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Muchos ilusos creen que ETA es de izquierdas


Nota



Muchos ilusos creen que ETA es de izquierdas
Algunos ilusos todavía creen que ETA es de izquierdas. Otros muchos creen hasta que ETA y su brazo político, Batasuna, pueden adaptarse a la democracia. Muchos de esos crédulos están en la izquierda española e internacional, donde la confusión y la desideologización les lleva a convivir con totalitarismos de tinte izquierdista sin admitir lo que es obvio: que todos los totalitarismos son fascistas, independientemente del color que vistan o defiendan. Pero la mayoría de estos pobres diablos que creen que ETA es una organización revolucionaria de izquierdas militan en los nacionalismos radicales, donde el virus totalitario también corre por las propias venas.

¿Cómo puede ser de izquierdas y parte de un sistema democrático un grupo terrorista, ETA, cuyo principal objetivo es el “restablecimiento”, mediante la violencia ejercida contra una población civil inerme, de una unidad política definida por su homogeneidad racial y cultural? Cualquiera que analice la historia descubrirá que esos eran los objetivos y métodos del partido nazi en la Alemania de los años treinta del siglo XX.

¿Quién sino ETA somete a violencia y terror a más de cuarenta millones de españoles y ha contaminado con sangre la ilusionante experiencia de la joven democracia española, a la que ha contribuido a degradar? ¿Por qué ETA pretende imponer con sangre la independencia del País Vasco y no opta porque se decida democráticamente, mediante un referéndum, como hizo Quebec (Canadá) en 1995?

Algunos líderes osados e imprudentes, como Zapatero, creen poder "domesticar" a la bestia y obligarla a que encuentre un sitipo en la democracia. Tal despropósito sólo es posible cuando se desconocen las reglas, se ignora que la democracia es un complejo sistema de convivencia en paz y armonía y se cree que democracia es sólo votar cada cuatro o cinco años.

Ya va siendo hora de que cambiemos el "chip" decimonónico y admitamos que la verdadera división que separa nuestro mundo en dos bandos no es la de las izquierdas y las derechas, sino la de los demócratas y los totalitarios. ETA es, simplemente, una organización totalitaria y, por desgracia, muchos de los que creen poder "redimirla", también.

Esa parte española que se autodenomina de izquierda y que cultiva amistades tan peligrosas y totalitarias como ETA y los nacionalismos excluyentes, tanto la hipócrita Izquierda Unida, capaz de apoyar el centralismo en Madrid y el independentismo en el País Vasco y Cataluña, como buena parte del PSOE, cuya política de "paz" ha alimentado y revitalizado a una banda terrorista ETA que estaba casi derrotada, está contribuyendo a difundir la peligrosa confusión que identifica al nazismo violento y asesino de ETA con una inexistente izquierda independentista y romántica.

Todos pagaremos de algún modo esa irracional frivolidad ideológica.

FR


   
Jueves, 21 de Junio 2007
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Comentarios:

1.Publicado por Butzer el 21/06/2007 10:52
La gente ve en la televisión a los proetarras, todos con pinta hippies, algo greñudos y con piercings y no se que más y ya se piensa que son de izquierdas. Esa es la juventud proetarra, los verdaderos, gozan con la ostentosidad y no es que vivan en una cabaña, que digamos.
Son fascistas, su ideología es la raza, la raza y la raza.
Y lo que es peor IU tiene la manga muy ancha, me parece a mí.

2.Publicado por javierito el 21/06/2007 11:29
Acierta Vd cuando asegura que ETA es puro nazismo, pero yerra cuando asegura que no es de izquierdas. El nazismo y fascismo es pura izquierda, aunque la maravillosa propaganda socialista nos quiera vender la burra de que es ultraderecha (Antonio Gramsci ha tenido un éxito rotundo).
Es muy fácil discernir lo que es de izquierdas y derechas. El punto básico es que, aquella ideología que tenga al Estado como Dios Supremo, alrededor del cual gira todo y que todo lo contenga, no falla, es de izquierdas. El Estado pequeñito, sea dictadura o democracia, es de derechas. Es una idea simplista pero históricamente así ha sido.

Y para aclarar los fundamentos históricos de estas herejías de la izquierda, copio un precioso texto del blog: http://www.freelancecorner.net, que aclarará las cosas a los indocumentados.

