La Conferencia de Presidentes Autonómicos es una reunión desgraciada y sin sentido, habitualmente dominada por el tedio, un teatro de exhibición política inútil que los demócratas españoles ya no soportan. Las autonomías no tienen sentido porque son incosteables y porque multiplican innecesariamente el aparato del Estado, llenando España de políticos inútiles, de parlamentos innecesarios y de gobiernos cuya supresión no causaría al país otro trauma que el de los cientos de miles de enchufados que dejarían de cobrar del arruinado erario público español.
Para colmo de males, todas las autonomías españolas, excepto tres, se han endeudado por encima del límite, contribuyendo así, directa e intensamente, a la ruina y al fracaso de una España que es más víctima de sus malos políticos que de la crisis económica brutal que nos aplasta.
En las actuales circunstancias, la única decisión razonable que debería adoptar la Conferencia, la única que sería entendida y aplaudida por los ciudadanos españoles sería la de disolver el nefasto Estado de las Autonomías, el peor cáncer de España junto con la corrupción de la clase política y la degeneración de la democracia.
¡Disuélvanse! Y háganlo por España. Copien el ejemplo de sacrificio y autoinmolación que ofrecieron los miembros de las Cortes franquistas, que se hicieron el "harakiri" para dejar vía libre a lo que creyeron que iba a ser una democracia.
Sin embargo, los españoles de hoy no somos ilusos y sabemos que aquel gesto de generosidad, protagonizado por los odiosos fascistas de Franco, es imposible hoy porque las castas políticas de la democracia española son más egoístas y están mucho más envilecidas que aquellas.
Para colmo de males, todas las autonomías españolas, excepto tres, se han endeudado por encima del límite, contribuyendo así, directa e intensamente, a la ruina y al fracaso de una España que es más víctima de sus malos políticos que de la crisis económica brutal que nos aplasta.
En las actuales circunstancias, la única decisión razonable que debería adoptar la Conferencia, la única que sería entendida y aplaudida por los ciudadanos españoles sería la de disolver el nefasto Estado de las Autonomías, el peor cáncer de España junto con la corrupción de la clase política y la degeneración de la democracia.
¡Disuélvanse! Y háganlo por España. Copien el ejemplo de sacrificio y autoinmolación que ofrecieron los miembros de las Cortes franquistas, que se hicieron el "harakiri" para dejar vía libre a lo que creyeron que iba a ser una democracia.
Sin embargo, los españoles de hoy no somos ilusos y sabemos que aquel gesto de generosidad, protagonizado por los odiosos fascistas de Franco, es imposible hoy porque las castas políticas de la democracia española son más egoístas y están mucho más envilecidas que aquellas.
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