Cuando hayamos dotado a España de una verdadera democracia, tendrá que existir una ley ídeada para cortar de raiz la impunidad de los políticos, que impida hacer lo que ha hecho Zapatero: dañar deliberadamente a la nación con medidas equivocadas y contrarias al bien común.
Esa figura jurídica, similar a la de "prevaricación", pero no situada en el ámbito de la Justicia sino en el de la acción política, habría impedido que en tiempos de crisis, cuando el país necesita austeridad, ahorro y sacrificio, un ser arrogante e insensible como Zapatero engorde todavía más el ya obeso, grasiento en insostenible Estado Español, contratando a 409 nuevos altos cargos, que costarán nada menos que 82 millones de euros al erario público.
Contratar nuevos altos cargos en España, país al que los expertos y los gobiernos amigos aconsejan un plan de ahorro drástico que empiece por un severo adelgazamiento del Estado, es pura arrogancia y desprecio a la cordura.
Si esa ley democrática hubiera existido en nuestros días, Zapatero estaría ya destituído y, probablemente, en la cárcel, por causar deliberadamente daño a la economía, por ofrecer al desmoralizado ciudadano un mal ejemplo y por demostrar con arrogancia que él hace lo quiere, aunque lo que quiera nos humille y nos arruine.
El PP ha puesto el grito en el cielo ante tamaño desatino y ha dicho que probablemente están trucados los datos y que el número real de contratados podría ser de 507.
Los ciudadanos, acostumbrados a la mentira del poder, creen que el número podría ser, incluso, mayor.
La última arrogancia del presidente del gobierno español es de tal calado y encierra un desprecio tan grande a la sensibilidad de un país que, horrorizado, contempla cada día como miles de sus ciudadanos ingresan en las filas de los desemplerados y los nuevos pobres y como las colas en los comedores de caridad son cada vez más largas, que merecería un castigo ciudadano ejemplar, que demostrara y dejara claro que un político no es impune, que está al servicio de su pueblo y que la arrogancia y la desfachatez deben tener un límite.
Después de semejante despropósito y desprecio a la cordura, cabe formular la duda: ¿qué es peor, abortar en la semana 24 o votar a Zapatero?
Esa figura jurídica, similar a la de "prevaricación", pero no situada en el ámbito de la Justicia sino en el de la acción política, habría impedido que en tiempos de crisis, cuando el país necesita austeridad, ahorro y sacrificio, un ser arrogante e insensible como Zapatero engorde todavía más el ya obeso, grasiento en insostenible Estado Español, contratando a 409 nuevos altos cargos, que costarán nada menos que 82 millones de euros al erario público.
Contratar nuevos altos cargos en España, país al que los expertos y los gobiernos amigos aconsejan un plan de ahorro drástico que empiece por un severo adelgazamiento del Estado, es pura arrogancia y desprecio a la cordura.
Si esa ley democrática hubiera existido en nuestros días, Zapatero estaría ya destituído y, probablemente, en la cárcel, por causar deliberadamente daño a la economía, por ofrecer al desmoralizado ciudadano un mal ejemplo y por demostrar con arrogancia que él hace lo quiere, aunque lo que quiera nos humille y nos arruine.
El PP ha puesto el grito en el cielo ante tamaño desatino y ha dicho que probablemente están trucados los datos y que el número real de contratados podría ser de 507.
Los ciudadanos, acostumbrados a la mentira del poder, creen que el número podría ser, incluso, mayor.
La última arrogancia del presidente del gobierno español es de tal calado y encierra un desprecio tan grande a la sensibilidad de un país que, horrorizado, contempla cada día como miles de sus ciudadanos ingresan en las filas de los desemplerados y los nuevos pobres y como las colas en los comedores de caridad son cada vez más largas, que merecería un castigo ciudadano ejemplar, que demostrara y dejara claro que un político no es impune, que está al servicio de su pueblo y que la arrogancia y la desfachatez deben tener un límite.
Después de semejante despropósito y desprecio a la cordura, cabe formular la duda: ¿qué es peor, abortar en la semana 24 o votar a Zapatero?
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