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Niños esclavos del Estado y ciudadanos borregos



La falsa democracia española, con Pedro Sánchez de presidente, se quita la careta y exhibe su rostro totalitario. Afirma que los niños no pertenecen a sus padres para permitir de ese modo el adoctrinamiento sin obstáculos en las escuelas, cumpliendo así lo que siempre ha sido el sueño de los peores tiranos: fabricar esclavos desde la infancia para poder dominar después a un pueblo de adultos aborregados.

Los ciudadanos, ante la afirmación de la ministra Celaa, se escandalizan y protestan, pero lo hacen sólo con palabras, sin lanzarse a las calles como leones para defender una libertad que, por desgracia, entregaron a los políticos hace décadas, cuando asumieron como válido un régimen que relegaba al ciudadano, entregaba todo el poder a los políticos y camuflaba una tiranía de partidos políticos, sin separación de poderes y sin leyes justas e iguales, para que pareciera una democracia.
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España ya es un pueblo de borregos atolondrados que soportan todos los abusos de los políticos
La gente se escandaliza porque el Estado afirma que los niños no son de sus padres y que el adoctrinamiento en las escuelas puede practicarlo, pero es una actitud hipócrita porque ese adoctrinamiento, de manera creciente, se ha venido tolerando en las escuelas durante las últimas décadas, cuando los gobiernos han llenado el sistema educativo de comisarios políticos e impuesto a los maestros y profesores materias y orientaciones desde el poder.

En Cataluña, con el consentimiento de los gobiernos, tanto de derechas como de izquierda, el adoctrinamiento ha sido brutal, hasta el punto de que son acosados los niños y jóvenes que se atreven a hablar el idioma español, lengua común según la Constitución. El resultado está ante nuestros ojos: manadas de violentos dispuesto a todo para conseguir la independencia, que no es otra cosa que crear un sistema donde los políticos y millonarios catalanes sean plenamente impunes.

Los españoles so ya considerados en todo el mundo como el pueblo de los cobardes por todo lo que soportan de sus políticos corruptos y miserables. Las protestas de ahora por las palabras de la ministra Celaa no son más que ruido de moscas y el parloteo estéril de los esclavos sometidos, una protesta leve y afeminada que ni siquiera inquieta a un gobierno acostumbrado a humillar a los cobardes y a exprimirlos con leyes e impuestos abusivos.

Nuestros niños y jóvenes ya no saben distinguir la verdad de la mentira, ni están habituados a reflexionar y tomar decisiones correctas. La manipulación de los españoles lleva décadas aborregando y convirtiendo a los ciudadanos en esclavos. Escandalizarse ahora es ridículo porque ya somos un pueblo de esclavos que lo hemos permitido todo: que los políticos nos expolien, nos estafen y nos humillen, que ellos alimenten el independentismo, que endeuden la nación hasta la locura, que roben sin frenos y que controlen, desde sus impúdicos partidos políticos, los poderes legislativo y judicial, además de someter y casi asfixiar a la sociedad civil, que ya puede darse por extinguida en España.

Lo único nuevo que hace Pedro Sánchez es quitarse la careta y acelerar la máquina de fabricar esclavos y zombies.

No es cierto que los niños de hoy serán esclavos del mañana. La verdad es que nosotros, los adultos que soportamos la vileza en el poder, ya somos los esclavos del presente, los que tragamos con el feminismo radical, con las leyes de género que aplastan al varón, con ministros sin clase y sin preparación, con el abuso de poder en todas sus facetas, con impuestos que nos esquilman, con políticos que cobran sueldos de lujo y pensiones vitalicias, con gobernantes que nunca rinden cuentas, con leyes que sólo benefician a los poderosos, con la destrucción paulatina de España y con una casta política a la que nos sometemos, cuando debería avergonzarnos.

España es hoy el país donde se experimenta con mayor énfasis las tesis y métodos del globalismo y el nuevo orden mundial. Los profetas y líderes del nuevo orden han encontrado en el PSOE y el PP la esclavitud sumisa que necesitaban para castrar a los ciudadanos en masa y convertirles en manadas de borregos atolondrados.

Los españoles no aman ya ni a sus hijos. Si existiera amor a los niños saldríamos a las calles para defenderlos de la horda de Sánchez, que ni siquiera oculta su labor esclavizadora. Hay que asumir que también nosotros somos ya borregos preparados para el matadero, que nos acercamos al sacrificio cantando canciones románticas y salmos.

Hemos olvidado que Dios nos hizo libres y que la renuncia a esa libertad es el peor pecado de la raza humana. Si Dios nos hizo libres ¿Por qué soportar que los canallas nos hagan esclavos?

Francisco Rubiales

NOTA: Hace años publiqué un artículo que no ha envejecido y que hoy reproduzco porque tiene una actualidad rabiosa. Se titulaba "Alzaos, alzaos una y otra vez, hasta que los corderos se conviertan en leones". puede leerlo si pulsa AQUÍ.




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Domingo, 19 de Enero 2020
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