Bajo el gobierno de Zapatero no sólo se está destruyendo la economía, la prosperidad, la confianza de los ciudadanos en sus dirigentes, el tejido empresarial y la educación de los niños y jóvenes, sino también la sanidad pública española, hasta hace poco la "joya de la corona" y el principal motivo de orgullo del sector público español.
Hasta hace pocos años, cada vez que acusabas al gobierno de ineficacia y de incapacidad para gestionar con calidad y eficiencia, ellos citaban el ejemplo de la sanidad pública, pero ahora ese sector, en franca y veloz decadencia, ha sido cubierto desde el poder con un pesado y opaco manto de silencio.
Cietamente, la sanidad pública funcionaba y la medicina privada era en España un capricho, pero las cosas han cambiado y, si el deterioro continúa, muy pronto la sanidad pública será una peligrosa trampa y la medicina privada, una necesidad para los que quieran sobrevivir a la enfermedad y esquivar la muerte.
En quiebra técnica y con gran parte de su personal desmoralizado, la sanidad pública española pierde calidad y solvencia a ritmo de vértigo. Si usted quiere comprobar algunos de los dramas que padecen los usuarios de la sanidad pública hay decenas de páginas, portales y foros en Internet que recogen quejas y dramas. El de la Asociación El Defensor del Paciente es uno de ellos.
Muchos médicos con experiencia y prestigio abandonan la sanidad pública española porque en el extranjero cobran más y están mejor considerados. Todos acusan al sistema de lo mismo: más que socializar la sanidad la han vulgarizado y privado de calidad.
Inglaterra y Portugal son los paraísos para los médicos y enfermeras españolas, mientras la sanidad pública de Zapatero cada día contrata más médicos latinoamericanos, africanos y árabes, todos ellos con formación de inferior calidad, que sí aceptan los bajos sueldos de España.
En algunas ciudades españolas, entre ellas Pontevedra, las enfermeras se niegan a realizar las visitas domiciliarias en sus propios vehículos porque no les pagan la gasolina. Los sindicatos independientes denuncian casos escalofriantes de listas de espera de años, de unidades móviles que carecen de instrumentos y medicamentos vitales para atender urgencias y de muchos casos de pacientes que murieron con enfermedades graves porque el médico tardó años en practicarles las pruebas necesarias.
A primeros de enero, una paciente pidió ser atendida en Cirugía Vascular, en un hospital en Vigo, y le dieron cita para marzo de 2011, a pesar de que tenía un volante de visita "preferente".
Las quejas de los proveedores del sistema sanitario son escalofriantes y la lista de empresas que han tenido que cerrar porque la sanidad pública les debe facturas de años atrás es interminable.
El grave deterioro de la sanidad es un tema altamente sensible y casi tabú en España, que los grandes medios de comunicación ni siquiera tocan porque hablar de ellos irrita a los políticos, a los que esos medios están sometidos y vinculados en una densa y oscura red de intereses, publicidad, concesiones, filtraciones y otros trueques y compromisos, muchas veces inconfesables. Lo mismo ocurre con los periodistas, muchos de los cuales están sometidos a los grandes poderes y se comportan como "perros del poder", difundiendo la "verdad oficial" en lagar de la simple "verdad".
Uno de los participantes más activos de Voto en Blanco cuenta que una vez le atendió una médico cubana y al verla hablar y actuar salió corriendo y se compró las pastillas de siempre.
La Sanidad es altamente deficitaria ya en especialistas. Atención primaria está corta de personal. Todo lo que no sea el médico de cabecera que te cura el catarro y distribuye tabletas, está fallando.
Para realizarte pruebas básicas, como ecografías, de las que muchas veces depende la vida, te apuntas en la lista de espera y pueden tardar meses en llamarte. Si las especialidades son más complejas, como la neurología, por ejemplo, la espera puede llegar a ser de un año o más.
La gente se defiende con picaresca y caradura porque se juega la vida y acude a las urgencias con exigencia, donde les atienden, aunque ese espacio es cada día más un infierno de masificación, poco tacto y mal ambiente.
La crisis económica ha agravado la situación sanitaria hasta extremos increíbles, pero la prensa no trata esos asuntos en España. El dinero es escaso en las administraciones públicas y los políticos no están dispuestos a destinar a la Sanidad lo que ese capítulo, vital para los ciudadanos, exige. Prefieren que descienda la calidad de manera ostentosa y colocar al sistema sanitario en quiebra técnica antes de renunciar a al dinero que el poder utiliza para comprar voluntades y ganar votos, absolutamente prioritario para los políticos profesionales (de uno y otro signo) que, lamentablemente, malgobiernan España.