Orígenes históricos del Fascismo y el Nazismo

Fascismo
Las palabras Fascismo, Fascio, proceden de la expresión latina fasces, “haz”, que hace referencia a la gavilla de cañas que portaban los soldados que precedían al Lictor y que era el símbolo de su autoridad. El “haz” representaba la fuerza de la unión, un símbolo que con el tiempo se demostraría muy adecuado para las ideologías holistas, negadoras de la supremacía del individuo y partidarias de la atribución de características antropomorfas a una entidad supraindividual: la raza, la nación o la clase social.
No será hasta el s. XIX que el término Fascio sea utilizado para designar un movimiento político. El primer Fascio de que se tiene noticia en los tiempos modernos es el de los llamados Fasci Siciliani dei Laboratori (es decir, Fascio Siciliano de los Trabajadores), un movimiento de campesinos fundado en 1891 en Catania por el sindicalista y diputado de izquierda Giuseppe de Felice Giuffrida. Los Fasci Siciliani se formaron como reacción contra la estructura social feudal que aún persistía en Sicilia y abogaron por la eliminación de las llamadas Gabelas, por la redistribución de la tierra y por la emancipación de las clases humildes, en una forma muy semejante a los grandes movimientos revolucionarios europeos de la época, el más importante de los cuales, desde luego, daría lugar a la Revolución Rusa.
A los Fasci Siciliani sucedieron en Italia rápidamente otros movimientos análogos hasta que, sólo un año después, se fundó dentro de la misma corriente general y con una participación muy activa de los Fasci, el llamado Partito dei Lavoratori Italiani que en 1893 cambiaría su nombre por el de Partito Socialista Italiano, de transparente traducción castellana. De hecho, este partido se concibió al principio como una especie de federación de los diferentes partidos de inspiración marxista y anarquista que habían surgido por toda Italia al hilo de la formación de los Fasci.
Los Fasci Siciliani protagonizaron, en aquel mismo año de 1893, un violento alzamiento campesino en Sicilia y el Gobierno italiano les reprimió con dureza. En los años siguientes, los Fasci se integraron dentro del Partito Socialista.
El Partito Socialista Italiano tuvo unos primeros años muy convulsos, como la mayor parte de los partidos izquierdistas europeos, debido a las luchas internas entre liberal-reformistas por un lado y anarcosindicalistas por otro. Hasta el año 1904 los reformistas de Filippo Turatti mantuvieron el poder dentro del partido, pero será en 1912, en el congreso de Reggio Emilia, y coincidiendo con la anexión de Libia por Italia (a la que los radicales se oponían con ardor), cuando el ala más radical del partido se haga con el control del mismo, ala radical donde militaba un personaje que iba a hacerse después bastante famoso: Benito Mussolini.
Su extremo radicalismo y su creciente belicismo hicieron de Mussolini un tipo bastante impopular entre sus compañeros de partido de modo que, coincidiendo con la declaración de neutralidad de Italia en la Primera Gran Guerra y visto que Mussolini defendía con vehemencia, desde las páginas del periódico que dirigía, el Avanti! (órgano oficial del PSI) la entrada de Italia en la Guerra, de forma coincidente con las tesis del ala radical, la dirección del partido decidió expulsarlo. Mussolini, que se sentía llamado a mayores metas, fundó con un grupo de leales del ala radical su propio partido, los Fasci Italiani di Combatimento, retomando ese histórico término, tan ligado a los orígenes fundacionales del Socialismo transalpino. Los Fasci se colocaban en el arco político, por tanto, a la izquierda de sus antiguos compañeros del PSI, a quienes consideraban unos posibilistas, unos blandos y unos vendidos a la burguesía y al capitalismo; ellos, por el contrario, basaban su estrategia de actuación política en un desmedido populismo que trataba de capitalizar el descontento de los italianos más humildes con la situación de crisis económica planteada tras la Gran Guerra, así como en el uso de la coacción violenta a través de las Escuadras de los Fasci, las luego célebres Camisas Negras. Su programa abogaba por la intervención total del Estado en el funcionamiento de la sociedad, por la nacionalización de las Empresas públicas, por la recuperación del orgullo nacional y, siguiendo la declaración fundacional de los Fasci di Combatimento (el llamado Programa de Sansepolcro), por un imperialismo que se manifestaba en el propósito de anexionarse el Fiume y la Dalmacia (objetivos italianos desde el final de la Primera Gran Guerra que, sin embargo, fueron rechazados en el Tratado de Versalles, dando lugar a eso que los Fascistas llamaron la Victoria Mutilada). Como puede verse, se trataba de un programa netamente izquierdista y revolucionario, aunque con esas particularidades nacionalistas que, según veremos más adelante, fueron (y siguen siendo) la seña de identidad de cierta forma de radicalismo de izquierda.
El resto es Historia bien conocida: Mussolini formó gobierno en 1922, después de haber lanzado a sus Fasci a una campaña permanente de actos violentos; consolidó su poder y su enorme popularidad en las elecciones de 1924 gracias fundamentalmente a los votos de las clases proletarias; en 1925 instauró formalmente la dictadura; y en 1939 metió a Italia en la Guerra Mundial contra las perversas naciones liberal-burguesas, Inglaterra y Francia, por medio de la firma con Hitler del “Pacto de Acciaio”.

