El golpista Junqueras le dice a Sánchez "Tenemos que hablar" y éste le responde "No te preocupes". Un diálogo que degrada a España.
El grito de "Parar a la derecha", además de poner de relieve la baja calidad ideológica y doctrinal de la izquierda, cuyo mejor argumento para ganar votos parece ser el miedo y la amenaza, es un reflejo de la baja calidad de la democracia española y del profundo deterioro de los grandes partidos, que han demostrado hasta la saciedad su ineficacia, su incapacidad para gobernar bien y su impotencia para generar ilusiones y proyectos atractivos en los ciudadanos. El miedo, en política, es un recurso propio de tiranos y miserables.
Comparada con las fechorías que se permitieron y alentaron por los socialistas en el Congreso, en la inauguración de la legislatura, esa terrible "extrema derecha" a la que estigmatizan y califican de peligrosa e inconstitucional, es casi una monja misionera de la Caridad. Abascal y sus adláteres juraron "por España", mientras que la jauría golpista con la que Pedro Sánchez probablemente volverá a pactar para gobernar, lo hizo despreciando la democracia, alardeando de su inexistente república y con el ánimo ofensivo de humillar a los españoles.
El comportamiento de Maritxell Batet, presidenta de la Cámara designada por Sánchez, fue bochornoso, permitiendo ese espectáculo de desprecio a la ley y a España que nos ofreció la chusma catalanista y que ella debió haber impedido.
Ese socialismo que se permite demonizar a las derechas es también el que gobierna con los partidos más desleales y antiespañoles, el que tiene socios de gobierno que se dedican a repartir mamporros a los militantes de derecha y a reventar sus mítines y el que permanece impasible cuando se humilla a España y a los españoles, trasladando al Congreso de los Diputados las bajezas y miserias que hemos tenido que soportar en el Parlamento Catalán durante la anterior legislatura.
El apretón de manos entre Sánchez y el santón hipócrita de Oriol Junqueras es, hasta este momento, uno de los gestos más repugnantes vividos en el parlamentarismo de España desde los disparos de Tejero al techo del hemiciclo.
Si se descarta la mentira y la propaganda, por mucho que griten y condenen los socialistas, el comportamiento de la llamada "extrema derecha" no ha podido ser más civilizado y pacífico. Ni un mitin reventado, ni un golpe propinado, ni un grito contra los adversarios de la izquierda, que si han gritado, golpeado y reventado actos. Pero en este país parece que la izquierda tiene bula para todo, sin tener que pagar por sus corrupciones, abusos de poder y actitudes totalitarias y fascistas.
Nos espera una legislatura de infarto, acorde con la ética del partido que gobierna y de sus socios, permisiva, cobarde y plagada de injusticias, fracasos, aberraciones y traiciones.
Francisco Rubiales
Comparada con las fechorías que se permitieron y alentaron por los socialistas en el Congreso, en la inauguración de la legislatura, esa terrible "extrema derecha" a la que estigmatizan y califican de peligrosa e inconstitucional, es casi una monja misionera de la Caridad. Abascal y sus adláteres juraron "por España", mientras que la jauría golpista con la que Pedro Sánchez probablemente volverá a pactar para gobernar, lo hizo despreciando la democracia, alardeando de su inexistente república y con el ánimo ofensivo de humillar a los españoles.
El comportamiento de Maritxell Batet, presidenta de la Cámara designada por Sánchez, fue bochornoso, permitiendo ese espectáculo de desprecio a la ley y a España que nos ofreció la chusma catalanista y que ella debió haber impedido.
Ese socialismo que se permite demonizar a las derechas es también el que gobierna con los partidos más desleales y antiespañoles, el que tiene socios de gobierno que se dedican a repartir mamporros a los militantes de derecha y a reventar sus mítines y el que permanece impasible cuando se humilla a España y a los españoles, trasladando al Congreso de los Diputados las bajezas y miserias que hemos tenido que soportar en el Parlamento Catalán durante la anterior legislatura.
El apretón de manos entre Sánchez y el santón hipócrita de Oriol Junqueras es, hasta este momento, uno de los gestos más repugnantes vividos en el parlamentarismo de España desde los disparos de Tejero al techo del hemiciclo.
Si se descarta la mentira y la propaganda, por mucho que griten y condenen los socialistas, el comportamiento de la llamada "extrema derecha" no ha podido ser más civilizado y pacífico. Ni un mitin reventado, ni un golpe propinado, ni un grito contra los adversarios de la izquierda, que si han gritado, golpeado y reventado actos. Pero en este país parece que la izquierda tiene bula para todo, sin tener que pagar por sus corrupciones, abusos de poder y actitudes totalitarias y fascistas.
Nos espera una legislatura de infarto, acorde con la ética del partido que gobierna y de sus socios, permisiva, cobarde y plagada de injusticias, fracasos, aberraciones y traiciones.
Francisco Rubiales
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