Tan sólo por el mal ejemplo que ofrecen, el gobierno entero de Pedro Sánchez debe dimitir y ceder su sitio a personas limpias y decentes. Su dimisión libraría a España del bochorno de soportar en el poder, al frente de la nación, a personas sin vergüenza, sin valores, sin honor y podridas de alma y cuerpo.
El debate político en España se ha simplificado y prostituido, convirtiéndose en un constante intercambio de insultos, sin argumentos, razonamientos y, lo que es peor, con unos dirigentes políticos que han olvidado la educación y la dimensión ejemplarizantes que debe estar siempre unida al poder.
Si los líderes mienten, el pueblo miente; si los dirigentes se insultan, el pueblo se insulta; si la política pierde valores, formas y respeto a la verdad, la sociedad española se vuelve cada día menos decente.
El resultado del envilecimiento de la política es que la sociedad española también se envilece, siguiendo el ejemplo y el rastro de la política.
Los políticos españoles están perdiendo el norte y adquieren una enorme responsabilidad con su estilo crispado y por haber elevado la temperatura de la pugna política hasta someter a la sociedad a una presión ilegítima.
Tienen tanto poder que nadie puede pararles los pies. Son como dictadores legalizados por la falsa democracia, que hacen lo que quieren. Han traspasado tantas fronteras, que ya nadie distingue las líneas fronterizas entre la decencia y la política.
En una de sus conferencias, Antonio Garrigues Walker afirmaba: "discrepo del derecho de los políticos a discrepar". Explicó su frase afirmando que cuando existen valores e ideales de interés general, los políticos no tienen derecho a discrepar sobre ellos y puso como ejemplo el cambio de política frente al terrorismo que impuso Zapatero, un giro que permitió que los herederos de la ETA asesina sean hoy socios de gobierno de Pedro Sánchez.
Dijo Garrigues que los dos grandes partidos políticos españoles están escenificando, por razones tácticas, una ruptura que es falsa, porque en realidad sus posturas están muy cerca unas de otras.
En el ámbito mundial, las izquierdas y las derechas se han acercado mucho en sus planteamientos y enfoques, pero en España, aunque parezca que PSOE y PP están empeñados en una lucha salvaje por el poder, están todavía más unidos por intereses comunes y coordinados en secreto, lo que representa un engaño sucio para el pueblo, una estafa a los votantes y una prostitución de la vida política.
Francisco Rubiales
El debate político en España se ha simplificado y prostituido, convirtiéndose en un constante intercambio de insultos, sin argumentos, razonamientos y, lo que es peor, con unos dirigentes políticos que han olvidado la educación y la dimensión ejemplarizantes que debe estar siempre unida al poder.
Si los líderes mienten, el pueblo miente; si los dirigentes se insultan, el pueblo se insulta; si la política pierde valores, formas y respeto a la verdad, la sociedad española se vuelve cada día menos decente.
El resultado del envilecimiento de la política es que la sociedad española también se envilece, siguiendo el ejemplo y el rastro de la política.
Los políticos españoles están perdiendo el norte y adquieren una enorme responsabilidad con su estilo crispado y por haber elevado la temperatura de la pugna política hasta someter a la sociedad a una presión ilegítima.
Tienen tanto poder que nadie puede pararles los pies. Son como dictadores legalizados por la falsa democracia, que hacen lo que quieren. Han traspasado tantas fronteras, que ya nadie distingue las líneas fronterizas entre la decencia y la política.
En una de sus conferencias, Antonio Garrigues Walker afirmaba: "discrepo del derecho de los políticos a discrepar". Explicó su frase afirmando que cuando existen valores e ideales de interés general, los políticos no tienen derecho a discrepar sobre ellos y puso como ejemplo el cambio de política frente al terrorismo que impuso Zapatero, un giro que permitió que los herederos de la ETA asesina sean hoy socios de gobierno de Pedro Sánchez.
Dijo Garrigues que los dos grandes partidos políticos españoles están escenificando, por razones tácticas, una ruptura que es falsa, porque en realidad sus posturas están muy cerca unas de otras.
En el ámbito mundial, las izquierdas y las derechas se han acercado mucho en sus planteamientos y enfoques, pero en España, aunque parezca que PSOE y PP están empeñados en una lucha salvaje por el poder, están todavía más unidos por intereses comunes y coordinados en secreto, lo que representa un engaño sucio para el pueblo, una estafa a los votantes y una prostitución de la vida política.
Francisco Rubiales








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