Los andaluces conmemoran hoy (sin celebrarlo) el 30 aniversario de aquel referéndum del 28 de febrero de 1980 que convirtió a Andalucía en autonomía de primer rango, dentro del Estado Español. Han sido 30 años de dominio socialista, sin alternancia alguna en el poder, años en los que, a pesar de la lluvia de millones de euros procedentes de Europa, Andalucía sigue hundida por la crisis económica, con un millón de desempleados, liderando las estadísticas del fracaso escolar y con el 53.1 por ciento de su población mayor de 65 años analfabeta.
La distancia que separaba hoy el sevillano Teatro de la Maestranza, donde la Andalucía oficial del poder político y sus amigos celebraban el 30 aniversario de la autonomía, con las calles, plazas y jardines de los pueblos y ciudades andaluzas, donde el pueblo, hundido por el paro y la crisis, triste, desconfiado y resentido con esa clase política que le ha mantenido en el atraso y hoy le lleva hacia la miseria, nunca ha sido más grande y dramática.
Después de 30 años de socialismo y de continuas ayudas europeas, Andalucía es una región fracasada que no ha logrado abandonar los vagones de cola de España y Europa, una sociedad en la que los pobres y desempleados forman ya parte del paisaje, junto a los comedores de caridad y los "sin techo", que cada día son más visibles en los soportales y parques de los pueblos y ciudades.
Sin embargo, esos 30 años sí han servido para que los socialistas construyan en Andalucía un "sistema político" tan denso, poderoso y omnipresente que para encontrar otra región donde el peso del Estado sea similar habría que remontarse a alguna de las repúblicas soviéticas en tiempos de Breznev.
Es tan fuerte y poderoso el Estado andaluz (Junta de Andalucía) que controla, directa o indirectamente, casi la mitad del PIB de la región, donde hay más densidad de enchufados, paniaguados , amigos del poder y funcionarios que en cualquier otra región española y donde el clientelismo es una plaga que siembra el miedo y la sumisión en una ciudadanía que ha aprendido a temer a los políticos.
En la Andalucía que hoy conmemora con tristeza y preocupación sus 30 años de Andalucía, es el pueblo el que teme al gobierno y no el gobierno el que teme a los ciudadanos, lo que indica que existe un "régimen" más parecido a la tiranía que a la democracia.
Andalucía ostenta liderazgos indeseables y nocivos en los panoramas español y europeo, como los de prostitución, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, trata de blancas, violencia de hogar, baja calidad en la enseñanza, fracaso escolar, población encarcelada, coches oficiales, crecimiento desorbitado del aparato del Estado y privilegios de la "casta" política, entre otros.
La Justicia está colapsada y la población se encuentra desmoralizada, masivamente desempleada, con grandes masas de pobres en crecimiento, con su clase media herida, agobiada por los impuestos y por la burocracia, con su tejido productivo hecho trizas y temerosa del futuro. El millón de funcionarios con que cuenta Andalucía actúa como una "losa de plomo" sobre la sociedad, la economía y las cuentas públicas, al mismo tiempo que constituyen una garantía de pobreza para el futuro.
Lo único que merece un claro "notable" en esta Andalucía construida por los políticos para su propio beneficio es la propaganda, un capítulo en la que el poder se ha mostrado extraordinariamente eficaz. La Junta es el primer contratante de periodistas y el principal cliente publicitario, gracias a lo cual controla a los medios que no son de su propiedad y les cierra la boca para que no sean críticos y prefieran la "verdad del poder" a la verdad a secas, que es la que da legitimidad a las democracias.
Es cierto que se han logrado avances, pero son los avances propios de un país que ha crecido con su entorno. Sin embargo, Andalucía, cuando hace 30 años inició su andadura autonómica, era más o menos lo que hoy es: una de las tres autonomías en la cola de España, una sociedad predominantemente agrícola y desindustrializada, una tierra azotada por la pobreza y la incultura y una población sometida a señoritos y caciques. Es cierto que en este sector sí se ha producido un cambio: aquellos caciques rurales de antaño, señores del pueblo adornados de privilegios y ventajas, han sido sustituidos ahora por los políticos y altos cargos de la Junta, los "nuevos amos" de Andalucía.
Manuel Clavero Arévalo, ilustre abogado, catedrático y ex ministro de UCD, declara a El Conficencial: “En Andalucía nos falta mucho por hacer”. Y agrega: "Lo más importante: reducir los gastos ordinarios de la Junta de Andalucía y aumentar las inversiones “porque eso es lo que genera riqueza y bienestar”. En su opinión, las infraestructuras de la comunidad (el AVE, la red de autovías y los aeropuertos) son el mayor logro estos 30 años. Y luego va directo al horizonte 2013. En ese año está previsto que cesen las subvenciones de Europa a Andalucía. “Esas ayudas trajeron a la comunidad un gran desarrollo, pero su retirada nos creará problemas”, avisa.
Joaquín Aurioles, profesor titular de la Facultad de Ciencias de Económicas de la Universidad de Málaga y presidente del Observatorio Económico de Andalucía, observa que el Sur está herido. “Andalucía está cansada. Aurioles se pregunta para qué han servido estos 30 años. “Tenemos que volver a hacer frente a los mismos problemas de hace tres décadas; habíamos llegado a convencernos de que los grandes problemas se habían conseguido erradicar. Se me cae la moral al suelo”, precisa.
