La cumbre Europa-América Latina celebrada en Madrid y devaluada por las ausencias, ha reunido a una importante fauna dominada por ineptos y payasos, de España y de allende los mares. El bajo nivel político y moral del acontecimiento, la mala planificación de España, el país anfitrión, el descaro de algunos de los presentes y, sobre todo, las importantes ausencias han devaluado una cumbre que el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero había ideado como plataforma para ganar popularidad y prestigio.
Zapatero debe estar desesperado porque todos los actos e iniciativas de su "presidencia" europea han cosechado fracasos más o menos sonados. El de esta cumbre, que había sido concebida para su lucimiento personal, será memorable por las payasadas del boliviano Evo Morales y y la argentina Cristina Kirchner, el primero acusando, sin pruebas y sin decoro, al ex presidente del gobierno español, José María Aznar, de haber patrocinado un golpe de Estado en su país, y la presidenta argentina, prestando su apoyo al juez Baltasar Garzón, a pesar de que ha sido destituido por la justicia española por sospechas fundadas de prevaricación. Para colmo de reveses, la España decadente que Zapatero ha llevado hasta el declive parece haber perdido el liderazgo en la Comunidad Iberoamericana de Naciones, que ha pasado a países emergentes y de gran futuro, como Brasil y México.
Lo que quizás causó más sorpresa y rechazo entre los españoles fue la crítica a unas presuntas "expulsiones" de inmigrantes latinoamericanos, que realmente no se han producido. Evo Morales acusó a los europeos, sin aportar pruebas, de expulsar emigrantes latinoamericanos, que, al menos en España, son los mejor recibidos y tratados.
Pero el peor fracaso de Zapatero han sido las ausencias, tanto las europeas como las latinoamericanas. Del continente americano han faltado Hugo Chávez, Raúl Castro y Daniel Ortega, los tres "bolivarianos", mientras que la presencia del hondureño Porfirio Lobo fue obstaculizada por el propio Zapatero, gesto vergonzoso, inelegante y sectario con un presidente democrático de un país amigo como Honduras, que ha sido ampliamente criticado en España y en Europa.
El mayor revés para Zapatero, cuya ineptitud y escaso relieve como dirigente han vuelto a brillar en una cumbre que la mayoría de los mandatarios latinoamericanos han considerado decepcionante, ha sido las ausencias de algunos de los principales dirigentes europeos, explicables sólo porque el presidente español es ya un político fracasado, rechazado por su propio pueblo, sin prestigio internacional y con el que pocos se atreven a fatografiarse. Mientras que La alemana Merkel y el francés Sarkozy han optado por presencias fugaces y de compromiso, el británico David Cameron, el holandés Jan Peter Balkenende y el italiano Silvio Berlusconi han protagonizado ostentosas ausencias, que Zapatero ha debido interpretar como desprecios a su persona y a su presidencia europea.
Zapatero debe estar desesperado porque todos los actos e iniciativas de su "presidencia" europea han cosechado fracasos más o menos sonados. El de esta cumbre, que había sido concebida para su lucimiento personal, será memorable por las payasadas del boliviano Evo Morales y y la argentina Cristina Kirchner, el primero acusando, sin pruebas y sin decoro, al ex presidente del gobierno español, José María Aznar, de haber patrocinado un golpe de Estado en su país, y la presidenta argentina, prestando su apoyo al juez Baltasar Garzón, a pesar de que ha sido destituido por la justicia española por sospechas fundadas de prevaricación. Para colmo de reveses, la España decadente que Zapatero ha llevado hasta el declive parece haber perdido el liderazgo en la Comunidad Iberoamericana de Naciones, que ha pasado a países emergentes y de gran futuro, como Brasil y México.
Lo que quizás causó más sorpresa y rechazo entre los españoles fue la crítica a unas presuntas "expulsiones" de inmigrantes latinoamericanos, que realmente no se han producido. Evo Morales acusó a los europeos, sin aportar pruebas, de expulsar emigrantes latinoamericanos, que, al menos en España, son los mejor recibidos y tratados.
Pero el peor fracaso de Zapatero han sido las ausencias, tanto las europeas como las latinoamericanas. Del continente americano han faltado Hugo Chávez, Raúl Castro y Daniel Ortega, los tres "bolivarianos", mientras que la presencia del hondureño Porfirio Lobo fue obstaculizada por el propio Zapatero, gesto vergonzoso, inelegante y sectario con un presidente democrático de un país amigo como Honduras, que ha sido ampliamente criticado en España y en Europa.
El mayor revés para Zapatero, cuya ineptitud y escaso relieve como dirigente han vuelto a brillar en una cumbre que la mayoría de los mandatarios latinoamericanos han considerado decepcionante, ha sido las ausencias de algunos de los principales dirigentes europeos, explicables sólo porque el presidente español es ya un político fracasado, rechazado por su propio pueblo, sin prestigio internacional y con el que pocos se atreven a fatografiarse. Mientras que La alemana Merkel y el francés Sarkozy han optado por presencias fugaces y de compromiso, el británico David Cameron, el holandés Jan Peter Balkenende y el italiano Silvio Berlusconi han protagonizado ostentosas ausencias, que Zapatero ha debido interpretar como desprecios a su persona y a su presidencia europea.
Inicio
Enviar
Versión para Imprimir
Comentarios: