2003), el Congo (2004) y Liberia (2006), un drama que se reproduce en la actualidad en países como Haití y otros africanos.
Los informes de la ONG británica "Save the Children" son espeluznantes y, gracias a ellos, ha quedado demostrado que las fuerzas teorícamente más fiables, pacíficas y solidarias del planeta, los cascos azules de Naciones Unidas y los cooperantes y miembros de diferentes ONGs que trabajan en las zonas más deprimidas del planeta, están corrompidas, violan y obtienen favores sexuales de niños a cambio de alimentos y regalos.
Los informes denuncian casos concretos en Haití, Sudan y Costa de Marfil, reflejando la existencia de todo un submundo depravado que se mueve precisamente en los ámbitos teoricamente más nobles y solidarios de la Humanidad, entre las tropas pacificadoras de la ONU y entre los voluntarios de ONGs dedicadas a hacer el bien y a socorrer a los más humildes y desposeidos.
El informe de 2008, de especial dureza, reflejaba ya una tendencia que no ha parado de crecer hasta hoy y que demuestra que la más vulgar y delictiva corrupción ha venido operando en otros territorios donde tuvieron que intervenir las fuerzas de paz y las ONGs de socorro, como Camboya (1992), Bosnia (2000), Eritrea (2003), el Congo (2004) y Liberia (2006), un drama que se reproduce en la actualidad en países como Haití y otros africanos.
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