Andalucía no tenía nada que celebrar hoy.
La distancia que separaba hoy el sevillano Teatro de la Maestranza, donde la Andalucía oficial del poder político y sus amigos celebraban el 30 aniversario de la autonomía, con las calles, plazas y jardines de los pueblos y ciudades andaluzas, donde el pueblo, hundido por el paro y la crisis, triste, desconfiado y resentido con esa clase política que le ha mantenido en el atraso y hoy le lleva hacia la miseria, nunca ha sido más grande y dramática.
Después de 30 años de socialismo y de continuas ayudas europeas, Andalucía es una región fracasada que no ha logrado abandonar los vagones de cola de España y Europa, una sociedad en la que los pobres y desempleados forman ya parte del paisaje, junto a los comedores de caridad y los "sin techo", que cada día son más visibles en los soportales y parques de los pueblos y ciudades.
Sin embargo, esos 30 años sí han servido para que los socialistas construyan en Andalucía un "sistema político" tan denso, poderoso y omnipresente que para encontrar otra región donde el peso del Estado sea similar habría que remontarse a alguna de las repúblicas soviéticas en tiempos de Breznev.
Es tan fuerte y poderoso el Estado andaluz (Junta de Andalucía) que controla, directa o indirectamente, casi la mitad del PIB de la región, donde hay más densidad de enchufados, paniaguados , amigos del poder y funcionarios que en cualquier otra región española y donde el clientelismo es una plaga que siembra el miedo y la sumisión en una ciudadanía que ha aprendido a temer a los políticos.
En la Andalucía que hoy conmemora con tristeza y preocupación sus 30 años de Andalucía, es el pueblo el que teme al gobierno y no el gobierno el que teme a los ciudadanos, lo que indica que existe un "régimen" más parecido a la tiranía que a la democracia.
Andalucía ostenta liderazgos indeseables y nocivos en los panoramas español y europeo, como los de prostitución, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, trata de blancas, violencia de hogar, baja calidad en la enseñanza, fracaso escolar, población encarcelada, coches oficiales, crecimiento desorbitado del aparato del Estado y privilegios de la "casta" política, entre otros.
La Justicia está colapsada y la población se encuentra desmoralizada, masivamente desempleada, con grandes masas de pobres en crecimiento, con su clase media herida, agobiada por los impuestos y por la burocracia, con su tejido productivo hecho trizas y temerosa del futuro. El millón de funcionarios con que cuenta Andalucía actúa como una "losa de plomo" sobre la sociedad, la economía y las cuentas públicas, al mismo tiempo que constituyen una garantía de pobreza para el futuro.
Lo único que merece un claro "notable" en esta Andalucía construida por los políticos para su propio beneficio es la propaganda, un capítulo en la que el poder se ha mostrado extraordinariamente eficaz. La Junta es el primer contratante de periodistas y el principal cliente publicitario, gracias a lo cual controla a los medios que no son de su propiedad y les cierra la boca para que no sean críticos y prefieran la "verdad del poder" a la verdad a secas, que es la que da legitimidad a las democracias.
Es cierto que se han logrado avances, pero son los avances propios de un país que ha crecido con su entorno. Sin embargo, Andalucía, cuando hace 30 años inició su andadura autonómica, era más o menos lo que hoy es: una de las tres autonomías en la cola de España, una sociedad predominantemente agrícola y desindustrializada, una tierra azotada por la pobreza y la incultura y una población sometida a señoritos y caciques. Es cierto que en este sector sí se ha producido un cambio: aquellos caciques rurales de antaño, señores del pueblo adornados de privilegios y ventajas, han sido sustituidos ahora por los políticos y altos cargos de la Junta, los "nuevos amos" de Andalucía.
Manuel Clavero Arévalo, ilustre abogado, catedrático y ex ministro de UCD, declara a El Conficencial: “En Andalucía nos falta mucho por hacer”. Y agrega: "Lo más importante: reducir los gastos ordinarios de la Junta de Andalucía y aumentar las inversiones “porque eso es lo que genera riqueza y bienestar”. En su opinión, las infraestructuras de la comunidad (el AVE, la red de autovías y los aeropuertos) son el mayor logro estos 30 años. Y luego va directo al horizonte 2013. En ese año está previsto que cesen las subvenciones de Europa a Andalucía. “Esas ayudas trajeron a la comunidad un gran desarrollo, pero su retirada nos creará problemas”, avisa.
Joaquín Aurioles, profesor titular de la Facultad de Ciencias de Económicas de la Universidad de Málaga y presidente del Observatorio Económico de Andalucía, observa que el Sur está herido. “Andalucía está cansada. Aurioles se pregunta para qué han servido estos 30 años. “Tenemos que volver a hacer frente a los mismos problemas de hace tres décadas; habíamos llegado a convencernos de que los grandes problemas se habían conseguido erradicar. Se me cae la moral al suelo”, precisa.
Andalucía no tenía nada que celebrar hoy.
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