El PSOE ha dejado de ser un partido socialista para convertirse en una mafia adicta al poder, sin ética y con una ambición sin límites. Cuando toda la basura que se está ocultando bajo la dirección de la Moncloa salga a flote, millones de españoles, entre ellos muchos socialistas de buena fe, sentirán asco y vergüenza por haber apoyado las cloacas.
Sánchez ha acabado con lo que quedaba del espíritu de perdón y reconciliación que asumió España después de la muerte de Franco y es culpable, junto con su predecesor socialista Zapatero, de resucitar el odio, la división y el espíritu de revancha que hicieron posible la Guerra Civil.
Está enfrentado a todo lo bueno que sobrevive, desde la transparencia a la verdad, desde la limpieza a la convivencia en paz. Ahora se enfrenta a los jueces honrados y a la Guardia Civil incorruptible, heroicos defensores de la democracia y la ley.
Sánchez sabía que la única manera que tenía de gobernar España, una vez demostrado que es incapaz de ganar unas elecciones, es llenando la sociedad de rencor y división y aliándose con los partidos que odian a España.
Los que le votan y le siguen están apoyando ese camino hacia el desastre, lleno de maldad y destrucción.
La multitud de socialistas españoles que capitanea Sánchez está infectada y es rechazada por la mayoría de los partidos de Europa y el mundo, entre ellos algunos socialismos que conservan algunos valores democráticos.
El apoyo a Sánchez lo están pagando ya los partidos socialistas autonómicos, la mayoría de ellos ya despojados del gobierno de sus regiones por culpa del sanchismo, y otros avanzando hacia un futuro desastre. Los líderes regionales temen que Sánchez se acerque a sus territorios para hacer campaña porque es portador de rechazo, pérdida de votos y derrota.
Andalucía y Madrid, dos autonomías claves en cualquier proceso electoral, cada día rechazan con más fuerza el socialismo, mientras sus nuevos líderes socialistas, María Jesús Montero y Oscar López, puestos por Sánchez a dedo para que resuciten el socialismo, avanzan con fuerza hacia derrotas humillantes en las urnas.
El apoyo del PNV al sanchismo, decisivo para que la izquierda gobierne con con mayoría, lo pagará pronto con la pérdida de la hegemonía en Vascongadas, donde en adelante dominarán los de BILDU, herederos de la ETA asesina.
Los nacionalistas catalanes perderán cientos de miles de votos cuando los catalanes descubran que han apoyado el gobierno más sucio e indecente de la Historia moderna de España, culpable, entre otras muchas cosas, de la decadencia de Cataluña.
Los comunistas de Podemos y SUMAR ya están pagando su alianza con el socialismo corrupto sanchista con una pérdida sangrante de votos y apoyos en toda la nación española. Su derrota en las próximas elecciones promete ser asombrosa.
Pronto, hasta las moscas y las cucarachas serán conscientes que Sánchez pudre y deteriora todo lo que toca, desde la sanidad a la dignidad, desde el prestigio a la decencia, la solvencia, la prosperidad, la ética y el futuro de esta nación.
Francisco Rubiales
Sánchez ha acabado con lo que quedaba del espíritu de perdón y reconciliación que asumió España después de la muerte de Franco y es culpable, junto con su predecesor socialista Zapatero, de resucitar el odio, la división y el espíritu de revancha que hicieron posible la Guerra Civil.
Está enfrentado a todo lo bueno que sobrevive, desde la transparencia a la verdad, desde la limpieza a la convivencia en paz. Ahora se enfrenta a los jueces honrados y a la Guardia Civil incorruptible, heroicos defensores de la democracia y la ley.
Sánchez sabía que la única manera que tenía de gobernar España, una vez demostrado que es incapaz de ganar unas elecciones, es llenando la sociedad de rencor y división y aliándose con los partidos que odian a España.
Los que le votan y le siguen están apoyando ese camino hacia el desastre, lleno de maldad y destrucción.
La multitud de socialistas españoles que capitanea Sánchez está infectada y es rechazada por la mayoría de los partidos de Europa y el mundo, entre ellos algunos socialismos que conservan algunos valores democráticos.
El apoyo a Sánchez lo están pagando ya los partidos socialistas autonómicos, la mayoría de ellos ya despojados del gobierno de sus regiones por culpa del sanchismo, y otros avanzando hacia un futuro desastre. Los líderes regionales temen que Sánchez se acerque a sus territorios para hacer campaña porque es portador de rechazo, pérdida de votos y derrota.
Andalucía y Madrid, dos autonomías claves en cualquier proceso electoral, cada día rechazan con más fuerza el socialismo, mientras sus nuevos líderes socialistas, María Jesús Montero y Oscar López, puestos por Sánchez a dedo para que resuciten el socialismo, avanzan con fuerza hacia derrotas humillantes en las urnas.
El apoyo del PNV al sanchismo, decisivo para que la izquierda gobierne con con mayoría, lo pagará pronto con la pérdida de la hegemonía en Vascongadas, donde en adelante dominarán los de BILDU, herederos de la ETA asesina.
Los nacionalistas catalanes perderán cientos de miles de votos cuando los catalanes descubran que han apoyado el gobierno más sucio e indecente de la Historia moderna de España, culpable, entre otras muchas cosas, de la decadencia de Cataluña.
Los comunistas de Podemos y SUMAR ya están pagando su alianza con el socialismo corrupto sanchista con una pérdida sangrante de votos y apoyos en toda la nación española. Su derrota en las próximas elecciones promete ser asombrosa.
Pronto, hasta las moscas y las cucarachas serán conscientes que Sánchez pudre y deteriora todo lo que toca, desde la sanidad a la dignidad, desde el prestigio a la decencia, la solvencia, la prosperidad, la ética y el futuro de esta nación.
Francisco Rubiales
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