¿QUÉ SERÁ DE NOSOTROS?

2.Publicado por Debates el 26/10/2010 09:22
Publicado en Red Liberal el 16/8/10
Factores cardinales de una verdadera revolución.

1.-Los que piensan que las revoluciones se hacen según el manual de buena urbanidad no se han molestado en revisar las enseñanzas que dichos torberllinos históricos han proporcionado. Precisamente porque la sociedad en su conjunto es conservadora desde cualquier punto de vista, justamente porque todo poder mantiene en la inopia a esa mayoría social y claramente cuando no hay otra salida política en una sociedad dada, es cuando revienta el magma público. Y sólo entonces una mayoría comprende cuanto ocurre. Jamás antes es posible alcanzar ese aprendizaje por parte de las multitudes porque no se enseña en ninguna escuela de ningún lugar y tiempo. Desde ese prisma, las revoluciones son hecatombes sociales tan naturales e inconscientes como para la geología la erupción de un volcán y por tanto están fuera de voluntad alguna, aunque en su desarrollo abran una academia de alcance mundial y masivo.

2-A los amos sociales de cualquier época nunca les entra en la cabeza la previsión de su ruina. Cuando surge la marabunta ni están ni se les espera, pero en sus prolegómenos niegan siempre -a si mismos y a los demás- la realidad inminente del batazazo gubernamental. Esa turbulenta inyección mental a la chusma mafiosa del Estado es una misión revolucionaria de primer orden y conditio sine qua non pueden dar su brazo a torcer. Y cuando la costra parásita y mentirosa haya sido erradicada, se podrá hablar de auténtico cambio y no solamente de fatuas escaramuzas como las actuales, antesala todas de la verdadera y alegre fiesta patria por venir.

3.-El rasgo definitorio o carnet de identidad de cualquier revolución que se precie, es la gente en la calle sin que nadie la llame y tratando de arreglar problemas particulares que por grandiosos son también sociales. Pero ese es un momento cumbre que finaliza toda una etapa de preparativos de toda jaez y ámbito. Los antecedentes se caracterizan por una tensión social y política creciente que a su vez proceden de un deterioro nacional de toda índole paulatinamente insoportable. Ese proceso va desenvolviéndose y arrojando luces en el seno social, a la vez que va proporcionando pretextos y causas para las trifurcas diarias entre toda la representación oficial y aún dentro de ellas, y que en fase terminal -como presenciamos hoy en directo- semeja farsa delirante a punto de sublimarse.
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Asistimos a la primera fase de la presente revolución española. Tiene la forma de una guerra civil entre la inmensa mayoría de la Nación contra la ínfima minoría gubernamental, pero al mismo tiempo es una lucha por la liberación nacional de las garras enemigas. Forma parte internacionalmente además, de la guerra entre ciudadanos de cualquier nación y los nuevos nazis mundiales.
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La pelea entre las castas, sus diferencias irreconciliables, sus litigios diarios y esperpénticos, solamente suponen una tormenta en un vaso de agua, una farsa indigestible, un sainete entre sinvergüenzas. La cuestión inmediata a solucionar es despedir al Estado. Hacia ese destino se encamina la realidad española y lo demás es agua de borrajas. Lo sabe el enemigo y los españoles también. El tramo temporal para que irrumpa la “solución” y se atinen con fórmulas orgánicas o nepolíticas, se verá enriquecido con el constante malestar y con la clara conciencia de la situación de los más atrasados.
Esto es lo que viene enseñando el curso de los acontecimientos.

http://www.votoenblanco.com/Por-que-los-franceses-se-rebelan-contra-el-gobierno-y-los-espanoles-no_a3884.html

El auténtico problema es este régimen basado en el consenso, donde no hay lugar para las convicciones y en el que todos luchan para insertarse en el sistema, no para cambiarlo.

Régimen responsable, entre otras cosas, de que la sostenibilidad de las pensiones haya sido sistemáticamente aplazada, hasta que se ha resuelto en falso estableciendo un mecanismo de ajuste automático que hará que los ingresos de los futuros pensionistas, supeditados como están a la curva demográfica, a la ocupación y a los salarios, sean cada vez más insignificantes. Como también es responsable de que el modelo educativo español no se pueda reformar; o de que la cuestión territorial no se sometiera a criterios de eficiencia, se dejara pudrir y haya devenido en este secesionismo falsario, esperpéntico e interesado; o que los burócratas, con su pensamiento estrecho, hayan acaparado la política y, en consecuencia, la libertad económica no haga más que menguar.