La parte más demócrata y honrada de España ha sentido vergüenza al ver cómo el presidente Rodríguez Zapatero, cobarde y mezquino, no se ha atrevido a condenar abiertamente al régimen de Cuba por la muerte del disidente preso Orlando Zapata Tamayo, probable víctima de tortura, quien se encontraba en huelga de hambre para reclamar a la tiranía de los hermanos Castro más libertad y respeto a los derechos humanos en la isla-cárcel del Caribe.
La política exterior del gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero es una vergüenza para los demócratas de todo el mundo y, en especial para los españoles, que no entienden cómo un país que se autoproclama democrático y que está alineado con el Occidente libre opere hoy como punta de lanza y defensor de los peores déspotas y tiranos del mundo.
El último ridículo de una España que intercede siempre a favor de los tiranos y déspotas tuvo lugar el pasado 23 de febrero, cuando la Presidencia española, interesada en lograr que la Unión Europea levante las sanciones que impuso a China por sus reiteradas violaciones de los derechos humanos, fue parada en seco por la Comisión Europea y, especialmente, por la nueva responsable de Asuntos Exteriores, la inglesa Ashton, que decidió mantener vigente las sanciones, incluyendo el embargo de armas a China.
Veladamente, España fue humillada y acusada de anteponer sus intereses comerciales (y quizás también otros intereses no públicos) a la defensa de la democracia y de los derechos humanos.
Sin embargo, nadie se extrañó en Europa de la actitud española porque la política exterior del gobierno Zapatero es internacionalmente conocida por eso, porque siempre aboga por los sátrapas y por los dictadores, olvidando defender principios y valores como la democracia y los derechos fundamentales del ser humano.
Existe una especie de "Internacional de la tiranía", no institucionalizada pero real, de la que España, sin formar parte, actúa como agente y defensora, un papel ignominioso que debería avergonzar a los demócratas y a la gente honrada de todo el planeta. En esa internacional, que cierra medios de comunicación críticos, que ejecuta a los que roban, que ahorca a los gays, que decapita a los infieles, que oprime a la mujer y que tiene sus cárceles llenas de opositores políticos y de gente cuyo único pecado es pensar diferente que el poder, figuran países tan amigos de España como Cuba, Irán, Venezuela, Nicaragua, China y otros, muchos de ellos islámicos y "socios" de Zapatero en el extraño montaje de la "Alianza de Civilizaciones".
En esa internacional siniestra, amiga de Zapatero, figuran los dos países del mundo que más ciudadanos ejecutan cada año: China e Irán.
Por fortuna, los socios europeos de España siguen defendiendo la democracia y los derechos humanos en sus relaciones internacionales y por esa razón también han frenado las pretensiones de Zapatero y de Moratinos de levantar las sanciones europeas al régimen cubano, sin exigir contrapartida de avance democrático alguno, una Cuba castrista cuyas dos últimas "fechorías" son la muerte en prisión del preso político y disidente cubano Orlando Zapata Tamayo, después de 85 días de huelga de hambre, y haber "invadido" calladamente la Venezuela bolivariana de Hugo Chávez con más de 60.000 expertos, muchos de los cuales son bien entrenados especialistas en defensa, en inteligencia y en someter a la población.
Poco conocida y escasamente aireada por la prensa española, la política exterior del gobierno Zapatero es un motivo más para el rubor de los demócratas y para incrementar el ya rotundo rechazo de la gente de bien, que se siente asqueada de un gobierno que está arruinando al país, que ha llenado las calles de desempleados y pobres, que es incapaz de ser austero para reducir el déficit público, que, ávido de dinero, ha subido los impuestos y se ha endeudado hasta la locura, poniendo en peligro el futuro de España e hipotecando a por lo menos las tres próximas generaciones de españoles, que está destruyendo el tejido productivo a marchas forzadas, que se empeña en dividir la sociedad, que ha destruido gran parte de las defensas éticas del país y que, para colmo de males, ha perdido la credibilidad y la confianza de la inmensa mayoría de los ciudadanos, cuyo rechazo y desprecio al poder político se manifiesta ya en las encuestas y es palpable en las calles y plazas.