Nazismo
En el mes de enero de 1919, Anton Drexler, de profesión herrero, y otros líderes de los incipientes movimientos obreros alemanes fundaron el Deutsche Arbeiterpartei (Partido de los Obreros Alemanes). La fundación de este partido se encuadraba en la corriente general de movilización de los trabajadores europeos que había comenzado ya en el siglo XIX y que había experimentado un auge muy notable a partir de la Revolución Rusa de 1917; igualmente, y en clave ya más doméstica, la fundación del Partido de los Obreros Alemanes era una respuesta a la situación planteada tras el humillante armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial y la subsiguiente y fallida República de Weimar, que habían sumido a Alemania en una crisis económica de monstruosas proporciones.
Un joven cabo del Ejército Alemán que llegaría después a hacerse incluso más famoso que Benito Mussolini, llamado Adolfo Hitler, simpatizó en seguida con las ideas del Deutsche Arbeiterpartei y entró a militar en el mismo como su afiliado nº 7 (fuentes más fiables afirman que era el afiliado 555, aunque al parecer la cuenta de afiliaciones se iniciaba en el 500 para simular que eran muchos, cuando en realidad eran sólo un puñado). Gracias a su habilidad política y a su magnetismo personal, el joven Hitler escaló rápidamente posiciones en el incipiente Partido Obrero hasta que, en 1925, fue elegido jefe del partido, que fue refundado con el nuevo nombre de Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores.
Cinco años antes, en el primer mitin del partido, que tuvo lugar en Munich, Hitler había leído el Programa del Partido, escrito por Drexler y por él mismo, programa basado en el völkisch, un nacionalismo etnicista y extremado que intentaba, como el fascismo italiano, pescar en las aguas del descontento popular con las condiciones de Versalles; y en un izquierdismo intervencionista y radical de corte marxista. He aquí algunos de los puntos del programa, referidos a la intervención del Estado en la economía:

10. El primer deber de todo ciudadano debe ser el de ejercer una actividad intelectual o física. La actividad de los particulares no debe contrariar el interés general, sino que debe acomodarse dentro del marco del conjunto y para el provecho de todos.
He aquí porqué reivindicamos:
11. La supresión de los ingresos [obtenidos] sin trabajo ni esfuerzo. La abolición de la servidumbre de los intereses.
12. En vista de los enormes sacrificios que toda guerra impone al Pueblo, tanto sobre sus bienes como sobre su sangre, debe considerarse como un crimen cometido contra el Pueblo el enriquecimiento personal debido a la guerra. Por esta razón, Reivindicamos la confiscación total de todos los beneficios de guerra.
13. Reivindicamos la estatización de todas las empresas que han existido hasta el presente bajo la forma de Sociedades (Trusts).
14. Reivindicamos la participación [de los asalariados] en los beneficios de las grandes empresas.
15. Reivindicamos un generoso sostenimiento para los ancianos.
16. Reivindicamos la creación y protección de una sana clase media. La transferencia a las comunas de todos los grandes almacenes y el alquiler a precios bajos de sus locales a pequeños industriales, la rigurosa atención de todos los pequeños industriales por la provisión por parte del Estado, de los Länder o de las comunas.
17. Reivindicamos una reforma agraria adaptada a nuestras necesidades nacionales, la promulgación de una ley que sustente la expropiación sin contrapartida de los bienes raíces en provecho de empresas de utilidad pública. La abolición de la renta territorial y la prohibición de toda especulación con bienes raíces.
[…]
20. Con el objeto de permitir a todos los alemanes capaces y diligentes alcanzar un nivel de formación superior y acceder a puestos de responsabilidad, corresponde al estado emprender el desarrollo sistemático del conjunto de la educación del pueblo. […]
21. Corresponde al Estado mejorar la sanidad pública protegiendo a la madre y al niño, y prohibiendo el trabajo de los jóvenes, […]

