La libertad de Puigdemont hace de España un país ridículo

Dicen o al menos alguien dijo que la violencia es el último recurso de los incompetentes. Por tanto, la revolución que necesitamos desesperadamente hay que hacerla dentro de las leyes, con métodos respetuosos pero firmes.

La casta está tan sobrada de soberbia que ni siquiera disimula, por tanto conseguir echarlos, con las leyes en la mano es algo muy sencillo. Sin embargo nadie hace nada al respecto.

Estoy convencido que la muerte del sistema va a venir por el escándalo de las votaciones, sin embargo, nadie reclama y por supuesto no van a reclamar los partidos del propio sistema, pero sí deberían hacerlo los partidos marginales, esos que apenas sacan votos y que nada más que por fastidiar, deberían publicar las actas. Pero no lo hacen, es más, en estos cuarenta años no ha hecho ninguno y mira que ha habido sopa de letras para dar y tomar.

Ciertamente el desprecio a la casta lo sienten hasta ellos. Tienen claro que los ciudadanos los desprecian, que salir a la calle y mezclarse con la gente ya no es posible, están aislados en sus castillos y desde allí mandan, sin saber siquiera lo que mandan y sin saber si se cumplen los mandatos. Aunque y curiosamente, los mandatos, por absurdos que sean, se cumplen escrupulosamente, lo cual también nos da una idea del miedo de la gente. Porque lo que hay es miedo.

Es un miedo distinto al miedo de tantos siglos anteriores. No es el miedo a perder la vida o la libertad, que es algo que siempre se ha superado y se sigue superando, cierto que por una minoría, pero ahí está esa minoría. Lo que tenemos es el miedo difuso, especialmente a las sanciones económicas, que nos quiten lo que tanto nos ha costado conseguir. Y con la sensación, cierta, que la inmensa mayoría no va a hacer nada.

Así que seguimos esperando el milagro, ese milagro que nunca llega porque la inmensa mayoría es sumisa y acepta de forma acrítica lo que les mandan. Así que cuando se produzca el colapso, que se producirá, porque esta sociedad está abocada a él, pues la gente sobrevivirá como pueda, si es que puede y aceptará lo que venga y se adaptará o desaparecerá.

Todas estas burlas a la Justicia, no son más que la rutina de tantos años, en la que los distintos poderes del Estado tratan de sobrevivir aceptando, cosas que nunca debieron aceptar, pero que ya es costumbre.

Por eso, la esperanza de enderezar el rumbo es casi nula, sin embargo, pensamos que aún es posible y con eso nos tranquilizamos. Los que pueden huyen, abandonando el barco, sin darse cuenta que su huida sirve de poco pues en todas partes están igual, sólo que aquí es más escandaloso y más visible, debido a la costumbre de criticarnos que tenemos.

Mejor que lo dejen libre, que no venga y nos ahorraremos el bochorno acostumbrado. El lanar le echará la culpa a Italia o a quién sea y todo felices. Y mientras a ver si los separatistas se pelean entre ellos y se va desactivando solo el proceso.


Ya se conocen los resultados de la auditoría de las votaciones en Arizona. Los votos perdidos, duplicados, añadidos al día siguiente, etc, son suficientes como para que la victoria de Trump en ese estado sea clara. Se están haciendo auditorías en otros estados.

Los medios españoles han guardado un púdico silencio o directamente lo han contado al revés, como el diario global. Ahora se entiende como es posible que un periódico con una deuda inmensa siga publicándose y siga siendo el periódico de cabecera de la casta.

No importa, si las auditorías electorales en USA suponen un cambio de presidente o mejor dicho, demuestran que Biden nunca fue presidente, lo que digan los medios del pesebre sólo servirá para hundirlos más en la miseria y si Biden sigue, dará igual lo que digan estos.

Y puestos al pesebre, lo de Federico es patético. No ha entendido que uno debe morir con dignidad, porque la muerte es inevitable para todos y en el caso de su grupo mediático parece que tardará poco. Aguantar de forma indigna unos meses más no supone nada y si dejará un recuerdo miserable.

Está tan vendido a las farmacéuticas que hasta miente, no es que ignore información que perjudique a quien le paga, no es que ensalce a quién le paga, es que miente. La última, ayer, en Libertad Digital, donde un artículo afirma que el dióxido de cloro es vulgar lejía. Cosa que seguro que cuela en esta sociedad logsiana. Tampoco importa demasiado, el dióxido de cloro no se puede recetar en España.

Al juez Italiano que va a tener que dictar sentencia le diría que después de lo que hicieron "mis queridos alemanes", que no se moje, que lo deje en libertad, que en España este delincuente cobarde nos hace más mal que bien. Ahora, no lo dudo que lo dejará en libertad sin escuchar ningún tipo de consejo. A España, seamos realistas, con la bazofia que se ha instalado en todas las instituciones que nos gobiernan, no nos quiere nadie, bien por la envidia que despierta su situación priviliegiada territorialmente, bien por la repulsión que provocan los que nos gobiernan, bien por el odio a España que inculcan los que gobiernan esos países. Seamos realistas no nos quieren bien. A España, de ese agujero, solo la sacarán la inteligencia, cuando despierte esta sociedad adormilada por la falsa sociedad del bienestar.