Hasta hace pocos años, cada vez que acusabas al gobierno de ineficacia y de incapacidad para gestionar con calidad y eficiencia, ellos citaban el ejemplo de la sanidad pública, pero ahora ese sector, en franca y veloz decadencia, ha sido cubierto desde el poder con un pesado y opaco manto de silencio.
Cietamente, la sanidad pública funcionaba y la medicina privada era en España un capricho, pero las cosas han cambiado y, si el deterioro continúa, muy pronto la sanidad pública será una peligrosa trampa y la medicina privada, una necesidad para los que quieran sobrevivir a la enfermedad y esquivar la muerte.
En quiebra técnica y con gran parte de su personal desmoralizado, la sanidad pública española pierde calidad y solvencia a ritmo de vértigo. Si usted quiere comprobar algunos de los dramas que padecen los usuarios de la sanidad pública hay decenas de páginas, portales y foros en Internet que recogen quejas y dramas. El de la Asociación El Defensor del Paciente es uno de ellos.
Muchos médicos con experiencia y prestigio abandonan la sanidad pública española porque en el extranjero cobran más y están mejor considerados. Todos acusan al sistema de lo mismo: más que socializar la sanidad la han vulgarizado y privado de calidad.
Inglaterra y Portugal son los paraísos para los médicos y enfermeras españolas, mientras la sanidad pública de Zapatero cada día contrata más médicos latinoamericanos, africanos y árabes, todos ellos con formación de inferior calidad, que sí aceptan los bajos sueldos de España.
En algunas ciudades españolas, entre ellas Pontevedra, las enfermeras se niegan a realizar las visitas domiciliarias en sus propios vehículos porque no les pagan la gasolina. Los sindicatos independientes denuncian casos escalofriantes de listas de espera de años, de unidades móviles que carecen de instrumentos y medicamentos vitales para atender urgencias y de muchos casos de pacientes que murieron con enfermedades graves porque el médico tardó años en practicarles las pruebas necesarias.
A primeros de enero, una paciente pidió ser atendida en Cirugía Vascular, en un hospital en Vigo, y le dieron cita para marzo de 2011, a pesar de que tenía un volante de visita "preferente".
Las quejas de los proveedores del sistema sanitario son escalofriantes y la lista de empresas que han tenido que cerrar porque la sanidad pública les debe facturas de años atrás es interminable.
El grave deterioro de la sanidad es un tema altamente sensible y casi tabú en España, que los grandes medios de comunicación ni siquiera tocan porque hablar de ellos irrita a los políticos, a los que esos medios están sometidos y vinculados en una densa y oscura red de intereses, publicidad, concesiones, filtraciones y otros trueques y compromisos, muchas veces inconfesables. Lo mismo ocurre con los periodistas, muchos de los cuales están sometidos a los grandes poderes y se comportan como "perros del poder", difundiendo la "verdad oficial" en lagar de la simple "verdad".
Uno de los participantes más activos de Voto en Blanco cuenta que una vez le atendió una médico cubana y al verla hablar y actuar salió corriendo y se compró las pastillas de siempre.
La Sanidad es altamente deficitaria ya en especialistas. Atención primaria está corta de personal. Todo lo que no sea el médico de cabecera que te cura el catarro y distribuye tabletas, está fallando.
Para realizarte pruebas básicas, como ecografías, de las que muchas veces depende la vida, te apuntas en la lista de espera y pueden tardar meses en llamarte. Si las especialidades son más complejas, como la neurología, por ejemplo, la espera puede llegar a ser de un año o más.
La gente se defiende con picaresca y caradura porque se juega la vida y acude a las urgencias con exigencia, donde les atienden, aunque ese espacio es cada día más un infierno de masificación, poco tacto y mal ambiente.
La crisis económica ha agravado la situación sanitaria hasta extremos increíbles, pero la prensa no trata esos asuntos en España. El dinero es escaso en las administraciones públicas y los políticos no están dispuestos a destinar a la Sanidad lo que ese capítulo, vital para los ciudadanos, exige. Prefieren que descienda la calidad de manera ostentosa y colocar al sistema sanitario en quiebra técnica antes de renunciar a al dinero que el poder utiliza para comprar voluntades y ganar votos, absolutamente prioritario para los políticos profesionales (de uno y otro signo) que, lamentablemente, malgobiernan España.
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