A la vista está que todos esos puntos del programa del Partido Nazi Alemán (aproximadamente la mitad) serían hoy suscritos sin vacilaciones por cualquier partido de izquierda radical. El resto de puntos que aquí no reproduzco sería suscrito también sin vacilaciones por el PNV, pero eso es otro tema que tal vez trataremos a su debido tiempo.
El auge del Partido Nazi se explica, como el del Fascio italiano, por el descontento de las capas más pobres de la sociedad alemana, humillada tras el tratado de Versalles y sumida en una crisis que la fallida República de Weimar no había sabido atajar. El mensaje populista e inflamado de Hitler conectó con aquella población cansada de políticos a quienes se juzgaba aburguesados y comodones y, fruto de todo ello y de la campaña de violencia y extorsión desatada por los escuadristas de las SA y las SS, el Partido Nazi resultó el más votado en las elecciones de 1933 para vergüenza histórica del pueblo alemán, por lo que el anciano Presidente Hindemburg (que pertenecía a una coalición de partidos de derecha y era de condición monárquica) no tuvo más remedio que nombrar Canciller a Hitler. Con la muerte de Hindemburg en 1934, Hitler, ya convertido en Presidente y autoinstituido en Führer, encontró expedito el camino para proclamar el Tercer Reich e instaurar la dictadura en Alemania.

Recapitulación
Como hemos visto, existen una serie de características comunes al Fascismo y al Nazismo en tanto que partidos de extrema izquierda que pueden resumirse así:

- Ambos fueron fundados por políticos formados en la militancia socialista, los cuales encarnaron el ala más extremista dentro de sus respectivos partidos. De hecho, el partido de Hitler conservó la denominación de Socialista durante toda su existencia.
- Ambos basaron su discurso en un nacionalismo exacerbado y en un izquierdismo radical, favorable a la nacionalización de la banca y la industria, la redistribución de la tierra y el intervencionismo total del Estado en el funcionamiento económico del país, exactamente en la misma línea marcada por la doctrina marxista.
- Ambos abogaron por la nacionalización de la educación al objeto de inculcar los valores de partido en los más jóvenes, punto programático que está en los genes ideológicos de la izquierda y que ya había sido teorizado, por ejemplo, por Gramsci.
- Ambos se manifestaron, por encima de todo, contrarios al parlamentarismo democrático burgués, visión en la que coincidían con las posiciones marxistas llevadas a efecto por los revolucionarios rusos del 17 y con las posiciones tradicionales de la izquierda radical, aún hoy sustentadas por los partidos comunistas de todo el mundo.
- Ambos explotaron el descontento creado en sus respectivos países por los tratados de Versalles, e identificaron a sus impulsores (fundamentalmente Inglaterra, Francia y los Estados Unidos) con la causa de los males de sus respectivos pueblos. Los fascistas y nazis compartían, por tanto, el mismo odio hacia los países de cultura liberal que ha sido una seña de identidad de la izquierda desde su misma fundación. La posición de las actuales dictaduras izquierdistas latinoamericanas (Cuba, Venezuela, Bolivia) parece un calco de las posturas de los fascistas y los nazis en los años 30.
- Ambos hubieron de desplazar, empleando medios generalmente violentos, al resto de partidos de izquierda de sus respectivos países, fenómeno que ha sido una constante en la historia de los partidos hegemónicos de izquierdas y que tuvo su máxima expresión en la eliminación de los mencheviques por los bolcheviques en el periodo 1912 – 1917. Otro ejemplo puede encontrarse en el exterminio del anarquismo español del POUM por el Partido Comunista de España con el apoyo de Stalin.
- Ambos ascendieron al poder aupados por el voto de las clases proletarias, con un mensaje violentamente antiburgués y cultivaron un populismo idéntico al populismo de la izquierda.
- Ambos, en fin, emplearon el escuadrismo, la violencia y la coacción para conseguir sus fines políticos, táctica teorizada por las grandes figuras del marxismo (fundamentalmente por Lenin) y empleada infatigablemente por los movimientos revolucionarios de izquierdas como pueda ser, a día de hoy, ETA.

