Diego Valderas, máximo dirigente andaluz de Izquierda Unida, dijo un día al diario ABC que "«Andalucía está cansada de tantos años de absolutismo político del PSOE», pero lo que no dice es que el PSOE sigue en el poder porque los demás partidos políticos, incluídos el suyo, han sido incapaces de derrotarlo, de presentar a los "cansados" andaluces una alternativa creible e ilusionante que les incline a retirar el apoyo que otorgan a los socialistas en las urnas.
Así que el drama andaluz tiene una doble vertiente: por un lado un partido socialista agotado, con encefalograma casi plano, contaminado de poder hasta el tuétano y anclado en el gobierno, en las instituciones y en la sociedad civil por una tupida y maloliente red de intereses y clientelismo con mil ganchos y amarres; y por otro lado una oposición decepcionante, incapaz de atraerse al electorado, con un discurso político todavía más plano, experta en proyectar a los electores la sospecha de que sólo aspiran a mandar y que, sin quererlo, actua como cómplice del socialismo "eterno" andaluz.
Tengo un amigo catedrático que llamaba a Chavez "Su Eternidad" y a Javier Arenas "Su Impotencia", todo un ejemplo caustico de este "drama andaluz" que coloca a esta tierra en la cola de España y que está causando un daño atroz a la sociedad, a la que ha cercenado la capacidad de renovarse y hasta la esperanza.
Andalucía, sutuada en el furgón de cola de España y de Europa, a pesar de los miles de millones de euros recibidos como ayuda para compensar su atraso, es una tierra sin esperanza política, secuestrada por el poder y sometida hasta el tuétano a una casta política que maneja casi la mitad de la riqueza regional y que controla buena parte del resto gracias a las subvenciones, las influencias, los pactos, las componendas y el miedo.
Para encontrar en Europa otra región donde el Estado tenga una presencia tan densa y agobiante, habría que visitar la vecina Extremadura o regresara través del tiempo a alguna de las antiguas repúblicas soviéticas, en tiempos de Leónidas Brezvev.
Así que el drama andaluz tiene una doble vertiente: por un lado un partido socialista agotado, con encefalograma casi plano, contaminado de poder hasta el tuétano y anclado en el gobierno, en las instituciones y en la sociedad civil por una tupida y maloliente red de intereses y clientelismo con mil ganchos y amarres; y por otro lado una oposición decepcionante, incapaz de atraerse al electorado, con un discurso político todavía más plano, experta en proyectar a los electores la sospecha de que sólo aspiran a mandar y que, sin quererlo, actua como cómplice del socialismo "eterno" andaluz.
Tengo un amigo catedrático que llamaba a Chavez "Su Eternidad" y a Javier Arenas "Su Impotencia", todo un ejemplo caustico de este "drama andaluz" que coloca a esta tierra en la cola de España y que está causando un daño atroz a la sociedad, a la que ha cercenado la capacidad de renovarse y hasta la esperanza.
Andalucía, sutuada en el furgón de cola de España y de Europa, a pesar de los miles de millones de euros recibidos como ayuda para compensar su atraso, es una tierra sin esperanza política, secuestrada por el poder y sometida hasta el tuétano a una casta política que maneja casi la mitad de la riqueza regional y que controla buena parte del resto gracias a las subvenciones, las influencias, los pactos, las componendas y el miedo.
Para encontrar en Europa otra región donde el Estado tenga una presencia tan densa y agobiante, habría que visitar la vecina Extremadura o regresara través del tiempo a alguna de las antiguas repúblicas soviéticas, en tiempos de Leónidas Brezvev.
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