Aquel feminismo inicial que consideraba al hombre como un aliado imprescindible para alcanzar la igualdad de derechos, el que inspiró la escritora británica Doris Lessing, fue asesinado por las izquierdas, que apostaron por el feminismo radical que odia al hombre y lo considera enemigo.
Las principales consecuencias de esa política es la soledad de la mujer, su desamparo, porque el gobierno no sabe protegerlas, y la enemistad del hombre, que pudo haber sido su gran aliado y la clave para su victoria.
La policía española acaba de denunciar que el mal funcionamiento de las pulseras anti violencia de género y de otros dispositivos defensivos hacen difícil defender a las mujeres.
El socialismo español, fracasado, decadente y minado por la corrupción y el abuso, ha convertido el feminismo en una de sus líneas estratégicas, pervirtiendo sus metas y haciéndolo tozudo, sectario y lobbysta.
Sus últimas "fechorías" son escalofriantes: han estimulado esa locura que llaman "discriminación positiva", han aceptado la indignante "cuota", han acorralado al hombre incluso dictando leyes que lo humillan y aplastan, y han confundido "igualdad" con "paridad", dos conceptos que no son iguales; uno es constitucional y el otro un abuso totalitario.
El actual gobierno español que preside Sánchez, incapaz de ver sus vicios antidemocráticos, ha convertido ese feminismo desquiciado en uno de sus estandartes políticos y electorales.
Pero lejos de obtener éxito, el sanchismo contempla con terror como los jóvenes ya emigran en masa hacia VOX y las mujeres, tradicionales votantes socialistas, también empiezan a huir del siniestro sanchismo pervertido.
Detrás del fenómeno está una degradación de la democracia y de la nobleza del juego político. Muchos partidos políticos actuales pretenden que todas las ideas, principios y objetivos, hasta los fundamentales, se supediten a la conquista y disfrute del poder político, que es su objetivo prioritario y, sin duda, el gran cáncer de la democracia.
Como muchas cosas buenas de este mundo, aquel feminismo inicial, estimulante y honrado, fue asesinado por los partidos políticos, como también han asesinado la democracia, la familia, el mérito, la decencia, el honor, la justicia y decenas de valores imprescindibles, construyendo un mundo vulgar y asqueroso.
El feminismo de partido está cogiendo una peligrosa deriva radical y nacionalista y se está convirtiendo en un movimiento excluyente que persigue ganar votos, enfrentar y dañar el núcleo de la sociedad, que es la familia, y perpetuar la lucha entre hombres y mujeres.
El feminismo de izquierdas se ha enrocado como lobby de presión y de influencia y su discurso, cada vez más, se dirige a perpetuar el socialismo en el poder.
Ese afán político enloquecido genera a diario problemas artificiales con los que pretenden hacernos ver la necesidad de mantener e incrementar nuevas estructuras como la "Burocracia de género", que se agrega a la densa burocracia ya existente.
La bajeza de la izquierda española es tan intensa que prefiere el conflicto a la paz, la crispación a la armonía y la trifulca a la justicia, siempre que le genere votos y adhesiones, que es lo único que pretende.
Y el feminismo ha tenido la mala fortuna de convertirse en estandarte y punta de lanza del sanchismo, que es una enfermedad letal de la izquierda, la democracia y la decencia en España.
Francisco Rubiales
Las principales consecuencias de esa política es la soledad de la mujer, su desamparo, porque el gobierno no sabe protegerlas, y la enemistad del hombre, que pudo haber sido su gran aliado y la clave para su victoria.
La policía española acaba de denunciar que el mal funcionamiento de las pulseras anti violencia de género y de otros dispositivos defensivos hacen difícil defender a las mujeres.
El socialismo español, fracasado, decadente y minado por la corrupción y el abuso, ha convertido el feminismo en una de sus líneas estratégicas, pervirtiendo sus metas y haciéndolo tozudo, sectario y lobbysta.
Sus últimas "fechorías" son escalofriantes: han estimulado esa locura que llaman "discriminación positiva", han aceptado la indignante "cuota", han acorralado al hombre incluso dictando leyes que lo humillan y aplastan, y han confundido "igualdad" con "paridad", dos conceptos que no son iguales; uno es constitucional y el otro un abuso totalitario.
El actual gobierno español que preside Sánchez, incapaz de ver sus vicios antidemocráticos, ha convertido ese feminismo desquiciado en uno de sus estandartes políticos y electorales.
Pero lejos de obtener éxito, el sanchismo contempla con terror como los jóvenes ya emigran en masa hacia VOX y las mujeres, tradicionales votantes socialistas, también empiezan a huir del siniestro sanchismo pervertido.
Detrás del fenómeno está una degradación de la democracia y de la nobleza del juego político. Muchos partidos políticos actuales pretenden que todas las ideas, principios y objetivos, hasta los fundamentales, se supediten a la conquista y disfrute del poder político, que es su objetivo prioritario y, sin duda, el gran cáncer de la democracia.
Como muchas cosas buenas de este mundo, aquel feminismo inicial, estimulante y honrado, fue asesinado por los partidos políticos, como también han asesinado la democracia, la familia, el mérito, la decencia, el honor, la justicia y decenas de valores imprescindibles, construyendo un mundo vulgar y asqueroso.
El feminismo de partido está cogiendo una peligrosa deriva radical y nacionalista y se está convirtiendo en un movimiento excluyente que persigue ganar votos, enfrentar y dañar el núcleo de la sociedad, que es la familia, y perpetuar la lucha entre hombres y mujeres.
El feminismo de izquierdas se ha enrocado como lobby de presión y de influencia y su discurso, cada vez más, se dirige a perpetuar el socialismo en el poder.
Ese afán político enloquecido genera a diario problemas artificiales con los que pretenden hacernos ver la necesidad de mantener e incrementar nuevas estructuras como la "Burocracia de género", que se agrega a la densa burocracia ya existente.
La bajeza de la izquierda española es tan intensa que prefiere el conflicto a la paz, la crispación a la armonía y la trifulca a la justicia, siempre que le genere votos y adhesiones, que es lo único que pretende.
Y el feminismo ha tenido la mala fortuna de convertirse en estandarte y punta de lanza del sanchismo, que es una enfermedad letal de la izquierda, la democracia y la decencia en España.
Francisco Rubiales








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