Nota: Probablemente avergonzado por su cobardía, Zapatero, movido también por el escándalo que ha despertado en España su silencio ante el crimen de los hermanos Castro, sus amigos, condenó el jueves 25 de febrero la muerte del disidente cubano Zapata, con 24 horas de retraso y con la boca pequeña.
La política exterior del gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero es una vergüenza para los demócratas de todo el mundo y, en especial para los españoles, que no entienden cómo un país que se autoproclama democrático y que está alineado con el Occidente libre opere hoy como punta de lanza y defensor de los peores déspotas y tiranos del mundo.
El último ridículo de una España que intercede siempre a favor de los tiranos y déspotas tuvo lugar el pasado 23 de febrero, cuando la Presidencia española, interesada en lograr que la Unión Europea levante las sanciones que impuso a China por sus reiteradas violaciones de los derechos humanos, fue parada en seco por la Comisión Europea y, especialmente, por la nueva responsable de Asuntos Exteriores, la inglesa Ashton, que decidió mantener vigente las sanciones, incluyendo el embargo de armas a China.
Veladamente, España fue humillada y acusada de anteponer sus intereses comerciales (y quizás también otros intereses no públicos) a la defensa de la democracia y de los derechos humanos.
Sin embargo, nadie se extrañó en Europa de la actitud española porque la política exterior del gobierno Zapatero es internacionalmente conocida por eso, porque siempre aboga por los sátrapas y por los dictadores, olvidando defender principios y valores como la democracia y los derechos fundamentales del ser humano.
Existe una especie de "Internacional de la tiranía", no institucionalizada pero real, de la que España, sin formar parte, actúa como agente y defensora, un papel ignominioso que debería avergonzar a los demócratas y a la gente honrada de todo el planeta. En esa internacional, que cierra medios de comunicación críticos, que ejecuta a los que roban, que ahorca a los gays, que decapita a los infieles, que oprime a la mujer y que tiene sus cárceles llenas de opositores políticos y de gente cuyo único pecado es pensar diferente que el poder, figuran países tan amigos de España como Cuba, Irán, Venezuela, Nicaragua, China y otros, muchos de ellos islámicos y "socios" de Zapatero en el extraño montaje de la "Alianza de Civilizaciones".
En esa internacional siniestra, amiga de Zapatero, figuran los dos países del mundo que más ciudadanos ejecutan cada año: China e Irán.
Por fortuna, los socios europeos de España siguen defendiendo la democracia y los derechos humanos en sus relaciones internacionales y por esa razón también han frenado las pretensiones de Zapatero y de Moratinos de levantar las sanciones europeas al régimen cubano, sin exigir contrapartida de avance democrático alguno, una Cuba castrista cuyas dos últimas "fechorías" son la muerte en prisión del preso político y disidente cubano Orlando Zapata Tamayo, después de 85 días de huelga de hambre, y haber "invadido" calladamente la Venezuela bolivariana de Hugo Chávez con más de 60.000 expertos, muchos de los cuales son bien entrenados especialistas en defensa, en inteligencia y en someter a la población.
Poco conocida y escasamente aireada por la prensa española, la política exterior del gobierno Zapatero es un motivo más para el rubor de los demócratas y para incrementar el ya rotundo rechazo de la gente de bien, que se siente asqueada de un gobierno que está arruinando al país, que ha llenado las calles de desempleados y pobres, que es incapaz de ser austero para reducir el déficit público, que, ávido de dinero, ha subido los impuestos y se ha endeudado hasta la locura, poniendo en peligro el futuro de España e hipotecando a por lo menos las tres próximas generaciones de españoles, que está destruyendo el tejido productivo a marchas forzadas, que se empeña en dividir la sociedad, que ha destruido gran parte de las defensas éticas del país y que, para colmo de males, ha perdido la credibilidad y la confianza de la inmensa mayoría de los ciudadanos, cuyo rechazo y desprecio al poder político se manifiesta ya en las encuestas y es palpable en las calles y plazas.
Nota: Probablemente avergonzado por su cobardía, Zapatero, movido también por el escándalo que ha despertado en España su silencio ante el crimen de los hermanos Castro, sus amigos, condenó el jueves 25 de febrero la muerte del disidente cubano Zapata, con 24 horas de retraso y con la boca pequeña.
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