Basta echar una mirada al comportamiento de Rajoy y Pedro Sánchez en estos días cruciales para la formación de un nuevo gobierno para darse cuenta de que los políticos son mucho peores que los ciudadanos a los que dicen representar. Incapaces de ponerse de acuerdo, impedidos para pactar, impotentes para dialogar, la imagen que ofrecen es la de dos adolescentes pendencieros y chuletas que se pelean para impresionar a sus respectivas pandillas y reafirmar su liderazgo en las bandas. Los intereses propios y sus bajas pasiones les importan más que España, que el interés general y que toda la ciudadanía.
España quiere que se entiendan, pero parece que a ellos les da igual España y que sólo luchan por ellos mismos y por sus respectivas bandas. La pelea irresponsable de esos dos gallos avergüenza a la nación y produce sonrojo en las democracias mundiales. No se les ve el respeto ni la grandeza, ni los valores. Carecen de ejemplaridad. Sólo odio y desprecio vergonzantes. No merecen ser líderes.
Sus respectivas huestes del PP y del PSOE no son capaces de reprimir esa pelea vergonzosa que se disputa ante las cámaras. Les jalean como idiotas, a pesar de que España necesita que unan fuerzas para salvar la nación. Mas que políticos responsables parecen pandilleros del Bronx.
La sociedad española era decente y estaba adornada por muchos valores hasta que llegaron los políticos de la falsa democracia y la corrompieron. Hace cuarenta años, cuando el dictador se moría en la cama, los españoles dormían con las puertas de sus hogares abiertas, no pagaban impuestos, convivían con el respeto, la honradez y otros muchos valores en los hogares y devolvían hasta un simple real cuando el tendero les daba la vuelta de la compra equivocada. Apenas había delincuencia y el respeto a los demás presidía la convivencia.
Pero entonces, tras la muerte de Franco, llegaron ellos y empezaron a trapichear, a mentir, a engañar, a redactar leyes de doble o triple interpretación, a acumular privilegios, a prostituir la democracia y a alardear de aquello que dijo Solchaga, que España era el país del mundo donde uno puede hacerse rico con más rapidez. Acababan de aprobar una Constitución mediocre y truculenta, que presentaron ante los ciudadanos como democratica, cuando ha servido para amparar una vulgar dictadura de partidos y océanos de corrupción y de impunidad para delincuentes con dinero y poder, redactada a base de corta y pega, en una cafeteria cercana al Congreso, donde las opiniones del termodinámico Alfonso Guerra y el sabelotodo Abril Martorell se convertían en artículos intocables de la Carta Magna.
Los partidos políticos han dilapidado en España un capital inmenso, el que le otorgaron los ciudadanos que, inocentes y crédulos, los recibieron con los brazos abiertos y con admiración infinita. Hoy, tanto el partido de Cospedal como el de Pedro Sánchez, son dos pozos de estiercol corrupto que deberían estar de rodillas y pidiendo perdón porque los ciudadanos los señalan en las encuestas como el mayor problema del país.
Nuestros políticos, casi todos millonarios y orgullosos de haber roto sus conexiones con el pueblo para unirse a las élites, en lugar de postrarse avergonzados por sus fechorías y estragos causados a una España que se rompe y de la que se ríen en el mundo por su suciedad corrupta, se dedican ahora a ofender a la verdad y a la sociedad afirmando que la corrupción es un reflejo de la sociedad, cuando la sociedad, en España, es y ha sido siempre mil veces mas decente y digna que su clase política.
España quiere que se entiendan, pero parece que a ellos les da igual España y que sólo luchan por ellos mismos y por sus respectivas bandas. La pelea irresponsable de esos dos gallos avergüenza a la nación y produce sonrojo en las democracias mundiales. No se les ve el respeto ni la grandeza, ni los valores. Carecen de ejemplaridad. Sólo odio y desprecio vergonzantes. No merecen ser líderes.
Sus respectivas huestes del PP y del PSOE no son capaces de reprimir esa pelea vergonzosa que se disputa ante las cámaras. Les jalean como idiotas, a pesar de que España necesita que unan fuerzas para salvar la nación. Mas que políticos responsables parecen pandilleros del Bronx.
La sociedad española era decente y estaba adornada por muchos valores hasta que llegaron los políticos de la falsa democracia y la corrompieron. Hace cuarenta años, cuando el dictador se moría en la cama, los españoles dormían con las puertas de sus hogares abiertas, no pagaban impuestos, convivían con el respeto, la honradez y otros muchos valores en los hogares y devolvían hasta un simple real cuando el tendero les daba la vuelta de la compra equivocada. Apenas había delincuencia y el respeto a los demás presidía la convivencia.
Pero entonces, tras la muerte de Franco, llegaron ellos y empezaron a trapichear, a mentir, a engañar, a redactar leyes de doble o triple interpretación, a acumular privilegios, a prostituir la democracia y a alardear de aquello que dijo Solchaga, que España era el país del mundo donde uno puede hacerse rico con más rapidez. Acababan de aprobar una Constitución mediocre y truculenta, que presentaron ante los ciudadanos como democratica, cuando ha servido para amparar una vulgar dictadura de partidos y océanos de corrupción y de impunidad para delincuentes con dinero y poder, redactada a base de corta y pega, en una cafeteria cercana al Congreso, donde las opiniones del termodinámico Alfonso Guerra y el sabelotodo Abril Martorell se convertían en artículos intocables de la Carta Magna.
Los partidos políticos han dilapidado en España un capital inmenso, el que le otorgaron los ciudadanos que, inocentes y crédulos, los recibieron con los brazos abiertos y con admiración infinita. Hoy, tanto el partido de Cospedal como el de Pedro Sánchez, son dos pozos de estiercol corrupto que deberían estar de rodillas y pidiendo perdón porque los ciudadanos los señalan en las encuestas como el mayor problema del país.
Nuestros políticos, casi todos millonarios y orgullosos de haber roto sus conexiones con el pueblo para unirse a las élites, en lugar de postrarse avergonzados por sus fechorías y estragos causados a una España que se rompe y de la que se ríen en el mundo por su suciedad corrupta, se dedican ahora a ofender a la verdad y a la sociedad afirmando que la corrupción es un reflejo de la sociedad, cuando la sociedad, en España, es y ha sido siempre mil veces mas decente y digna que su clase política.
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