La Partitocracia lo impregna todo. La justicia está maniatada y dirigida por los partidos políticos. Aquí, mientras los partidos sigan interviniendo y manejando todos los hilos y cargos de la vida nacional, no hay democracia; no existe la independencia de poderes: legislativo, judicial y ejecutivo, ni el sistema de controles y equilibrios que limita las facultades del gobierno y protege los derechos individuales. Aquí, sabemos de la politización de la justicia; el que los partidos repartan cargos y carreras entre jueces y magistrados significa tenerlos sometidos; así mismo, la existencia de asociaciones profesionales de jueces según ideologías los deja al pairo de los partidos. Sólo deben regirse por el sistema de Oposición y Mérito, todo lo demás es contaminación política, parcialidad y corrupción.
El cálculo político y la trama partidaria resuenan en las escopetas de caza de Jaén; ayer, por si aún no estaba claro, se cubrió de sangre uno de los elementos nucleares de la democracia, la independencia judicial. En plena operación judicial, mientras los detenidos esperaban en los calabozos, el ministro Bermejo y el Magistrado Garzón cenaban juntos en un Hotel de Andujar, acompañados también por el jefe de la unidad policial, que investiga al PP; y el Domingo se fueron a su jornada de caza y comida; y esto nos es la primera vez ni producto de la simple coincidencia. Lo desmienten, pero se afirma, que hablaron en privado en el hotel y en el cortijo de la cacería.
Estas cenas y encuentros amistosos del juez y el ministro jurídicamente no parecen muy inocentes ni muy ecuánimes, la actuación del magistrado para con los imputados ahora puede aparecer sospechosa de una dudosa parcialidad, por esa imagen de complicidad y compadreo dada por estos dos Altos Cargos, como dice Trillo, “uno señala y el otro dispara”. Se dice que los dos personajes, mientras, muy ufanos y satisfechos brindaban por “los veinte años venideros de socialismo”, se mofaban de los que critican su juntera de afición cinegética. Por cenar con el fiscal en una reunión organizada por uno de los demandantes, Jaime Campmany, el juez Liaño fue recusado y expulsado de la carrera judicial.
Cuentan que este Bermejo, al ser nombrado ministro, dijo: “Vengo a hacer una justicia de izquierdas”, y ahí, en efecto, ya rompió la equidad de la balanza de la justicia; la justicia no puede ser de izquierdas ni de derechas. Las confidencias y la matanza de muflones la calificó el ministro de “contacto con los animales y de deporte” ¡Menudo deporte! Sus mofas y carcajadas muestran claramente qué clase de individuos ocupan un ministerio y una magistratura y cómo se pasan por el forro la gravedad y trascendencia de su actuación en esa jornada, calificada por parlamentarios de “poco estética”, “típica del franquismo” y de “impresentables”. En las chanzas y en las actitudes populacheras de estos dos “amigos”, rezuma la andanza chulesca y la risotada altanera que manan de la impunidad y de la coraza del poder.
Esta tradición de la cacería, práctica común del rico cacique, al que se pliegan estos dos socialistas vestidos de izquierdas, viene a camuflar bajo el ramaje cinegético el disfrute de la intriga política e indicios de politización de la justicia. Garzón sigue conociendo de la llamada Operación «Gürtel», a pesar de que sus cenas y andanzas con Bermejo y las consabidas filtraciones provenientes de la causa que instruye, sugieren, aunque sólo sea por cubrir las apariencias, que se le retire del caso.
C. Mudarra
El cálculo político y la trama partidaria resuenan en las escopetas de caza de Jaén; ayer, por si aún no estaba claro, se cubrió de sangre uno de los elementos nucleares de la democracia, la independencia judicial. En plena operación judicial, mientras los detenidos esperaban en los calabozos, el ministro Bermejo y el Magistrado Garzón cenaban juntos en un Hotel de Andujar, acompañados también por el jefe de la unidad policial, que investiga al PP; y el Domingo se fueron a su jornada de caza y comida; y esto nos es la primera vez ni producto de la simple coincidencia. Lo desmienten, pero se afirma, que hablaron en privado en el hotel y en el cortijo de la cacería.
Estas cenas y encuentros amistosos del juez y el ministro jurídicamente no parecen muy inocentes ni muy ecuánimes, la actuación del magistrado para con los imputados ahora puede aparecer sospechosa de una dudosa parcialidad, por esa imagen de complicidad y compadreo dada por estos dos Altos Cargos, como dice Trillo, “uno señala y el otro dispara”. Se dice que los dos personajes, mientras, muy ufanos y satisfechos brindaban por “los veinte años venideros de socialismo”, se mofaban de los que critican su juntera de afición cinegética. Por cenar con el fiscal en una reunión organizada por uno de los demandantes, Jaime Campmany, el juez Liaño fue recusado y expulsado de la carrera judicial.
Cuentan que este Bermejo, al ser nombrado ministro, dijo: “Vengo a hacer una justicia de izquierdas”, y ahí, en efecto, ya rompió la equidad de la balanza de la justicia; la justicia no puede ser de izquierdas ni de derechas. Las confidencias y la matanza de muflones la calificó el ministro de “contacto con los animales y de deporte” ¡Menudo deporte! Sus mofas y carcajadas muestran claramente qué clase de individuos ocupan un ministerio y una magistratura y cómo se pasan por el forro la gravedad y trascendencia de su actuación en esa jornada, calificada por parlamentarios de “poco estética”, “típica del franquismo” y de “impresentables”. En las chanzas y en las actitudes populacheras de estos dos “amigos”, rezuma la andanza chulesca y la risotada altanera que manan de la impunidad y de la coraza del poder.
Esta tradición de la cacería, práctica común del rico cacique, al que se pliegan estos dos socialistas vestidos de izquierdas, viene a camuflar bajo el ramaje cinegético el disfrute de la intriga política e indicios de politización de la justicia. Garzón sigue conociendo de la llamada Operación «Gürtel», a pesar de que sus cenas y andanzas con Bermejo y las consabidas filtraciones provenientes de la causa que instruye, sugieren, aunque sólo sea por cubrir las apariencias, que se le retire del caso.
C. Mudarra
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