Información y Opinión

La política española acentúa su degradación



Es duro y doloroso reconocerlo, pero el fracaso de Pedro Sánchez en la gestión de la crisis del coronavirus está acelerando peligrosamente el deterioro de España y su avance hacia el foso de la pobreza y el fracaso.

Con Pedro Sánchez como líder del PSOE y presidente del gobierno, la política española, que ya estaba seriamente dañada y desprestigiada, se degrada todavía más, exhibe rasgos totalitarios y avanza hacia el desastre, cada día más próxima al modelo venezolano, donde un régimen de trileros hace retroceder al país y hunde su prosperidad, sus libertades y su justicia.

Con la Fiscalía sometida, el poder judicial politizado, muchos medios de comunicación comprados, los medios públicos bajo censura, la sociedad civil asfixiada y la mitad de España soportando un gobierno al que desprecia por su inmoralidad, la falsa democracia española ha dejado de ser un sistema equilibrado y controlado que garantice las libertades y derechos.

El sistema español es ya un batiburrillo de irregularidades, abusos y carencias democráticas que deja al ciudadano indefenso y sometido a un gobierno que desprecia la voluntad popular y que está divorciado y repudiado por más de la mitad del país. Con sus instituciones en conflicto, con su unidad amenazada y con valores tan básicos en democracia como la unidad, las metas comunes y la confianza seriamente dañados o inexistentes.
---



La España de Pedro Sánchez, con un partido socialista que ha suprimido la democracia interna, el debate y sus lazos con la vieja guardia felipista, con una oposición desarbolada y desmoralizada, consciente de que sus errores y estupideces le han hecho perder el poder por muchos años y con una ciudadanía cobarde y confundida, que desde hace décadas está siendo adormecida y engañada por el poder, es un bodrio que desentona en una Europa que, aunque también se degrada, todavía conserva al menos la decencia y la esencia del sistema democrático y sus libertades y derechos para regirse y prosperar.

Ya no cabe duda de que la España de Sánchez es hoy el país menos democrático de la Unión Europea, además de ser el peor gobernado, el mas corrupto, el único que cuenta en el gobierno con los dos sistemas más enfermos y peligrosos, el comunismo y el nacionalismo, y el que con su pésima gestión del coronavirus ha sembrado el país de muertos y ha precipitado a la nación a una crisis económica como no se recuerda otra, que ha provocado todo un humillante "rescate" de la Europa comunitaria, que el gobierno quiere ocultar.

Sánchez, al que muchos califican de psicópata y se comporta cada día más como un chavista camuflado de socialdemócrata, ha domesticado a su partido, el PSOE, en el que ha suprimido la democracia interna, el libre albedrío y el debate, mientras que ha decidido aliarse para conservar el poder y gobernar con las fuerzas más degradadas y desleales del país, desde comunistas a pro terroristas y nacionalistas rebosantes de odio a España y de ganas de dinamitar la nación. Además, Sánchez destroza valores y costumbres saludables como una apisonadora, entre ellos el respeto al rey y la igualdad entre los pueblos y ciudadanos de España, imponiendo el favoritismo a los que se le someten y el castigo a los que se resisten. Por sus actos, no cabe duda de que Sánchez es un peligro insoportable y que la España que construye es un país diseñado por payasos y gobernado por monos.

Con Pedro Sánchez en el poder, la democracia española, que ya estaba degradada, acentúa su degeneración y se aleja de la decencia y de las normas básicas democráticas, ninguna de las cueles se cumplen en una España en la que no existe separación real de poderes, ni una ley igual para todos, ni una sociedad civil independiente, ni igualdad de oportunidades, ni confianza en el poder (del que hasta muchos sospechan que ha hecho fraude electoral), ni ilusión en el futuro, ni protagonismo del ciudadano y tampoco metas y objetivos comunes, que son la sustancia y el espinazo de toda nación.

Con Sánchez gobernando, la economía sucumbe, el turismo se hunde, aumentan los extremismos, la desesperación, el desempleo, la corrupción, la fuga de empresas, la economía sumergida y, sobre todo, el desprestigio de la democracia y el odio a una clase política que ya ha perdido toda legitimidad, tras haberse divorciado de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Francisco Rubiales

- -
Domingo, 26 de Julio 2020
Artículo leído 4295 veces

También en esta sección: