viñeta de www.lakodorniz.com
El agotamiento del PSOE bajo el mandato continuo de Manuel Chaves ha debilitado al socialismo en las elecciones y ha propiciado el importante ascenso electoral del Partido Popular andaluz, dirigido por Javier Arenas, a pesar del abrumador dominio mediático que ha ejercido el socialismo andaluz, con el sometido Canal Sur como buque insignia.
Este análisis viene avalado por el hecho insólito de que, por vez primera, el PSOE obtiene en Andalucía más votos para las generales que para las autonómicas. Los socialistas votaban a Zapatero y no siempre a Chaves. Esa es la conclusión principal de una jornada que tuvo su gesto de crueldad al expulsar a los andalucistas del Parlamento y enviarlos, una vez más, probablemente la última, a la travesía del desiserto.
Me decía un destacado socialista andaluz en vísperas de las elecciones que "con Arenas ganaremos de calle, sin que el partido haya tenido siquiera que movilizarse". Es cierto que han ganado sin apenas movilización, pero han permitido que el PP se rehaga y recupere fuerzas, algo que podría tener algunas repercusiones en el futuro.
Aunque es cierto que el crecimiento del PP se fundamenta en dos factores externos: el agotamiento del liderazgo de Chaves y el hundimiento del Andalucismo, cuyos votos se han trasvasado masivamente a la derecha, no es menos cierto que el Partido Popular de Andalucía ha avanzado nada menos que diez escaños en las autonómicas y obteniendo buenos resultados también en las generales.
No creo que el PP andaluz pueda esperar más crecimiento en el futuro sin realizar antes una revisión profunda y crítica de sus estrategias y limitaciones. En ese análisis deben asumir que el crecimiento ha sido grande, pero menos del necesario para ganar y motivado en buena parte por los dos factores señalados: la debilidad del adversario Chaves y el trasvase masivo de votos andalucistas.
Para ganar a un PSOE andaluz que en las próximas contiendas seguramente movilizará más eficazmente sus fuerzas, los populares andaluces deberán realizar toda una revolución interna que elimine de sus filas la estética pija y lograr que los miles de pequeños caciques que dirigen sus filas en la Andalucía rural den un paso atrás y cedan el protagonismo a jóvenes con ilusión y impecable imagen de demócratas.
Tras las elecciones, la política andaluza se hace más bipartidista que nunca, lo cual no es bueno para la democracia.
Importante es la tendencia observada en las provincias más dinámicas y desarrolladas, como Almería y Málaga, que son, precisamente, las que más votos aportan a los populares. La tesis de que el PSOE andaluz extrae sus votos de ambientes poco cultos y con escaso poder adquisitivo, mientras que la cultura y el desarrollo benefician a los populares se está convirtiendo en una verdad irrefutable.
Izquierda Unida, que ha conseguido conservar por ahora sus fuerzas intactas en Andalucía, debe sentir miedo antre la fuerte tendencia bipartidista y combatirla con todas sus fuerzas. Si no lo hace, terminará siendo, como le ha ocurrdo al Andalucismo, una reserva de votos destinada a ser fagocitada por el PSOE.
Este análisis viene avalado por el hecho insólito de que, por vez primera, el PSOE obtiene en Andalucía más votos para las generales que para las autonómicas. Los socialistas votaban a Zapatero y no siempre a Chaves. Esa es la conclusión principal de una jornada que tuvo su gesto de crueldad al expulsar a los andalucistas del Parlamento y enviarlos, una vez más, probablemente la última, a la travesía del desiserto.
Me decía un destacado socialista andaluz en vísperas de las elecciones que "con Arenas ganaremos de calle, sin que el partido haya tenido siquiera que movilizarse". Es cierto que han ganado sin apenas movilización, pero han permitido que el PP se rehaga y recupere fuerzas, algo que podría tener algunas repercusiones en el futuro.
Aunque es cierto que el crecimiento del PP se fundamenta en dos factores externos: el agotamiento del liderazgo de Chaves y el hundimiento del Andalucismo, cuyos votos se han trasvasado masivamente a la derecha, no es menos cierto que el Partido Popular de Andalucía ha avanzado nada menos que diez escaños en las autonómicas y obteniendo buenos resultados también en las generales.
No creo que el PP andaluz pueda esperar más crecimiento en el futuro sin realizar antes una revisión profunda y crítica de sus estrategias y limitaciones. En ese análisis deben asumir que el crecimiento ha sido grande, pero menos del necesario para ganar y motivado en buena parte por los dos factores señalados: la debilidad del adversario Chaves y el trasvase masivo de votos andalucistas.
Para ganar a un PSOE andaluz que en las próximas contiendas seguramente movilizará más eficazmente sus fuerzas, los populares andaluces deberán realizar toda una revolución interna que elimine de sus filas la estética pija y lograr que los miles de pequeños caciques que dirigen sus filas en la Andalucía rural den un paso atrás y cedan el protagonismo a jóvenes con ilusión y impecable imagen de demócratas.
Tras las elecciones, la política andaluza se hace más bipartidista que nunca, lo cual no es bueno para la democracia.
Importante es la tendencia observada en las provincias más dinámicas y desarrolladas, como Almería y Málaga, que son, precisamente, las que más votos aportan a los populares. La tesis de que el PSOE andaluz extrae sus votos de ambientes poco cultos y con escaso poder adquisitivo, mientras que la cultura y el desarrollo benefician a los populares se está convirtiendo en una verdad irrefutable.
Izquierda Unida, que ha conseguido conservar por ahora sus fuerzas intactas en Andalucía, debe sentir miedo antre la fuerte tendencia bipartidista y combatirla con todas sus fuerzas. Si no lo hace, terminará siendo, como le ha ocurrdo al Andalucismo, una reserva de votos destinada a ser fagocitada por el PSOE.
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