La ministra Chacón comunicó, el jueves 26 de mayo de 2011, que renunciaba a presentarse como candidata a la presidencia del Gobierno de España. Y lo hacía, “para salvaguardar la autoridad del secretario general de los socialistas y presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero.” Así despejaba el panorama de las Primarias y se hacía lo que el presidente quería, un solo candidato. Pero el rostro contrariado de la ministra desvelaba lo que no podía decir su boca. Porque, si hablaba, podía ser mandada al patio de los callados, como a Patxi López. Me extrañó que la ministra no advirtiera que la autoridad moral de los gobernantes no se salvaguarda, ni se da ni se quita. Se gana o se pierde por la moralidad de las personas y por la gestión realizada. La autoridad jurídica la dan las urnas. Por tanto, la ministra se puede ir tranquila porque nadie puede quitar el mandato a su secretario general y al jefe del ejecutivo, a no ser que lo pidan los socialistas y el pueblo. ¿Por qué tanto miedo a la democracia? A lo peor es que no se utiliza; basta con el decretazo y el dedo.
El pueblo ya le ha quitado la autoridad moral a Zapatero y a su partido. Si Zapatero no se va, es porque no oye al pueblo. Y parte del partido pedía a voces un congreso, porque el tiempo apremiaba y para un país el tiempo es oro. El guirigay ha sido tal que parece plagiado de los programas de la televisión. La autoridad jurídica ha decretado que de varios candidatos a las Primarias, nada; eso sería democracia directa, lo que piden con entusiasmo los jóvenes de la Puerta del Sol y de la Plaza de Cataluña. El único candidato, impuesto por Zapatero para sustituirle, es Rubalcaba, porque en estos meses hay que hacer juegos malabares y, para malabarista, no hay quien le gane. Se trata de salvar lo salvable en la debacle política sufrida. Los nuevos y viejos alcaldes deberían aprender la lección, que no es otra que ganar a pulso la autoridad moral y dejar de tratar a los ayuntamientos como si fueran “sus cortijos”.
A Zapatero ya lo conocemos y lo que no le gusta y lo que le gusta. Lo suyo no es la unidad de España ni la unidad de los españoles; la tradición cristiana ni la cultura occidental; la familia natural ni las leyes diáfanas; la gramática castellana ni los ministros con estudios... Todo eso le deja frío, sin entusiasmo, aburrido, bisoño, hastiado. Le gustan los nacionalismos, las comunidades autónomas, las parejas, los estados confederados, las repúblicas bananeras, los estatutos lía-lía, las componendas de los tribunales, los traductores por audífonos... Parece que le encanta la España hecha un puzle para componerlo él. Bildu ya podrá dominar el País Vasco y tendremos cuatro Taifas: Cataluña, Vasconia, Galicia y ¿Asturias? ¡Qué placer!
De Rajoy y los suyos esperamos que nos digan con urgencia qué van a hacer. Algo han dicho: que lo peor es el paro y la falta de productividad; que España puede salir adelante y que nada está decidido para las generales, pero lo que necesitamos es estabilidad, seguridad y certidumbre, y otras muchas cosas...Pero no sabemos aún su programa. El pueblo se ha fiado y les ha dado su confianza y la autoridad moral, pero deben darse prisa, porque el pueblo puede aburrirse y tirarse al monte. Para muchos , las habas son contadas y los que se quedan no se van, pero los que se van no vuelven. Porque, “si no hay cum quibus, neque nostras voces”. (Si no hay con qué vivir, tampoco hay votos).
JUAN LEIVA
El pueblo ya le ha quitado la autoridad moral a Zapatero y a su partido. Si Zapatero no se va, es porque no oye al pueblo. Y parte del partido pedía a voces un congreso, porque el tiempo apremiaba y para un país el tiempo es oro. El guirigay ha sido tal que parece plagiado de los programas de la televisión. La autoridad jurídica ha decretado que de varios candidatos a las Primarias, nada; eso sería democracia directa, lo que piden con entusiasmo los jóvenes de la Puerta del Sol y de la Plaza de Cataluña. El único candidato, impuesto por Zapatero para sustituirle, es Rubalcaba, porque en estos meses hay que hacer juegos malabares y, para malabarista, no hay quien le gane. Se trata de salvar lo salvable en la debacle política sufrida. Los nuevos y viejos alcaldes deberían aprender la lección, que no es otra que ganar a pulso la autoridad moral y dejar de tratar a los ayuntamientos como si fueran “sus cortijos”.
A Zapatero ya lo conocemos y lo que no le gusta y lo que le gusta. Lo suyo no es la unidad de España ni la unidad de los españoles; la tradición cristiana ni la cultura occidental; la familia natural ni las leyes diáfanas; la gramática castellana ni los ministros con estudios... Todo eso le deja frío, sin entusiasmo, aburrido, bisoño, hastiado. Le gustan los nacionalismos, las comunidades autónomas, las parejas, los estados confederados, las repúblicas bananeras, los estatutos lía-lía, las componendas de los tribunales, los traductores por audífonos... Parece que le encanta la España hecha un puzle para componerlo él. Bildu ya podrá dominar el País Vasco y tendremos cuatro Taifas: Cataluña, Vasconia, Galicia y ¿Asturias? ¡Qué placer!
De Rajoy y los suyos esperamos que nos digan con urgencia qué van a hacer. Algo han dicho: que lo peor es el paro y la falta de productividad; que España puede salir adelante y que nada está decidido para las generales, pero lo que necesitamos es estabilidad, seguridad y certidumbre, y otras muchas cosas...Pero no sabemos aún su programa. El pueblo se ha fiado y les ha dado su confianza y la autoridad moral, pero deben darse prisa, porque el pueblo puede aburrirse y tirarse al monte. Para muchos , las habas son contadas y los que se quedan no se van, pero los que se van no vuelven. Porque, “si no hay cum quibus, neque nostras voces”. (Si no hay con qué vivir, tampoco hay votos).
JUAN LEIVA
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