Está tan deteriorada y alterada la sociedad catalana, como consecuencia del mal gobierno y de los desmanes y abusos de su propia clase política, que está a punto de premiar en las urnas a un gobierno que se merece la derrota y que se distingue en toda Europa por su insolidaridad, corrupción y comportamiento felón. Mientras que la casi totalidad de los dirigentes políticos de Europa pagan su fracaso ante la crisis, sus despilfarros, endeudamientos y destrucción de los servicios y logros populares perdiendo en las urnas, castigados por sus pueblos, en Cataluña, si se cumple el pronóstico de las encuestas, Artur Mas, probablemente el peor derigente autonómico de España y uno de los más nefastos de todas las regiones de Europa, va a conseguir un triunfo injusto, gracias al deterioro de la sociedad catalana y a la habilidad de CIU para envolverse en la bandera de Cataluña, hacer olvidar sus fracasos y desmanes y convertir las elecciones en un plebiscito sobre la disgregación y una independencia que les expulsaría de Europa y que les resultaría suicida.
Es cierto que el independentismo catalán está sustentado también en los errores y en la naturaleza antidemocrática y corrupta del gobierno central español, del que, además de los catalanes, millones de españoles querrían librarse para poder recuperar así cierta esperanza, decencia y democracia, pero carece de sentido rechazar a los políticos de Madrid para echarse en brazos de los políticos catalanes, cuya labor de gobierno ha sido todavía mas indecente, corrupta y dañina que la de los gobiernos nacionales.
Gracias a la manipulación, al engaño y a la complicidad de una sociedad catalana que está pervertida y que se siente a gusto en la mentira, los políticos gobernantes en Cataluña, tras haber demostrado que son los más corruptos, despilfarradores y endeudados de todo el mapa autonómico español, van a ser premiados en lugar de castigados. El vídeo electoral de CIU retirado por partidista y sectario, pagado con fondos de la Generalitat, es un claro ejemplo del desastre moral de los políticos gobernantes en Cataluña. Les ha bastado envolverse en la señera para que los ciudadanos catalanes dejen de pensar en su ruina, en la falta de democracia, en el comportamiento corrupto de sus dirigentes y en la terrible decadencia de su tierra, propiciada por el mal gobierno de una clase política desafiante y desnortada, que extrae réditos del enfrentamiento, de la envidia, del victimismo y del incumplimiento de las leyes y de las sentencias judiciales.
El grado de deterioro alcanzado por la sociedad catalana es sorprendente y casi inexplicable. Se han creído las mentiras inventadas por el nacionalismo, forjadas alterando la verdad y mutilando la historia, y se han dejado arrebatar aquel empuje emprendedor y comercial que convirtió a Cataluña en una sociedad de comerciantes y empresarios marcados por el éxito. Hoy, millones de españoles, indignados ante la continua agresión desestabilizadora e insolidaria de los políticos nacionalistas catalanes y sus seguidores, se niegan a consumir productos de esa tierra y a visitarla, generando un movimiento de destrucción y de revancha que no beneficia a nadie y que sólo empobrece más a España.
Demasiados catalanes han caído en la red de trampas y mentiras forjada por la clase política catalana, que se ha hecho multimillonaria con la especulación y la corrupción. Ni siquiera admiten verdades históricas como que la industrialización de Cataluña se construyó gracias a las plusvalías que generaba la España rural y agrícola de finales del siglo XIX y primera mitad del XX, en especial de las generadas en el valle del Guadalquivir. Es probable que si se hicieran las cuentas honradamente, si Cataluña, al marcharse de España, tuviera que pagar todo lo que debe al resto de los españoles, quedaría arruinada tres veces y endeudada por al menos siete u ocho generaciones.