Durante el último tercio del s. XIX y primer tercio del s. XX, Europa asistió a la articulación de las ideas de izquierda en forma de grandes movimientos campesinos y obreros que condujeron a dos tipologías muy claras de partido: los partidos socialistas nacionalistas y los partidos socialistas internacionalistas. Tras arduas luchas intestinas, en Alemania e Italia salieron triunfantes los partidos socialistas nacionalistas, mientras que en Rusia se impusieron los socialistas internacionalistas. Ambas formas de izquierda, afines por naturaleza y opuestas al liberalismo burgués de los países anglosajones y de la Francia de principios de siglo, se enfrentaron entre sí en la Segunda Guerra Mundial a causa de un suceso concreto y coyuntural: el ataque inopinado de un Hitler cada vez más arrebatado por su propia megalomanía contra la Unión Soviética, con la que mantenía un pacto de no agresión, con lo que el coloso del Este quedó incorporado, muy a su pesar, a la nómina de los enemigos del Eje, liberales y democráticos. El resultado final de la contienda situó al socialismo internacionalista en el bando de los vencedores y al socialismo nacionalista en el de los perdedores, por lo que se identificó a éste, ya caído e inerme, con todos los males, mientras que aquél gozó del tiempo y los recursos para revestirse de una gruesa capa de propaganda que, aún hoy, pugna por mantener oculta ante los ojos de la sociedad occidental su condición totalitaria, sustancialmente idéntica a la de los partidos socialistas nacionalistas derrotados en la Gran Guerra. Para los países que quedaron bajo la dominación soviética después de los tratados que pusieron término a la contienda, pocas diferencias hubiera significado la victoria de unos o los otros, puesto que ambos regímenes eran en realidad el mismo y operaban bajo idénticos principios, aquellos que les mantuvieron en la miseria y la opresión hasta la caída del Muro de Berlín hace apenas un puñado de años. Ambos regímenes, ambas ideologías son sustancialmente lo mismo; no son los extremos opuestos y distales de la escala política sino que son apenas dos manifestaciones casi iguales del mismo, pavoroso extremo, el de la tiranía; en el otro extremo se encuentra únicamente la democracia liberal.

3.Publicado por JASAVI el 21/06/2007 18:03
joer con el de arriba... Que ponga el link y punto! xD

Los nazis... NAZIonal-Socialismo, no? Franco era de ultraderecha, pero Hitler no. Les unía el fascismo, igual que con Fidel Castro, con el que Franco simpatizaba mucho (los 3 días de luto en la Habana tras su muerte).

La política es un cuadrado: Arriba los libertarios, abajo los totalitarios, a la izquierda los que defienden el poder del Estado en Todo y a la derecha los que defienden el libre mercado y las tradiciones. Luego ya cada uno se sitúa en medio como vea...

Los vascos culturalmente son de derechas, creo yo. Allá la Iglesia siempre tuvo mucha presencia, incluso durante la II República fue el único sitio donde se llevaron bien con ella.

De todos modos en el movimiento etarra hay, creo yo, toda clase de corrientes, con un único fin común: la autodeterminación forzosa. Luego, si un día lo consiguen, empezarán a matarse entre ellos o a ver cómo se resuelven...

4.Publicado por La Dictadura del Proletariado el 22/06/2007 02:34
Efectivamente, muchos imbéciles creen que Pol Pot era de izquierdas,
¡¡ Santo, horror !!

Incluso los hay que creen que en Corea del Norte gobierna la izquierda,
¡¡ Santo, horror !!


5.Publicado por Alehop! el 22/06/2007 12:29
Hacía mucho tiempo que no aparecía por aquí. Pero me ha sorprendido tanto el titular del post que he venido a ver qué pasaba.

Me muestro totalmente de acuerdo con javierito. Los fascismos y los nazismos son movimientos de izquierda, si asimilamos izquierda a socialismo-marxismo, pues reproducen los mismos sistemas, más poder para el estado, que lo controla todo, y menos libertad para las personas. Un sistema económico nacionalizado y controlado por el estado. El uso de la violencia está asociado al totalitarismo.

Sin embargo la derecha viene a asemejarse al liberalismo burgués surgido en Inglaterra, viene a limitar al estado a la mínima expresión, limitando su intervencionismo a la seguridad nacional básicamente (ejército, policía y justicia) Lo más parecido a un sistema de extrema derecha sería la Inglaterra Industrial. En realidad el anarquismo, con la supresión del estado es un sistema mucho más cercano a la extrema derecha que a la extrema izquierda. La única diferencia entre en anarquismo y el liberalismo extremo es que en uno se abole la propiedad privada, y en el otro sería el único derecho reconocido.

