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Millones de españoles compartimos las mismas inquietudes que los 271 militares retirados



El Rey, como Jefe del Estado y garante de la libertad, la unidad y la decencia de España, debe saber que hay millones de españoles que compartimos las mismas inquietudes expresadas recientemente por militares españoles retirados en manifiestos y cartas.

Es importante que el Rey sepa que no son únicamente los viejos soldados los que están a su lado y en el amor a España, sino que somos muchos millones los que estamos a su disposición, inquietos porque desde el gobierno de Pedro Sánchez se está atentando contra la unidad, la igualdad, la cohesión, la libertad y la decencia de España y de sus ciudadanos.
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Hoy, un día después de la triste conmemoración del 42 aniversario de nuestra Constitución, vapuleada, maltratada y violada por fuerzas que deberían defenderla hasta con su sangre, queremos dirigir este artículo de reflexión y lucha a Su Majestad el Rey para que se sienta respaldado por los millones de españoles que pensamos que nada merece más la pena que la libertad y la construcción común de una nación próspera, decente y poblada por hombres y mujeres libres y en concordia.

Este artículo quiere expresar al Rey que somos muchos millones de españoles los que nos sentimos preocupados por la sucia deriva que el gobierno está imponiendo a la nación y que estamos a su lado respaldando su figura, símbolo de la unidad y la defensa de la Constitución, la libertad y los valores democráticos, rechazando al mismo tiempo los intentos de destruir España que, por desgracia, reciben acogida en los palacios del gobierno.

Hay una "Tercera España" que es la inmensamente mayoritaria, por lo general silenciosa porque dedica su tiempo y su esfuerzo al trabajo y a la familia, que siente repugnancia ante lo que se hace desde el poder político con la unidad de España, con la libertad y con los grandes valores. Esa Tercera España está harta de soportar a totalitarios disfrazados de demócratas que, por obra de un destino cruel y por nuestra propia pasividad, hemos permitido que se instalen en el corazón del Estado, imponiéndonos sus malévolos criterios y sucios actos antiespañoles y antidemocráticos.

Sentimos, como los firmantes del manifiesto de los 271 militares retirados, el mismo dolor y rechazo ante el "deterioro de la democracia", "la imposición de un pensamiento único" y la puesta "en peligro la unidad de España".

También compartimos las inquietudes expresadas por los militares de las promociones XIX del Ejército del Aire y XXIII de la Academia General Militar del Ejército de Tierra, expuestas «en sendas cartas al presidente del Parlamento Europeo y al Rey de España».

Acusamos al gobierno, junto con los firmantes, de aceptar «los desprecios a España, las humillaciones a sus símbolos, el menosprecio al Rey y los ataques a su efigie». «Además de permitir violentas algaradas independentistas y golpistas con petición de indultos a condenados por sedición, así como conceder favores a terroristas con el consiguiente menosprecio a sus víctimas», bordear «la legislación vigente», buscar «el sometimiento del Poder Judicial», y tratar de «imponer un pensamiento único» con leyes como la de memoria democrática.

Y también como ellos nos sentimos impulsados a «garantizar la soberanía e independencia de España y a defender su integridad territorial y el orden constitucional».

Al contemplar la delirante deriva de la política española, es urgente retomar la idea sensata de las Tercera España, rompiendo así la dañina dualidad que los partidos políticos han querido imponernos para cosechar poder y votos. Integramos hoy esa tercera España, además de los casi 9 millones de abstencionistas y los que, por rechazo, votan nulo o en blanco, los muchos millones de indignados y asqueados ante lo que están haciendo la mayoría de nuestros políticos, que además de debilitar y empobrecer España, la están infectando con rencores, divisiones y odios, resucitando los fantasmas del pasado y agrediendo la concordia que se plasmó en la Constitución de 1978 que fue probablemente, uno de los lograr de mayor mérito y valor en nuestra moderna Historia.

Nos sentimos próximos a la España de Ortega, Zubiri, Julían Marías, Madariaga, etc., la que nunca se identificó con la confrontación guerracivilista, la que imaginaron Chaves Nogales, Castillejo y Campoamor, la que creía en el progreso, en la integración, el apoyo mutuo, la investigación, la innovación, el esfuerzo y, sobre todo, en la libertad y en la Constitución y la democracia liberal que nos la garantizan.

Alguien (y ojalá fuera Su Majestad, delante de todos nosotros), debe poner freno a los atentados contra la paz y el Estado de Derecho, al estímulo de los odios y rencores, a las violaciones de la Constitución y a las insoportables desigualdades entre pueblos y territorios que se impulsan desde el poder.

La España invisible, de la que formamos parte, tiene y debe hacerse visible. Es la España decente y trabajadora, la que soporta cada día las humillaciones y agresiones de la casta indecente de los políticos que han olvidado que están a nuestro servicios y que son servidores del bien común. Esa España, que hoy lucha por sobrevivir en medio de dos pandemias, la sanitaria y la de las agresiones políticas, rotundamente mayoritaria y digna, aunque inexplicablemente acobardada y silenciosa, no puede permanecer callada y ausente mientras la nación es taladrada y vapuleada por sus peores hijos.

Rogamos a Su Majestad que a la hora de hacer recuento de apoyos y balance de soportes, cuente con los millones de españoles que se ven representados en este artículo de opinión, que somos muchos, tantos que la manada impresentable de los enemigos de España que encuentra cobijo y estímulo en el gobierno sentiría un miedo saludable en sus tripas, el mismo miedo de las ratas.

Francisco Rubiales


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Lunes, 7 de Diciembre 2020
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