Si no fuera porque 36 españoles están secuestrados, sufriendo y sintiendo la tragedia y el desamparo que representa ser español hoy, la "historia" del pirata somalí Abdu Willy daría para escribir un sainete. La tragedia que supone el secuestro de 36 personas, la sonrojante serie de despropósitos políticos, judiciales y humanos en torno al más joven de los dos piratas apresados en Somalia parece una obra de Jardiel Poncela. Pero, a pesar de sus portentosos ribetes cómicos, los errores del Gobierno ZP en la gestión de la crisis ponen en peligro la vida de los pescadores y dejan a España, una vez más, en ridículo ante el mundo.
Dicen que Andu Willy se divierte con la situación y que ahora quiere quedarse en España. Aseguran que el joven pirata ha descubiertto que España, más que la misma Somalia, es el verdadero paraiso de los piratas. La diferencia, sustancial, entre su país y la España que le ha capturado es que aquí los piratas no necesitan secuestrar y arriesgar la vida para cobrar suculentas sumas.
El juez Santiago Pedraz no sabe qué hacer y ha decidido inhibirse en favor del Juzgado de Menores. Pero éste tampoco sabe qué hacer. El sainete tiene una envoltura tragicómica, dentro de una discusión jurídica que se ahoga en lagunas legales y en elucubraciones sobre qué instancia judicial es competente para decidir sobre la situación personal y procesal del pirata.
Abdu Willy, mientras tanto, está comiendo bien y hasta ha engordado. Con un poco de suerte, si los jueces españoles siguen mareando la perdiz, lo harán famoso en su país, quizás hasta un héroe, porque él está convencido de que terminarán soltándole... si es que los españoles quieren recuperar a los secuestrados.
Abdu Willy está como de vacaciones, como se encontraban los piratas, hace cuatro siglos, en los puertos de abrigo de Jamaica o en la mítica Isla de las Tortugas.
Él apenas sabía nada de España. Sólo recordaba dos cosas: la primera es la recomendación que le hizo su jefe cuando le dijo que si era detenido por los españoles dijera siempre que era menor de edad, "porque en España los menores nunca son culpables". También recordaba una frase escrita como lema en un cartel turístico sobre España, que uno de sus compañeros bucaneros tenía pegado en la pered de su dormitorio. Allí, debajo de una hermosa playa de aguas transparentes, decía "España es diferente".
Ahora, el pirata somalí asegura que tiene 16 saños y comprueba cada día cuan cierta era aquella frase turística grabada en su memoria: "Spain is diferent".
Dicen que Andu Willy se divierte con la situación y que ahora quiere quedarse en España. Aseguran que el joven pirata ha descubiertto que España, más que la misma Somalia, es el verdadero paraiso de los piratas. La diferencia, sustancial, entre su país y la España que le ha capturado es que aquí los piratas no necesitan secuestrar y arriesgar la vida para cobrar suculentas sumas.
El juez Santiago Pedraz no sabe qué hacer y ha decidido inhibirse en favor del Juzgado de Menores. Pero éste tampoco sabe qué hacer. El sainete tiene una envoltura tragicómica, dentro de una discusión jurídica que se ahoga en lagunas legales y en elucubraciones sobre qué instancia judicial es competente para decidir sobre la situación personal y procesal del pirata.
Abdu Willy, mientras tanto, está comiendo bien y hasta ha engordado. Con un poco de suerte, si los jueces españoles siguen mareando la perdiz, lo harán famoso en su país, quizás hasta un héroe, porque él está convencido de que terminarán soltándole... si es que los españoles quieren recuperar a los secuestrados.
Abdu Willy está como de vacaciones, como se encontraban los piratas, hace cuatro siglos, en los puertos de abrigo de Jamaica o en la mítica Isla de las Tortugas.
Él apenas sabía nada de España. Sólo recordaba dos cosas: la primera es la recomendación que le hizo su jefe cuando le dijo que si era detenido por los españoles dijera siempre que era menor de edad, "porque en España los menores nunca son culpables". También recordaba una frase escrita como lema en un cartel turístico sobre España, que uno de sus compañeros bucaneros tenía pegado en la pered de su dormitorio. Allí, debajo de una hermosa playa de aguas transparentes, decía "España es diferente".
Ahora, el pirata somalí asegura que tiene 16 saños y comprueba cada día cuan cierta era aquella frase turística grabada en su memoria: "Spain is diferent".
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