Desde luego lo que acabo de decir no es políticamente correcto y todos os echaréis encima mío, pero de la ideología a la aplicación práctica de la misma va un trecho, y lo cierto es que la aplicación extrema de ideologías de izquierda se ha desarrollado a través de totalitarismos como el de la URSS, Cuba, la Alemania Nazi, la Italia fascista o el franquismo español (sobre todo en su etapa de postguerra autárquica) El único sistema liberal extremo llevado a la práctica fue la Inglaterra Industrial, y en efecto, en la práctica casi era una anarquía en la que lo único que se "respetaba" era la propiedad.

6.Publicado por Alehop! el 22/06/2007 12:30
Se me olvidaba, en España partidos como Batasuna o ERC son más similares al partido nazi que a cualquier partido liberal como el PP, y se reconocen y enarbolan la andera de la izquierda. Curiosamente su caldo de cultivo han sido los jóvenes educados en las pseudo derechas de Ciu y PNV. No digo más.

7.Publicado por Luis i. Gómez el 22/06/2007 12:54
Yo hace tiempo que he dejado de pensar en "izquierdas y derechas", aunque use los términos siempre que creo que, de lo contrario, nadie me entenderá. Hay movimientos totalitarios, negacionistas de la individualidad sin matices, otros matizan (la socialdemocracia, la democracia cristiana) y ninguno (ni siquiera los liberales alemanes) es claramente defensor de los derechos individuales. ETA es una banda asesina en primera línea. Para eso ha de pensarse poco, luego no es necsaria una ideología (de ideas...) Lo demás es fácil: si tú no piensas y dices que lo haces como yo, bien. En cualquier otro caso, tiro en la nuca.



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HIENAS Y BUITRES. PERIODISMO Y RELACIONES PERVERTIDAS CON EL PODER


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Las revelaciones de Onakra el escriba de Dios

Este libro, publicado por Francisco Rubiales Moreno, Las Revelaciones de Onakra, el escriba de Dios, no es, como los tres anteriores del mismo autor (Democracia Secuestrada, Políticos, los Nuevos Amos y Periodistas sometidos), un ensayo de pensamiento político, sino una original narración que recoge misteriosas revelaciones sobre la llegada de los primeros ángeles a la Tierra, sus relaciones con las especies vivientes del planeta, el nacimiento de la inteligencia humana y el inicio de esa lucha a muerte entre el bien y el mal que domina la existencia humana, desde el principio hasta el final de los tiempos.
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Periodistas Sometidos. Los perros del poder (Editorial Almuzara, 2009), el último libro publicado por Francisco Rubiales, ha sido acogido con gran interés por políticos, periodistas y ciudadanos interesados en conocer con detalle la profunda crisis del periodismo en España, el sometimiento al poder de miles de periodistas y de redacciones completas, la agonía del periodismo libre, independiente y crítico y la rotura de la vieja alianza entre periodistas y ciudadanos, sin la cual la democracia deja de existir.
Es el tercer y último libro de la trilogía de pensamiento político que comenzó con Democracia Secuestrada (Almuzara 2005) y continuó con Políticos, los nuevos amos (Almuzara 2007).
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Políticos, los nuevos amos

Políticos, los nuevos amos es el nuevo libro de Francisco Rubiales, publicado tras el éxito de Democracia secuestrada.

Como afirma el ex ministro Manuel Pimentel en el Prólogo,"Políticos, los nuevos amos afronta el problema de la degradación del poder con extraordinaria valentía, claridad y profundidad".
Pimentel, que recomienda la lectura del libro a los presidentes, ministros, altos cargos políticos, militantes y a cualquier ciudadano inquieto y preocupado por la democracia, lo define como un libro "duro, libre, alejado de lo políticamente correcto, capaz de provocar reflexiones y golpes de conciencia muy dolorosos".
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La rebelión ya ha comenzado. Los ciudadanos quieren regresar del exilio y revitalizar una democracia que está postrada y secuestrada. El ciudadano será de nuevo el protagonista en una democracia auténtica y regenerada. El ser humano está dispuesto a construir a cualquier precio la catedral del futuro. Hay una fuerza desconocida que le impulsa a hacerlo, a pesar de sus cobardías, dudas y fracasos Pero, hasta conseguirlo, tendrá que atravesar desiertos y desfiladeros poblados de peligros y de alimañas dispuestas a defender con sangre y fuego sus privilegios.
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