José María Aznar, uno de los grandes culpables del drama catalán por su falta de rigor y sus coqueteos sin ética con Jordi Pujol y con el nacionalismo, ahora lo ha visto claro y ha advertido a Rajoy que el "proceso secesionista va a continuar y va a continuar más radicalizado porque los más radicales tienen más fuerza".
No se sabe los escaños que habría sacado el partido de Artur Mas (Convergencia) si se hubiera presentado solo y no diluido en la coalición "Juntos por el Sí", donde también destacan los nacionalistas de Esquerra Republicana de Cataluña, pero seguro que habría retrocedido de manera notable, cediendo poder a la gente de Oriol Junqueras.
El poder de decidir y de gobernar está en manos, nada menos, que de la CUP, cuyos diez escaños son imprescindibles para que la coalición independentista pueda gobernar. Pero la CUP es una agrupación diez veces mas radical que podemos y siete veces mas secesionista que Esquerra Republicana. Es una organización de extrema izquierda batasunera, que defiende la violencia en la calle, promueve el movimiento okupa y pide la salida de la UE y del euro, Los activistas de la CUP no soportan a los burgueses, ni al sistema dominante, ni a España. Muchos de sus miembros creen que la independencia no tiene que someterse a proceso alguno de referendum, plebiscito o juego de mayorías, sino simplemente conquistarse. Esa es la gente que decide, después de los resultados cosechados el 27 de septiembre, un día aciago donde sólo los idiotas se sintieron felices porque los independentistas no alcanzaron la mayoría de los votos.
Nadie que sea moderado o demócrata tiene derecho a sentirse satisfecho hoy en Cataluña porque el secesionismo ha dejado de ser burgués y un fenómeno de las clases medias para convertirse, en una Cataluña que penetra en zona de turbulencias, en una bandera de radicales, extremistas marxistas y ácratas, anticapitalistas y gente ajena por completo a los valores de Occidente, tipos que considerarían las ideas de Pablo Iglesias como propias de un fraile franciscano.
El sorprendente fracaso de Podemos en Cataluña se debe a su apuesta moderada y al poderoso avance del radicalismo, una fuerza peligrosa que ya tiene en su haber otras víctimas, además de Podemos, entre ellas Iniciativa por Cataluña (la izquierda unida catalana) y la moderada Unió, de Durán y Lleida.
Hasta la propia Esquerra de Junqueras está en peligro de ser absorbida por la ola radical, que ha crecido como reacción ante el forcejeo absurdo y sin soluciones entre los independentistas moderados y el pétreo e inamovible gobierno de Rajoy.
Si Mas y Junqueras fueran inteligentes, buscarían con rapidez un acuerdo con los grandes partidos nacionales, PSOE y PP, para salvar sus cabezas y el futuro de esa Cataluña emprendedora y próspera, donde los tenderos y los pequeños empresarios siempre han marcado la pauta, hasta ahora, con su seny (sensatez) moderado y pacífico.
No se sabe los escaños que habría sacado el partido de Artur Mas (Convergencia) si se hubiera presentado solo y no diluido en la coalición "Juntos por el Sí", donde también destacan los nacionalistas de Esquerra Republicana de Cataluña, pero seguro que habría retrocedido de manera notable, cediendo poder a la gente de Oriol Junqueras.
El poder de decidir y de gobernar está en manos, nada menos, que de la CUP, cuyos diez escaños son imprescindibles para que la coalición independentista pueda gobernar. Pero la CUP es una agrupación diez veces mas radical que podemos y siete veces mas secesionista que Esquerra Republicana. Es una organización de extrema izquierda batasunera, que defiende la violencia en la calle, promueve el movimiento okupa y pide la salida de la UE y del euro, Los activistas de la CUP no soportan a los burgueses, ni al sistema dominante, ni a España. Muchos de sus miembros creen que la independencia no tiene que someterse a proceso alguno de referendum, plebiscito o juego de mayorías, sino simplemente conquistarse. Esa es la gente que decide, después de los resultados cosechados el 27 de septiembre, un día aciago donde sólo los idiotas se sintieron felices porque los independentistas no alcanzaron la mayoría de los votos.
Nadie que sea moderado o demócrata tiene derecho a sentirse satisfecho hoy en Cataluña porque el secesionismo ha dejado de ser burgués y un fenómeno de las clases medias para convertirse, en una Cataluña que penetra en zona de turbulencias, en una bandera de radicales, extremistas marxistas y ácratas, anticapitalistas y gente ajena por completo a los valores de Occidente, tipos que considerarían las ideas de Pablo Iglesias como propias de un fraile franciscano.
El sorprendente fracaso de Podemos en Cataluña se debe a su apuesta moderada y al poderoso avance del radicalismo, una fuerza peligrosa que ya tiene en su haber otras víctimas, además de Podemos, entre ellas Iniciativa por Cataluña (la izquierda unida catalana) y la moderada Unió, de Durán y Lleida.
Hasta la propia Esquerra de Junqueras está en peligro de ser absorbida por la ola radical, que ha crecido como reacción ante el forcejeo absurdo y sin soluciones entre los independentistas moderados y el pétreo e inamovible gobierno de Rajoy.
Si Mas y Junqueras fueran inteligentes, buscarían con rapidez un acuerdo con los grandes partidos nacionales, PSOE y PP, para salvar sus cabezas y el futuro de esa Cataluña emprendedora y próspera, donde los tenderos y los pequeños empresarios siempre han marcado la pauta, hasta ahora, con su seny (sensatez) moderado y pacífico.
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