He visto la película Invictus y he llorado de emoción ante la epopeya de Nelson Mandela, un hombre grande y generoso que supo perdonar a los verdugos que le tuvieron encerrado durante 30 años en una celda sudafricana de menos de seis metros cuadrados . He sentido mucha emoción ante la grandeza del lider negro que, encerrado y aplastado por sus enemigos políticos, repetía sin rendirse: "Soy dueño de mi destino y capitán de mi alma".
Ante el gran espectáculo de Mandela construyendo su nueva nación unida, no he podido evitar sentir también lástima porque España, en lugar de un líder grande y generoso, capaz, como Mandela, de perdonar a sus verdugos y de poner su liderazgo al servicio de la unión de su destrozado pueblo sudafricano, ha tenido la mala suerte de tener como líder a un pobre diablo incapaz de perdonar, empeñado en dividir a su pueblo, en enfrentar a las derechas con las izquierdas y en reabrir esas viejas heridas que generan odio y violencia en los pueblos.
Al contemplar cómo Nelson Mandela hacía política de la grande, de esa que extrae y proyecta lo mejor de cada ser humano, uno siente lástima de España y un profundo desprecio hacia el lider que hemos elegido entre todos, un ser pequeño y negativo que antepone sus intereses a los de su pueblo y que conduce a la nación hacia la ruína.
La bajeza política de Zapatero, comparada con la grandeza de Mandela, resulta insultante y genera una mezcla irresistible de tristeza por lo que tenemos, envidia de lo que no tenemos y desolación ante la patria destrozada.
Ver la última película de Clint Eastwood es un "deber" para todo español que añore la democracia, que ame la decencia y que conserve la capacidad de emocionarse ante los ideales, la superación y la grandeza.
Nota: Dueño de mi destino, capitán de mi alma (master of my fate the captain of my soul).- La frase original es de William Ernest Henley (1849 -1903), poeta, crítico y redactor inglés.
Ante el gran espectáculo de Mandela construyendo su nueva nación unida, no he podido evitar sentir también lástima porque España, en lugar de un líder grande y generoso, capaz, como Mandela, de perdonar a sus verdugos y de poner su liderazgo al servicio de la unión de su destrozado pueblo sudafricano, ha tenido la mala suerte de tener como líder a un pobre diablo incapaz de perdonar, empeñado en dividir a su pueblo, en enfrentar a las derechas con las izquierdas y en reabrir esas viejas heridas que generan odio y violencia en los pueblos.
Al contemplar cómo Nelson Mandela hacía política de la grande, de esa que extrae y proyecta lo mejor de cada ser humano, uno siente lástima de España y un profundo desprecio hacia el lider que hemos elegido entre todos, un ser pequeño y negativo que antepone sus intereses a los de su pueblo y que conduce a la nación hacia la ruína.
La bajeza política de Zapatero, comparada con la grandeza de Mandela, resulta insultante y genera una mezcla irresistible de tristeza por lo que tenemos, envidia de lo que no tenemos y desolación ante la patria destrozada.
Ver la última película de Clint Eastwood es un "deber" para todo español que añore la democracia, que ame la decencia y que conserve la capacidad de emocionarse ante los ideales, la superación y la grandeza.
Nota: Dueño de mi destino, capitán de mi alma (master of my fate the captain of my soul).- La frase original es de William Ernest Henley (1849 -1903), poeta, crítico y redactor inglés.
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