El documento, titulado Manifiesto por la despolitización y la independencia judicial, suscrito por casi 1.400 jueces, lo que representa un cuarto de la carrera judicial española, fue presentado el sábado en Madrid, provocando un inmediato y contundente efecto de "entusiasmo" entre los demócratas españoles y la gente de bien que está asqueada de la vulgar y escasamente democrática política que ha impuesto el siniestro dueto PSOE-Partido Popular.
Los firmantes lo cuestionan prácticamente todo, desde sus condiciones de trabajo diario hasta la organización de la justicia, pasando por su órgano de gobierno, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), al que consideran sumamente politizado y correa de transmisión de la voluntad política y la estrategia de los partidos. Quieren eliminar, por supuesto, que sean los partidos políticos los que nombren magistrados en los altos tribunales e intervengan en los óganos de gobierno de los jueces.
El texto fue presentado por el juez decano de Valencia, Pedro Viguer, y la juez de Barcelona Gemma Vives, entre otros. El documento refleja el malestar de muchos jueces que piensan que los partidos no pueden endosarles la culpa por las disfunciones de una organización por la que no velan ni la dotan. El manifiesto es síntoma de una rebelión por la base que apunta a las estructuras de una justicia necesitada a su juicio de más independencia, atención y ventilación. ...
Los jueces rebeldes reclaman a los partidos políticos que alcancen un pacto de Estado que permita recuperar la «dignidad» del Poder Judicial.
Con esa reivindicación conectan con todo un movimiento de regeneración de la democracia que atraviesa España de parte a parte y que señala a los partidos políticos como el "principal obstáculo" para que el sistema se regenere y España pueda ingresar en el grupo de países democráticos del mundo.
Esa parte rebelde de la sociedad española, indignada ante la baja calidad de la democracia y la arrogancia y desprecio al sistema que protagonizan los dos grandes partidos políticos, ha recibido la revuelta de los jueces con esperanza, no sólo porque refuerza la regeneración, sino porque es consciente de que la salida más fácil y menos traumática de la actual degradación de la política española pasa por un sistema judicial independiente y capaz de recuperar el esp´´iritu de la Constitución, de frenar el abuso de poder de los partidos, erradicar la corrupción, instaurar los controles y cautelas que el poder político español rechaza y volver a colocar a España en la senda de la democracia.
Los firmantes lo cuestionan prácticamente todo, desde sus condiciones de trabajo diario hasta la organización de la justicia, pasando por su órgano de gobierno, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), al que consideran sumamente politizado y correa de transmisión de la voluntad política y la estrategia de los partidos. Quieren eliminar, por supuesto, que sean los partidos políticos los que nombren magistrados en los altos tribunales e intervengan en los óganos de gobierno de los jueces.
El texto fue presentado por el juez decano de Valencia, Pedro Viguer, y la juez de Barcelona Gemma Vives, entre otros. El documento refleja el malestar de muchos jueces que piensan que los partidos no pueden endosarles la culpa por las disfunciones de una organización por la que no velan ni la dotan. El manifiesto es síntoma de una rebelión por la base que apunta a las estructuras de una justicia necesitada a su juicio de más independencia, atención y ventilación. ...
Los jueces rebeldes reclaman a los partidos políticos que alcancen un pacto de Estado que permita recuperar la «dignidad» del Poder Judicial.
Con esa reivindicación conectan con todo un movimiento de regeneración de la democracia que atraviesa España de parte a parte y que señala a los partidos políticos como el "principal obstáculo" para que el sistema se regenere y España pueda ingresar en el grupo de países democráticos del mundo.
Esa parte rebelde de la sociedad española, indignada ante la baja calidad de la democracia y la arrogancia y desprecio al sistema que protagonizan los dos grandes partidos políticos, ha recibido la revuelta de los jueces con esperanza, no sólo porque refuerza la regeneración, sino porque es consciente de que la salida más fácil y menos traumática de la actual degradación de la política española pasa por un sistema judicial independiente y capaz de recuperar el esp´´iritu de la Constitución, de frenar el abuso de poder de los partidos, erradicar la corrupción, instaurar los controles y cautelas que el poder político español rechaza y volver a colocar a España en la senda de la democracia.
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