Que Artur Mas no pague sus errores, insolidaridades, abusos y corrupciones en las urnas constituye un caso de injusticia democrática electoral digno de ser estudiado en las escuelas y facultades de política del resto del mundo. Nadie merece mas que el nacionalismo catalán, despilfarrador, injusto, corrupto, desvergonzado y alimentado con el pienso de la envidia, el victimismo, la disgregación y el conflicto, un repudio masivo y correctivo de sus propios ciudadanos. Tampoco va a pagar, seguramente, la vileza que representa dinamitar el proyecto común de nación que habíamos sellado los españoles a lo largo y ancho de nuestra historia común. En lugar de eso, si se cumplen los pronósticos, obtendrá el respaldo de una sociedad que demostrará así hasta que punto ha sido vulnerable al engaño, la manipulación y el envilecimiento, permitiendo el dominio de una clase política que desconoce la democracia y que ha sido modelo de abuso, oprobio y degradación en toda Europa.
Es cierto que el independentismo catalán está sustentado también en los errores y en la naturaleza antidemocrática y corrupta del gobierno central español, del que, además de los catalanes, millones de españoles querrían librarse para poder recuperar así cierta esperanza, decencia y democracia, pero carece de sentido rechazar a los políticos de Madrid para echarse en brazos de los políticos catalanes, cuya labor de gobierno ha sido todavía mas indecente, corrupta y dañina que la de los gobiernos nacionales.
Gracias a la manipulación, al engaño y a la complicidad de una sociedad catalana que está pervertida y que se siente a gusto en la mentira, los políticos gobernantes en Cataluña, tras haber demostrado que son los más corruptos, despilfarradores y endeudados de todo el mapa autonómico español, van a ser premiados en lugar de castigados. El vídeo electoral de CIU retirado por partidista y sectario, pagado con fondos de la Generalitat, es un claro ejemplo del desastre moral de los políticos gobernantes en Cataluña. Les ha bastado envolverse en la señera para que los ciudadanos catalanes dejen de pensar en su ruina, en la falta de democracia, en el comportamiento corrupto de sus dirigentes y en la terrible decadencia de su tierra, propiciada por el mal gobierno de una clase política desafiante y desnortada, que extrae réditos del enfrentamiento, de la envidia, del victimismo y del incumplimiento de las leyes y de las sentencias judiciales.
El grado de deterioro alcanzado por la sociedad catalana es sorprendente y casi inexplicable. Se han creído las mentiras inventadas por el nacionalismo, forjadas alterando la verdad y mutilando la historia, y se han dejado arrebatar aquel empuje emprendedor y comercial que convirtió a Cataluña en una sociedad de comerciantes y empresarios marcados por el éxito. Hoy, millones de españoles, indignados ante la continua agresión desestabilizadora e insolidaria de los políticos nacionalistas catalanes y sus seguidores, se niegan a consumir productos de esa tierra y a visitarla, generando un movimiento de destrucción y de revancha que no beneficia a nadie y que sólo empobrece más a España.
Demasiados catalanes han caído en la red de trampas y mentiras forjada por la clase política catalana, que se ha hecho multimillonaria con la especulación y la corrupción. Ni siquiera admiten verdades históricas como que la industrialización de Cataluña se construyó gracias a las plusvalías que generaba la España rural y agrícola de finales del siglo XIX y primera mitad del XX, en especial de las generadas en el valle del Guadalquivir. Es probable que si se hicieran las cuentas honradamente, si Cataluña, al marcharse de España, tuviera que pagar todo lo que debe al resto de los españoles, quedaría arruinada tres veces y endeudada por al menos siete u ocho generaciones.
Que Artur Mas no pague sus errores, insolidaridades, abusos y corrupciones en las urnas constituye un caso de injusticia democrática electoral digno de ser estudiado en las escuelas y facultades de política del resto del mundo. Nadie merece mas que el nacionalismo catalán, despilfarrador, injusto, corrupto, desvergonzado y alimentado con el pienso de la envidia, el victimismo, la disgregación y el conflicto, un repudio masivo y correctivo de sus propios ciudadanos. Tampoco va a pagar, seguramente, la vileza que representa dinamitar el proyecto común de nación que habíamos sellado los españoles a lo largo y ancho de nuestra historia común. En lugar de eso, si se cumplen los pronósticos, obtendrá el respaldo de una sociedad que demostrará así hasta que punto ha sido vulnerable al engaño, la manipulación y el envilecimiento, permitiendo el dominio de una clase política que desconoce la democracia y que ha sido modelo de abuso, oprobio y degradación en toda Europa.
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